100 años de El Gráfico

Ricardo Lorenzo, Borocotó.

En 1927 vino desde Uruguay Ricardo Lorenzo y el rumbo de la revista cambió para siempre. Cronista de todos los deportes y de la vida, por 23 años Borocotó fue El Gráfico y El Gráfico fue Borocotó.

Por Redacción EG ·

29 de mayo de 2019

 

 

Imagen Ricardo Lorenzo, antes de ser Borocotó.
Ricardo Lorenzo, antes de ser Borocotó.
 

Testimonio de Clotilde Torterolo de Lorenzo, esposa de Ricardo Lorenzo.

"Mi marido nació en Montevideo en 1902. Su padre era lechero, y para poder ayudar a su familia Ricardo trabajó en el mismo oficio desde muy chico junto a su padre. Por eso le decían: 'El lecherito'. Después pasó como cadete a una zapatería hasta que en una fiesta de San Fermín, un 7 de julio, jugando con otros chicos, tiró la olla con la comida de su patrón y fue despedido. Trabajó luego en la tienda montevideana London-París y como obrero en el frigorífico Swift. Pero la base de su carrera como periodista estuvo cuando trabajó como chofer de una familia muy rica. Sus patrones solían ir de visita a la casa de amigos y Ricardo aguardaba durante muchas horas en el auto. Entonces aprovechaba para leer con gran avidez. Con eso enriquecía sus conocimientos, ya que sólo había llegado hasta tercer grado. Fue un verdadero autodidacta y frecuentaba un café donde se reunían señores que pertenecían a círculos literarios. Ya en Buenos Aires recopiló aquellos momentos y escribió "Charlas de Café".

Fue el doctor Mora Guarnieri, hombre de letras, quien conociendo su otro amor, el deporte, le dijo que por qué no se hacía periodista deportivo. Y lo que terminó de empujarlo hacia su profesión definitiva fue el deseo de su hermana Elina, que estaba muy enferma. Ella soñaba con tener un hermano periodista. En el diario "El Día" le dieron cabida a Ricardo. No pasó mucho tiempo hasta que Aníbal Vigil leyera sus artículos, que eran muy personales. Y Vigil le pidió que viajara a Buenos Aires para incorporarse a EL GRAFICO. Fue en 1927. Tenía 25 años.

 

Imagen Ricardo Lorenzo junto al fotógrafo Garabito en el móvil de El Gráfico.
Ricardo Lorenzo junto al fotógrafo Garabito en el móvil de El Gráfico.
 

Aquellos primeros sueldos de EL GRAFICO le alcanzaban para pagar la pensión y para enviarle algún dinero al hermano menor que estudiaba medicina. Amaba el ciclismo, su primera gran pasión. Solía levantarse a las dos de la mañana, tomar su automóvil y dirigirse a un pueblo lejano para cubrir las competencias. El comenzó a frecuentar el club Regatas Almirante Brown y allí nos conocimos. Nos casamos en 1933. Quería tanto a EL GRAFICO que vivía en la revista. Y no encontró mejor manera de anunciar nuestro enlace que escribiendo en un pizarrón de la redacción: "Mañana me caso con la señorita Clotilde Torterolo. Fue la única participación que hizo...

Era un apasionado de su profesión y amable a la revista. En lugar de apaciguarse con el correr del tiempo, vivía y sufría a EL GRAFICO con una intensidad asombrosa. Más de una vez me despertaba a la noche y no lo veía a mi lado. Lo buscaba y lo encontraba en un cuarto escribiendo notas para la revista. Creo que en casa nunca tuvimos la noción exacta de lo que trabajó. A tantos años de su fallecimiento aún encontramos originales que seguramente escribió aquellas noches.

 

Imagen Borocotó era un apasionado de los deportes, pero el que más le gustaba era el ciclismo.
Borocotó era un apasionado de los deportes, pero el que más le gustaba era el ciclismo.
 

Pese a que en los primeros tiempos eran muy escasos los viajes al exterior, solía comentarle a don Aníbal Vigil: “Tenemos que ir algún día a cubrir el Tour de Francia o el Giro de Italia. EL GRAFICO debe tener en sus páginas esos acontecimientos'. Ricardo tenía sus frases célebres, esas que guardaba en la intimidad.

-Al rugby lo debe haber inventado un inglés borracho después de bajarse una botella de whisky, porque avanzar significa tirar la pelota para atrás… Con algo de ironía y melancolía solía decirme...

-Mi violín tiene dos cuerdas. Una que hace reír y la otra que hace llorar.

Su seriedad en el tratamiento de las notas era increíble. Una vez durmió en el club Regatas La Marina para compenetrarse aún más de una nota que debía hacer al día siguiente.

 

Imagen El dorso de esta fotografía dice: “Team de cronistas que defendió los prestigios del cuarto poder. (Ahora debe ser como quinto o sexto). De izquierda a derecha: Víctor H. D'Angelo, Ricardo Lorenzo, Alfredo Rutschi, Itata Alfredo Ferrito y A. Diana Costa”.
El dorso de esta fotografía dice: “Team de cronistas que defendió los prestigios del cuarto poder. (Ahora debe ser como quinto o sexto). De izquierda a derecha: Víctor H. D'Angelo, Ricardo Lorenzo, Alfredo Rutschi, Itata Alfredo Ferrito y A. Diana Costa”.
 

El seudónimo de Borocotó nació en una ocasión que le llevó a don Constancio Vigil tres notas firmadas por Ricardo Lorenzo. A don Constancio eso no le gustó. Y entraron a buscar apodos, hasta que a ambos se les ocurrió descifrar el sonido que hacían con sus dedos sobre los muebles, como los tamboriles con los candombes (Bo-ro-co-tó, Bo-ro-co-tó). Desde entonces pasó a ser más conocido como Borocotó que por su verdadero nombre. Pero no fue el único seudónimo que utilizó. Había otros más:

LAGUNERO, para sus notas de remo.

D. GANCHO, para las notas de básquetbol.

 

Imagen Ricardo Lorenzo refresca en carrera al ciclista de Paraná Oscar Martínez
Ricardo Lorenzo refresca en carrera al ciclista de Paraná Oscar Martínez
 
Su deporte preferido era el ciclismo. Solía salir a pedalear conmigo en tiempos que una mujer en bicicleta era un hecho muy pero muy extraño. Subíamos mi bicicleta al auto y desde Villa Devoto, donde vivíamos, nos íbamos hasta Palermo. Recién allí comenzábamos a pedalear, porque a mí me gritaban de todo y a Ricardo no le gustaba. Cuando hacíamos esas excursiones siempre nos acompañaban Cosme Saavedra y su esposa. En la Editorial confiaban ciegamente en él. Y él se había ganado esa confianza trabajando hasta más no poder. En 1958 tuvo una prueba de esa confianza casi familiar: le confiaron al actual director editorial, Aníbal Vigil, para que lo llevara a presenciar el Campeonato Mundial de Fútbol en Suecia. . ."

 

Imagen En la foto Poliznetti (fotógrafo de El Gráfico), T, García Escribano, Roberto De Vicenzo, Juan Galvez y Ricardo Lorenzo.
En la foto Poliznetti (fotógrafo de El Gráfico), T, García Escribano, Roberto De Vicenzo, Juan Galvez y Ricardo Lorenzo.
 

 

El 25 de junio de 1932 aparecieron las primeras “Apiladas”. Era el número 676 de la revista. Los lectores que clavaron la vista en la página 46 estaban asistiendo a un hecho histórico. Vamos hacia él.

 

UNO, DOS, TRES...

Una bicicleta, un ciclista. Dos bicicletas, dos ciclistas. Tres bicicletas. Silvio Innocenti con la bandera en la raya de llegada.

FRUTA DEL TIEMPO

Antes se plantaban las minas de los compadritos. Ahora también se piantan los jugadores. Independiente, Platense, etcétera.

Borocotó era así. Directo, simple, sano, irónico.

 

Imagen Ricardo Lorenzo en su cena de despedida de El Gráfico.
Ricardo Lorenzo en su cena de despedida de El Gráfico.
 

Pasaron veintitrés años desde aquellas primeras "Apiladas" de Borocotó. El mismo, en el número 1897, del 30 de diciembre de 1955 escribía su epitafio... 

"Si lo hice bien o no, quedará a criterio de los lectores. Solamente me cabe el derecho de expresar que de mi tarea periodística es lo que más estimé. En esos pincelazos puse lo mejor de mí, lo que llevo más adentro, el recuerdo de una infancia feliz por lo pobre y por lo libre. Alguna vez dije que a cambio de pobreza Tata Dios nos había otorgado la fortuna de la libertad. Y nada más. Alguna vez tenía que ser. Y fue".

Con Borocotó se cerró un ciclo en la vida de EL GRAFICO. Fueron casi treinta años en los que el deporte argentino vivió al influjo de grandes hechos y protagonistas. Firpo, Zabala, Jeannette Campbell, Erico, Justo Suárez, Gatica, Vareta con su boina, Pontoni, los Gálvez, Fangio, Lazzatti, Moreno. Delfo Cabrera, Furlong y tantos otros que forjaron la historia del deporte argentino. Todos ellos y EL GRAFICO. Corriendo juntos por los andariveles del tiempo.

 

(1979)

 

Imagen El día que falleció Ricardo Lorenzo, hicieron un minuto de silencio en los estadios argentinos.
El día que falleció Ricardo Lorenzo, hicieron un minuto de silencio en los estadios argentinos.