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Clarisa Fernández, de las semifinales de Roland Garros a una concesionaria

La ex jugadora argentina, que sorprendió al mundo en la edición del Grand Slam parisino de 2002, se recibió en Administración de empresas y hoy dirige un grupo de varias personas.

Por Redacción EG ·

20 de julio de 2022

CLARISA FERNÁNDEZ tuvo una "fugaz" carrera en el tenis pero le alcanzó para hacer historia: en Roland Garros 2002, veinte años atrás, fue la primera argentina en alcanzar las semifinales del Grand Slam parisino desde que lo hiciera cinco veces Gabriela Sabatini. Hoy es la cuarta con ese hito: luego lo hicieron Paola Suárez (2004) y Nadia Podoroska (2020).

Dos décadas después de aquella proeza, con 40 años y lejos de la vida con la raqueta, la cordobesa se dedica a la gestión telefónica en la venta de autos cero kilómetro en una concesionaria de su ciudad natal.

"Las ventas tienen la misma competencia que un deporte: salir a vender, manejar objeciones, hacer un cierre. También las habilidades blandas son para toda la vida. En una cancha durante una hora y media se siente miedo, angustia, tristeza, orgullo, felicidad y si podés gestionar ese shock de emociones, tenés un paso adelante en todo lo demás que quieras hacer", recordó Fernández, que tiene a cargo un grupo de 40 personas, en diálogo con el periodista Pedro Molina en La Nación.

Como bien dice ahora tiene una vida más parecida a la del resto de los mortales, pero eso no le impidió rememorar la gesta que tuvo lugar en París hace veinte años, una andanza que incluyó triunfos ante jugadoras de la talla de Kim Clijsters y Elena Dementieva.

En las primeras dos rondas les ganó sin problemas a la búlgara Liubomira Bacheva y a Jelena Kostanic. Su tercer partido era contra Clijsters, una de las mejores jugadoras del momento y cuarta preclasificada.

“Yo iba partido a partido, pero sabía que las primeras dos eran ganables. Clijsters para mí era una muralla, que marcó un antes y un después. Cuando entré a la cancha vi que todos eran belgas y yo... visitante. Dije ‘Listo, esto es una Copa Davis’. Me empecé a reír, lo tomé positivo y entré relajada. Estaba muy bien. Gané 6-4 el primer set y cuando me senté en el descanso pensé que tenía que hacer algo diferente porque si no iba a perder. Cualquiera me hubiera dicho ‘¿Estás loca? ¿Qué se te cruzó por la cabeza?’. Ahí está lo importante de detectar oportunidades. La lógica fue: mi punto débil es el revés, me va a salir a atacar por ahí, así que a la primera que me busque, le tiro un winner. Dicho y hecho. Después se bloqueó y le gané 6-0″, contó sobre aquel partido con la belga.

Después de ese triunfo se cruzó con Dementieva, que se sorprendió cuando supo que le había ganado a Clijsters: “Cuando le dije que gané puso una cara de sorprendida y de miedo que dije ‘si juego contra ella, le gano’, aunque sabía que era mil veces mejor que yo. Estaba tan enfocada que así, sin bañarme, agarré las cosas y fui a ver al cuadro. Dementieva todavía tenía que jugar su partido, pero si ganaba nos cruzábamos. Y así fue: me dio tanta confianza verle la cara que le gané".

Luego vendría nada menos que un cruce de alto voltaje entre dos argentinas: Fernández frente a Paola Suárez, que se erigía como la favorita. Sin presión, sin ser la banca, ganó y se coló en las semifinales, donde la esperaba nada menos que la estadounidense Venus Williams.

Así explicó, veinte años después, aquella derrota por el pase a la final: “Nunca había jugado en un estadio tan grande como es el principal de Roland Garros y cuando tiraba la pelota hacia arriba en vez de impactar con la raqueta miranda al cielo, golpeaba mirando personas que se movían porque las tribunas son muy altas. Estaba desorientada y no me pude acomodar. Después me sorprendió el anticipo: pegaba, levantaba la cabeza y tenía de vuelta la pelota en otro lado”.

Tras aquel cimbronazo parisino el mundo le auguraba un futuro enorme a Fernández, que en ese momento tenía apenas 20 años. Pero un dolor en las rodillas generó que le encontraran un problema de nacimiento en los cartílagos de las rótulas. Por ese inconveniente físico la ex 26ª del mundo pasó tres veces por el quirófano pero el dolor jamás desapareció.

Se retiró en 2008, con 26 años, y apostó a la reinvención: terminó la secundaria, se recibió de licenciada en Administración de empresas y trabaja con la presión de las ventas en una concesionaria, similar a la del deporte de alto rendimiento.

“El tenis profesional es un gran embudo que muchos quedan en el medio. Llegar a semis de un Grand Slam es dificilísimo. En ventas de autos por ahí te bochan, pero seguís intentando y en algún momento se da”, sentenció.