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Fotógrafos: Kikuchi, el japonés

Cambió el té por el mate amargo y el arado por una cámara. Esta es la historia y las anécdotas de Usuburo Kikuchi, uno de los mejores fotógrafos de El Gráfico, contada por su compañero Ricardo Lorenzo.

Por Redacción EG ·

04 de junio de 2019

 

 

Imagen 1937. La purreteada atenta al field. Foto :Kikuchi.
1937. La purreteada atenta al field. Foto :Kikuchi.
 

El japonés se llama Usaburo Kikuchi, pero en el ambiente de los deportes mecánicos le dicen Pérez, Fernández, López, Martínez, Rodríguez, cualquiera de esos apellidos que terminan en e y z. Cuando así lo llaman, Kikuchi se ríe. En eso es bien japonés. Ríe siempre. Hasta cuando le afanaron la cartera. Y eso ocurrió varias veces, Después de un match de fútbol o de cualquiera otra manifestación deportiva, cuando echó mano al bolsillo en busca de los billetes... los deditos quedaron escarbando en el fondo. Entonces "yo no usa más cartera y lleva prata en bolsillo de atrás, ese de pañuelo. Allí nadie pone prata y chorros no saben yo lleva allí prata", ¿comprenden?: Bueno: no le digan a los chorros.

 

Imagen Usaburo Kikuchi, en sus primeros años en El Gráfico.
Usaburo Kikuchi, en sus primeros años en El Gráfico.
 

Allá en el lejano Japón estudiaba agricultura y soñaba con nuestras pampas. Un día el padre le dió varios cientos de yens y lo mandó en busca de la felicidad y la fortuna. Kikuchi arribó a estas tierras hospitalarias. En el consulado se enteró de que había una colonia japonesa en el Chaco. Allá marchó. Arrendó tierra y se dedicó al algodón. Un año fue muy seco. Al otro año los bichos se comieron las plantas. Kikuchi quedó sin yens. No tenía más dinero para ensayar un nuevo año de agricultor. Se vino a Buenos Aires en busca de otro camino. Había ido tomando té y regresaba tomando mate amargo. Es lo que aprendió allá. El cimarrón es lo que tiene de gaucho en cuanto a las costumbres, pues en lo de buen muchacho, es el más gaucho de todos los gauchos japoneses.

 

EN FÚTBOL

Recordó sus conocimientos fotográficos, pues su padre tenía en el Japón una fotografía. Y así cayó en nuestra casa. De castellano sabía muy pocas palabras. Por eso trabajaba en los laboratorios revelando e imprimiendo. Cuando ya se defendía en el idioma, lo mandamos a sacar una nota de fútbol. Kikuchi se encontró en un estadio. Vió a los fotógrafos alineados junto a los arcos. Jamás había visto fútbol. Vió que los jugadores se colocaron en sus puestos y sonó el silbato.


 

Imagen Diciembre 1936. Kikuchi retrata a José Manuel Moreno semidesvanecido en el piso.
Diciembre 1936. Kikuchi retrata a José Manuel Moreno semidesvanecido en el piso.

Se movió la redonda. Los cracks comenzaron a correr. Vino una carga hacia donde estaba Kikuchi. El ojo detrás del visual atisbaba. La jugada se fue hacia un costado y al japonés se le iba de metraje. Se metió dentro de la cancha y comenzó a correr de atrás al que la llevaba.

—Vení vení..., che, japonés... — le gritaban sus colegas. Nada. Kikuchi no atendía. ¿Qué se iba a quedar allí si la jugada no iba para ese lado? Y seguía corriendo de atrás a los jugadores. De pronto, el juego se detuvo ante el silbato del árbitro que señalaba a Kikuchi. Este miró asombrado.

—Vení vení..., vení — seguían gritando sus colegas. El juez llegó, lo tomó de un brazo, lo llevó hacia donde estaban los otros chasiretes y lo dejó allí. Ese día Kikuchi supo para qué servían las rayas de gol... Y con el andar del tiempo supo más: supo discutir de fútbol y hasta decir: "Zito mucho gambetiar..., mucho gambetiar... Mejor tirar arco..." Ya ven: aprendió hasta a opinar.

Kikuchi fue el que tomó aquella foto de Daniel Musso cuando el coche se está tumbando en Llavallol y el que sacó, quince días más tarde, la del accidente ocurrido en el circuito de La Plata y en donde un fotógrafo que estaba al lado suyo, fue derribado por el mismo auto que se llevó las bolsas. Allí el japonés no perdió su serenidad.., aunque perdió momentáneamente la sonrisa.

Imagen Daniel Musso vuelca en el Circuito de Llavallol durante la prueba automovilística allí efectuada a comienzos del alío 1937... Esta impresionante fotografía fue tornada, con riesgo de su vida, por nuestro Usaburu Kikuchi.
Daniel Musso vuelca en el Circuito de Llavallol durante la prueba automovilística allí efectuada a comienzos del alío 1937... Esta impresionante fotografía fue tornada, con riesgo de su vida, por nuestro Usaburu Kikuchi.

 

Cuando fuimos a la Buenos Aires-Mar del Plata, a la salida de Dolores, después de cumplida la primera etapa, en esa mañanita tibia marchando al solcito detrás de los ciclistas, Vaccario se acercó con su coche y me dijo:

—Mirá: el japonés debe tener sueño porque tiene los ojos chiquitos...

La noche anterior se había disfrazado en el corso de Dolores. Se hizo abotonar el saco hacia atrás, se puso la gorra al revés, se colocó un antifaz en la nuca y unos bigotes a lo chino debajo de la nariz. Parecía un hombre de dos caras y Fernández, digo, Kikuchi, creía que nadie lo reconocería, pero a la primera serpentina que arrojó le dijeron: —Che, japonés...; a ver si sacás bien las fotos.

 

Imagen He aquí al "japonés de El Gráfico", figura popular de nuestro ambiente deportivo, Kikuchi tiene en su haber infinidad de anécdotas y de proezas que le han dado firme personalidad, algunas de las cuales se relatan en esta nota.
He aquí al "japonés de El Gráfico", figura popular de nuestro ambiente deportivo, Kikuchi tiene en su haber infinidad de anécdotas y de proezas que le han dado firme personalidad, algunas de las cuales se relatan en esta nota.

 

Es un gran fotógrafo y con una ventaja sobre la mayoría: estudia. Siempre recibe esos libros en japonés que están escritos a contramano y en los cuales las letras gambetean más que Zito. De allí extrae nuevas fórmulas para revelados, de allí obtiene conocimientos que lo van llevando hacia la perfección. Venido a nuestro país hace una docena de años detrás de un sueño de rico agricultor, cuajó en fotógrafo deportivo. No sospechaba nunca, el día que se tomó el tren para el Chaco y miraba la inmensidad de nuestros campos, que algún día volvería por esas rutas esgrimiendo una cámara fotográfica detrás de un pelotón de ciclistas o apostándose en un viraje para tomar al coche en pleno derrapage. Ni pasaba por su mente que habría de casarse con una compatriota suya y ser "madre" dos veces. Sí; porque Kikuchi tiene dos nenas.

 

  Por Ricardo Lorenzo (1938).