LAS PALABRAS fueron las justas: "El gran DT y su dedo de Dios para la gloria xeneize". Así resumía El Gráfico la epopeya xeneize. No era para menos: Boca acababa de ganar su segundaCopa Libertadores consecutiva, la cuarta de toda su historia, para convertir el ciclo de Carlos Bianchi como el más exitoso de la historia del club.

La mística de 2000, entonces, se extendió hasta 2001. La historia volvió a ser la misma: Boca, de nuevo, conquistaba América y ya se volvía una costumbre. 

La travesía había comenzado en la primera fase: el conjunto de Bianchi, campeón defensor, ganó la zona con 15 unidades, producto de 5 triunfos y una derrota en un grupo compartido con Cobreloa, Deportivo Cali y Oriente Petrolero.

En octavos de final ganó 3-2 de visitante en la ida ante Junior, con dos goles de Delgado y uno de Riquelme, y empató 1-1 en la Bombonera con un tanto de Guillermo Barros Schelotto.

Ya en cuartos de final se impuso contra Vasco Da Gama tras ganar los dos partidos: 1-0 en Brasil con un gol de Guillermo y 3-0 en La Boca con otros dos tantos del Mellizo y otro de Aníbal Matellán.

Las semifinales fueron para el infarto: otra vez Palmeiras, el rival de la final del año anterior, que estaba sediento de revancha. Boca sacó su chapa de copero y conoció acaso la mejor versión de Riquelme, sobre todo en la vuelta en Brasil. Ambos partidos fueron empate 2-2 y, una vez más, el Xeneize pasó tras ganar en los penales.

Guiño del destino: Boca estaba en la final de la Libertadores. El rival fue Cruz Azul: Boca ganó 1-0 en México con un gol del Chelo Delgado pero perdió por el mismo resultado en la Bombonera, por lo que todo se definió, otra vez, en los penales.

El equipo, comandado en la cancha por Riquelme y respaldado en su arco por Oscar Córdoba, volvió a celebrar desde los doce pasos luego de imponer su jerarquía para el triunfo 3-1 en La Boca. 

Los penales ante Cruz Azul en la Bombonera