Quién era Florencia Guiñazú, la futbolista asesinada

FLORENCIA GUIÑAZÚ, de 30 años y madre de dos hijos -un nene de siete y una nena de cinco-, fue asesinada en su casa del departamento de Guaymallén, Mendoza, por su marido Ignacio Agustín Noto, de 32 años, quien luego de consumar el femicidio se suicidó.

El hecho ocurrió el sábado por la tarde, en una de las habitaciones del domicilio de la víctima, mientras el hijo mayor jugaba a la PlayStation en un cuarto aledaño.

Después de la autopsia el resultado preliminar del domingo arrojaba: “Florencia fue ahorcada y el femicida se colgó”. Todo sucedió en el mismo cuarto: el asesino cerró la puerta para que el niño no escuchara.

Florencia vivía en la localidad de Las Cañas, pero era nacida en La Consulta, una ciudad situada a poco más de cien kilómetros al sur de Mendoza Capital. Era Técnica Superior en Higiene y Seguridad Laboral, recibida en el Instituto de Educación Superior Valle de Uco (IESVU) de la provincia. 

 

Multifacética, también era modelo. Trabajaba para diferentes marcas y en su cuenta de Instagram tenía 25 mil seguidores. Pero no sólo eso: además era tatuadora, un oficio que exhibía en otra cuenta paralela en las redes sociales, en la que mostraba las imágenes de sus trabajos.

Pero, sobre todo, era futbolista: jugaba en el Club Atlético Argentino de Mendoza. En los canales oficiales de la institución la despidieron con dolor: “Con mucha tristeza te despedimos. Gracias por siempre defender los colores de nuestro club. Te vamos a extrañar. Q.E.P.D. Volá alto, Flor querida. Acompañamos a su familia y sus pequeños hijos. ¡Fuerza!”.

Hasta River se solidarizó tras la durísima noticia: “River Plate lamenta el fallecimiento de Florencia Guiñazú, futbolista de Argentino de Mendoza y víctima de un femicidio. El club se solidariza con los familiares y amigos de Florencia y vuelve a expresar su compromiso por una sociedad libre de toda forma de violencia contra las mujeres”.

El suceso tuvo lugar sin haber existido antes ninguna denuncia por parte de la víctima hacia el femicida. Sí hubo, sin embargo, una confesión de los vecinos de la zona: habían escuchado ruidos similares a golpes durante la noche anterior.

Pero una persona vio, ya el sábado por la tarde, una nota en una ventana del departamento en el que ocurrió el femicidio que reflejaba: “Llamen al 911, los niños están solos”. 

 

Entonces tocaron la puerta y atendió el niño más grande, quien admitió que había llamado a sus padres cuando sonó el timbre pero que no le habían respondido.

Ya advertidas las autoridades, una vez que llegaron al domicilio se encontraron con la escena: el cuerpo de Florencia tendido en el piso y el de Soto, colgado del techo.