Vivir en Sudáfrica

Nota publicada en la edición noviembre 2009 de la revista El Gráfico.

SI UNO SE guiara exclusivamente por las siglas que en minúscula dan la bienvenida sobre uno de los frentes del simple y modesto pabellón principal del High Performance Centre (hpc) de la Universidad de Pretoria, que por arquitectura y aspecto general no dista demasiado de nuestra vieja y querida Ciudad Universitaria de la UBA -allá atrás de la cancha de River-, el augurio no puede menos que ser alentador. Centro de Alto Rendimiento sería la traducción de esta especie de laboratorio deportivo de la más alta excelencia educativa de Sudáfrica en el que muy probablemente Maradona, Messi y compañía intentarán encontrar la fórmula tan ansiada para conseguir lo que hasta ahora ha sido una enorme expresión de deseos: el alto rendimiento colectivo.

“No lo puedo dar por seguro pero le veo muchísimas chances de que sea nuestra casa en el Mundial, habrá que ver qué piensa el resto del cuerpo técnico y también si lo aprueba la FIFA, porque no somos los únicos que lo queremos”, le aseguró Julio Grondona a El Gráfico, sobre el cierre de esta edición, y unos días antes de que el preparador físico Fernando Signorini y los ayudantes de campo, médicos, kinesiólogos y hasta utileros viajaran hacia allí para realizar el testeo final.

Carlos Bilardo lo había preseleccionado en el primer lugar de su lista entre otro par de sitios, cuando lo recorrió en abril de este año por sugerencia, entre otros, de Alejandro Heredia, un ex arquero argentino que vive en Sudáfrica hace más de 20 años y hoy dirige allí, y por las gestiones del embajador argentino ante Sudáfrica, Carlos Sersale di Cerisano, un ex rugbier de San Fernando formado en economía. Grondona lo conoció en junio, cuando viajó para ver las instancias finales de la Copa de las Confederaciones. Unas horas después de esa recorrida junto al diplomático participó de un almuerzo en la casa del embajador junto a varios periodistas, entre los que se encontraban Fernando Niembro, Marcelo Araujo y El Gráfico, y allí comentó que le había causado una muy grata impresión el hpc de la Universidad de Pretoria.

Hoy, con la clasificación ya cerrada, Grondona reafirma su idea y la explica: “Me gustó que tuviera todo en un conjunto, las canchas y la concentración. No ostenta grandes lujos, pero cumple de sobra la función; por todo esto me hizo acordar mucho a la concentración del América de México 86”.
No es un tema menor lograr que alojamiento y campos de entrenamiento se encuentren a poca distancia, en un país que ya asumió como talón de Aquiles su escasa infraestructura para alojamiento y transporte. Si no, basta leer las declaraciones de Harold Mayne-Nicholls, presidente de la Federación de Fútbol de Chile, quien no descartó la posibilidad de que su Selección se aloje fuera de Sudáfrica, en algún país cercano como Mozambique, Botswana o Namibia: “Veremos qué nos ofrecen, lo que necesitamos son al menos dos canchas cerca del hotel y un aeropuerto lo más próximo posible para evitar grandes desplazamientos”.

De todos modos, seguramente no habrá confirmaciones finales hasta después del sorteo, ya que dicha elección sin duda estará influida por las ciudades en las que jugará cada país. Sin embargo, hay una serie de datos que avalan la candidatura de Pretoria como sede del campamento argentino: 1) Tiene a seis de las nueve sedes en un rango de 400 kilómetros; sólo Ciudad del Cabo y Puerto Elizabeth se le escapan a distancias considerables; 2) Está ubicada a casi 1.300 metros de altura, a diferencia de otras varias que se encuentran sobre el nivel del mar (las dos citadas anteriormente más Durban) y, como explican los científicos, siempre es mejor prepararse en la altura (aunque esté lejos de La Paz, tiene más de mil metros) para luego viajar al llano y “volar” en el verde césped, que hacer la inversa y sufrir la falta de oxígeno; 3) Está a 50 kilómetros del O. R. Tambo, el aeropuerto internacional de Johannesburgo, que es el de mayor tráfico aéreo de todo el continente, y con un acceso muy fácil.
Por lo demás, la capital administrativa de Sudáfrica y sede del Poder Ejecutivo, también conocida como Tshwane, cuenta con más embajadas que la mismísima Washington DC, con lo cual si hay algo que allí no falta es la seguridad. Es por este motivo que muchos de los sitios de interés turístico de Pretoria son recorridos a pie, a diferencia del resto del país, donde se aconseja andar en auto o combi. Una breve recorrida por la ciudad del Jacarandá, como se la conoce por la abundancia de dicho árbol que tiñe de lila las calles en primavera, muestra un ámbito similar al de San Isidro, con calles anchas y casas bajas –al menos en los alrededores de la supuesta concentración argentina– y con una ventaja adicional: el Loftus Versfeld, el estadio de la ciudad con capacidad para 50.000 personas, se encuentra a diez minutos del hpc.

¿Cómo es el Centro de Alto Rendimiento de la Universidad de Pretoria?
En el folleto de presentación está promocionado como “la primera parada para los deportistas de elite, el campo de entrenamiento para los campeones deportivos del mañana y la sede elegida por deportistas profesionales y también amateurs”. Fundado en 2002, posee 76 hectáreas (76 manzanas), tiene 6 canchas de rugby y 9 de fútbol, además de otras tantas de cricket. Existen cuatro lockers (especies de pequeños monoblocks), donde suelen hospedarse los estudiantes y un pabellón a un costado, que incluye restaurant, sala de conferencias, Instituto de Investigación Deportiva, Centro Médico con todos los chiches para rehabilitación y estudios, gimnasio de última generación y Rugby House, un alojamiento 4 estrellas, según certifica una placa en la puerta.
“Todo esto quedará cerrado para el público y será de uso exclusivo de la Selección Argentina, si se alcanza el acuerdo”, explicó Leonore Jordaan, de Relaciones Públicas del hpc, a El Gráfico, durante la recorrida realizada en junio. En ese momento, se encontraban en refacciones tanto la sala de reuniones con idea de transformarse en sala de juegos, como las 17 habitaciones dobles más la individual (ahí entran 35 y a los que se les escape la tortuga irán directo a los monoblocks de estudiantes). Esos cambios, entre otros, son los que deben pasar el nuevo filtro del cuerpo técnico nacional.

Las habitaciones y la sala de juegos están en el piso superior (3°), una planta encima del gimnasio y cuentan con una muy buena vista a toda el área verde del hpc y también a los alrededores de la ciudad de Pretoria. En la entrada al gimnasio hay un cajero automático (por si alguno se queda sin efectivo) y tanto la canchita de vóley de arena como la pileta climatizada de 25 metros como el restaurant-buffet están a menos de una cuadra de distancia.

La primera de las canchas de entrenamiento está pegada al Rugby House y sirve para practicar fútbol y rugby; como se observa en una de las fotos, tiene arcos y palos para ambos deportes. El famoso 2 x 1. Los distintos pasillos están decorados con camisetas enmarcadas en cuadros. Por supuesto, hasta aquí no se luce ninguna de fútbol, pero sí de distintos equipos de rugby y de cricket.

Para llegar al estadio principal del hpc, eso sí, hay que recorrer unos mil metros por las calles internas. A falta de las lonas de L’Etrat instituidas por Passarella-Pizzarotti, hay un sistema importante de rejas que corta la circulación dentro de las calles internas. Ya cobrarán triste fama. Dicha cancha principal, donde seguramente se realizarán los ensayos previos a los partidos, fue inaugurada en febrero del 2008; tiene una pista de atletismo y una tribuna de 18 escalones anchos, con capacidad para 3.500 personas, y con indudables comodidades para palomas y otras aves, como lo demostró la abundante cantidad de heces en las gradas (imprescindible llevar gorrito). Los vestuarios no son gran cosa y al borde del campo existe una Kafetería, así, con K, que visto y considerando los acontecimientos de los últimos meses hasta parece haber sido tipeada a propósito para la ocasión.

En uno de los corners, arriba, se levanta una sala de estar, vidriada, con amplios y mullidos sillones, desde la que se puede ver cómoda e inmejorablemente la práctica mientras se saborea algún refrigerio y que, sin duda, si fue pensada para la prensa, tal deseo quedará debidamente postergado para otra delegación de otro deporte de otro entrenador de otro país.

Por Diego Borinsky / fotos: Emiliano Lasalvia
Enviados especiales a Sudáfrica