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Argentina-Polonia: Kempes, la primera Mano de Dios y el milagro de FIllol

La consagración en el Mundial 1978 no hubiera sido posible sin aquella jugada salvadora del Matador. Las imágenes, el video y la edición de El Gráfico.

Por Pablo Amalfitano ·

29 de noviembre de 2022

Argentina y Polonia protagonizaron un mítico partido en el Mundial 1978 que no hizo más que garantizar un milagro, un suceso sin el cual el equipo de César Luis Menotti no habría podido llegar a la primera consagración de la historia.

La Selección transitaba la primera cita mundialista en territorio nacional y venía de la derrota ante Italia por 1-0 en el cierre de la primera fase, que la dejó en la segunda posición de cara a la siguiente ronda, por entonces otra instancia de zonas.

En la apertura del Grupo B de la segunda fase Argentina llegaba a Rosario para jugar el 14 de junio en el Gigante de Arroyito ante Polonia, con uno de los mejores recibimientos que se recuerden -en la zona también estaban Brasil y Perú-. Ese día Mario Alberto Kempes protagonizaría nada menos que la primera Mano de Dios, el milagro que facilitaría la posterior clasificación del equipo de Menotti para la final.

El Matador festejó el 1-0 a los 16 minutos del primer tiempo, pero en ese momento todavía no había tenido lugar su mayor gesta de la jornada. Un paso en falso de Ubaldo FIllol dejó el arco argentino totalmente libre y a merced del artillero polaco Grzegorz Lato, quien sacó un cabezazo con destino de gol y empate. Pero el delantero cordobés se iluminó, levantó vuelo y logró interceptar la pelota en la línea con el puño.

"El momento sagrado", lo bautizaría tiempo después el Pato, quien también admitiría que había sido un error propio y que había salido a destiempo. Aunque después el legendario arquero argentino remendaría la falla.

En los tiempos contemporáneos del fútbol aquella acción de Kempes le habría costado la expulsión, pero en ese momento no existía el último recurso y ya se consideraba suficiente perjuicio el penal. Incluso ni siquiera estaba mal visto utilizar ese manotazo final en última instancia.

El árbitro sueco Ulf Eriksson cobró el penal que luego ejecutaría el capitán polaco Kazimierz Deyna, quien tuvo el empate en sus pies pero sacó un disparo suave y bajo a la izquierda que encontró las manos de Fillol.


Kempes, sin embargo, no se conformaría con haber evitado el empate transitorio de Polonia sino que, a los 26 minutos del segundo tiempo, sentenciaría la historia con el 2-0 para el conjunto de Menotti. Aquel partido representó un impulso extra para una Selección que luego sólo le quedó crecer: igualó 0-0 ante Brasil, aplastó 6-0 a Perú y, por último, le ganó una mítica final por 3-1 a Holanda en el estadio Monumental.

-La edición de El Gráfico que reflejó aquel heroico suceso mundialista-