Conmebol Sudamericana

El Boca de Buñuel: balance en medio de una atmósfera surrealista

Cuánto influyeron en el debut Xeneize los condimentos extrafutbolísticos de una odisea casi cinematográfica.

Por Adrián Wowczuk ·

04 de abril de 2024

BOCA tuvo su esperado debut en la Copa Sudamericana y la realidad indica que la sacó barata y que el punto que a priori podría verse como insuficiente adquirirá una importante dimensión cuando se recuerden los ribetes surrrealistas de su excursión a uno de los techos del mundo. En suma, este equipo y sus peripecias de ribetes peliculescos no pareció ser dirigido por Diego Martínez sino por el cineasta Luis Buñuel.

Desde el vamos el tema de la altura jugó un papel protagónico. Nunca se hablará lo suficiente de un factor al que cualquier equipo no acostumbrado no termina de encontrarle la vuelta, aunque existan más de 50 años de experiencia en este tipo de duelos. 

Que el ahogo, que los dispositivos portátiles de oxígeno, que la alimentación, que la llegada el mismo día del partido, que las sensaciones de falta de aire, que los mareos... un cóctel de situaciones que se repiten cada vez que un elenco argentino tiene por delante un compromiso a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar como los que hay en Potosí.

 

Boca empató 0-0 en su debut en la Copa Sudamericana.
 

Pero incluso la altitud pasó a un segundo plano cuando se supo que para llegar al escenario del duelo con Nacional Potosí el plantel Xeneize debía efectuar poco menos que un safari para llegar a su destino.

Hacer noche en Sucre y trasladarse los casi 160 kilómetros hasta la ciudad andina fue el plan trazado y del que no dejó de hablarse a lo largo de al menos una semana. Entonces, el rival dirigido por Claudio Biaggio de buen presente en el torneo boliviano pasó a un segundo plano y comenzó a ponerse la lupa más en los mapas carreteros que en la estrategia del oponente. Y de pronto, el periodismo dedicado al fútbol sacó a relucir conceptos y conocimientos más familiarizados con las crónicas de rally.

Varios puntos del país del altiplano han sido testigo del paso del mitico Dakara lo largo de la historia de la difícil e intrépida competencia. Y si bien en 2024 ese no fue el caso, la caravana de vehículos todoterreno de Boca en camino hacia la sede del partido fue una especie de premio consuelo que incluyó peripecias poco menos que surrealistas.

Pareció que esa aventura de 3 horas y media por un trayecto de curvas y contracurvas con pendientes y otros condimentos duró más que el vuelo de Buenos Aires a Sucre, e incluyó escalas inesperadas que regaló imágenes insólitas, con futbolistas haciendo fila para ir al baño en humildes paradores en los que además, el público entusiasta y poco acostumbrado a tener en sus alejadas poblaciones a futbolistas devenidos en poco menos que estrellas de rock, aprovechó para tomarse fotos y pedir autógrafos.

Desperfectos mecánicos con pinchaduras de neumático, vehículos con capots levantados a la vera del camino y seres humanos ataviados con conjuntos deportivos azules y amarillos deambulando en la banquina mientras se resolvían dichos entuertos fueron postales de una tarde irracional, condimentos de una previa poco menos que absurda a la espera de lo más importante.

Más que una desilusión por un empate ante un rival que a priori se presentaba como inferior por más que Boca afrontara el compromiso con juveniles y suplentes, el punto terminó por constituir un premio debido primero a la gran actuación de Leandro Brey, un arquero que se vistió de héroe. Y segundo a todos los aspectos al borde de lo ridículo que rodearon una aventura que con el tiempo se verá como una anécdota de tintes poco menos que grotescos.