Las Crónicas de El Gráfico

1979. Brindisi, Avallay y Babington ganaron el clásico de Boedo

Miguel Brindisi, Roque Avallay y Carlos Babington, tres glorias del Huracán campeón de 1973, vuelven a jugar en el Globo y se dan el gusto de ganarle a San Lorenzo en el último clásico disputado en el Viejo Gasómetro.

Por Redacción EG ·

23 de enero de 2020

Arturo Ithurralde se disponía a pitar el comienzo del último clásico San Lorenzo - Huracán jugado en el viejo estadio de Avenida La Plata. Y ahí estaban los tres, como en los tiempos felices de 1973, juntos en el círculo central. Era como si el tiempo se hubiera detenido. Como si Miguelito Brindisi no hubiera pasado tres años en Las Palmas. Como si Roque Alberto Avallay no hubiese ves-tido otras tres casacas —Atlanta. Chacarita, Racing— antes de pegar la vuelta. Como si Carlos Babington nunca hubiera extrañado, al lado de su señorial empeine zurdo, la presencia de sus viejos compañeros del Globo Campeón. El inglés volvió al club hace un año y los estaba extrañando. Cuando pasaba la suela de su pie izquierdo sobre la pelota mientras levantaba la cabeza buscándolos, veía otros compañeros. Era otro Huracán. Pero ahora, a punto de jugarse los dos puntos frente al rival eterno, ahí estaban los dos. Roque, más sufrido, tras haber pasado hace diez meses por la angustia de pensar en decirle adiós al fútbol; Miguel, llenando la casaca blanca con su tórax ancho, después de tres temporadas de fútbol español. Todo estaba como entonces. ¿Todo?

 

Imagen Babington, Brindisi y Avallay en el Palacio.
Babington, Brindisi y Avallay en el Palacio.
 

¨Cuando faltaban tres o cuatro fachas para que terminara el Metropolitano, la gente de Huracán vino a verme... Te imaginas, me quise morir de alegría. Babington ya estaba en el club y Miguel andaba en eso... Esto es volver a encontrarse con la familia." (AVALLAY)

¨Es que siempre fuimos muy unidos, desde que empezamos a jugar juntos, allá por el '72. Salíamos con nuestras novias y esposas; íbamos al cine o a cenar al restaurante La Raya. Muchas veces, incluso, veníamos a comer un asado aquí mismo al club..." (BRINDISI)

"Huracán fue siempre nuestra casa. Acá pasamos momentos inolvidables tanto a nivel humano como en lo profesional. En el '73 éramos una máquina. Jugábamos de memoria, nadie nos podía parar... Por eso tengo miedo de que la gente se confunda y piense que vamos a volver a ser el equipo campeón de hace seis años. Ojalá, Dios quiera... Pero ha pasado mucho tiempo..." (BABINGTON)

Ya habían caminado juntos las calles de la barriada quemera. Se habían acodado en la misma mesa del bar EL GLOBITO al lado del estadio. Habían actuado juntos en un amistoso contra All Boys y ya habían sentido la ansiedad, los nervios, la emoción y el halago de dos resultados positivos en el Nacional: empate en Salta, triunfo en Parque Patricios. Con goles de los tres, como en los viejos tiempos, aunque sin jugar como en los viejos tiempos, cuando el Globo cobraba altura, remontado por el toque limpio y certero de Brindisi, Avallay y Babington. Pero esto era distinto. Tenía otra responsabilidad. Y otro sabor. Era contra San Lorenzo y en el Gasómetro.

Imagen Los tres amigos que el destino volvió a reunir bajo la misma casaca, rememorando otros tiempos en las calles de Parque Patricios.
Los tres amigos que el destino volvió a reunir bajo la misma casaca, rememorando otros tiempos en las calles de Parque Patricios.

Fueron veinte minutos de esperar el partido. De verlo accionar a Claudio Marangoni llenando la cancha con presencia y con fútbol. A los veinte minutos los tres comprendieron, como lo había comprendido todo Huracán, que Marangoni estaba solo. Y al conjuro de la zurda infalible de Carlitos Babington, Huracán entró a manejar el partido. Brindisi, acusando tres años vividos en otro ritmo y otro concepto de fútbol, mostraba que su generosidad para correr la cancha sigue intacta, pero su sensibilidad para manejar la pelota ha bajado. Roque Avallay, sintiendo en la nuca la respiración de Gene, dispuesto a correrlo por toda la cancha. El partido ya estaba para Huracán. Porque también se mostraba allá, sobre la izquierda, la vieja sapiencia del Lobo Carrascosa. Y de este lado, la batalladora marca del pequeño Cheves.

"La gente está muy entusiasmada. Todos nos saludan. Todos nos alientan nos dicen que están felices de que hayamos vuelto. No... si es como dice Roque, volver a Huracán es volver nuestra casa..." (BABINGTON)

"Y pensar que yo pude haber regresado en febrero... Cuando Huracán Tiranía Ardiles, los directivos quisieron repatriarme enseguida. Pero en ese momento Las Palmas no quiso y tuve que esperar hasta ahora. Lo importante es que ya estoy de vuelta y con mis amigos de siempre…" (BRINDISI)

"A este club no hay con qué darle. Y unirá que yo anduve por unos cuantos... Pero aquí me siento realmente cómodo. Feliz. Si Dios quiere vamos a volver a salir todos juntos como hace seis años. Antes era con nuestras novias. Ahora será con nuestras señoras e hijos. La... qué lindo va a ser..." (AVALLAY)

La secuencia del gol de Avallay

 

Imagen Pelota filtrada por Brindisi.
Pelota filtrada por Brindisi.
 

 

Imagen Sanabria está por recibir.
Sanabria está por recibir.
 

 

Imagen Tras el pase de Sanabria, Avallay la manda a la red.
Tras el pase de Sanabria, Avallay la manda a la red.
 

Once minutos le bastaron al Globo para definir el clásico. Once minutos de fútbol claro, tranquilo, certero y punzante. Minuto 25. La peleó Cheves contra dos hombres de San Lorenzo en la con-fluencia de las dos rayas de cal, lateral y media. Se la llevó Brindisi y colocó el pase perfecto, por adentro de la marca, Para el pique por afuera de Jorge Sanabria. El mayor de los Sanabria la jugó como si fuera Houseman, el único gran ausente de este reencuentro con el ayer feliz. Roque Avallay llegó tirándose al suelo para conectar el pase atrás de Sanabria y fue gol. Minuto 36. Pelotazo largo para Brindisi. Y Miguel que pica COMO en el '73 a buscarla en el claro, sobre el ángulo derecho del área grande. Foul de Manccinelli. Casi un comer Corto. Los dos —Babington y Brindisi— parados junto a la pelota. Podía ser chanfle del inglés hacia adentro. O chanfle de Miguel hacia afuera. Le pegó Miguel. Como en los viejos tiempos. La pelota describió una curva perfecta alrededor de los dos hombres que hacían barrera y cuando se iba abriendo, junto al palo izquierdo de Wálter Corbo se llevó por delante la cabeza de Dante Sanabria y se metió en la red.

"Che muchachos. ¿Se acuerdan de aquel partido contra River en el '73? ¡Qué papelón hicimos...! Hubo un tiro libre y decidimos hacer una jugada que practicábamos en la semana. Yo me ponía frente a la pelota. René venía desde la derecha, amagaba a patear y pasaba por arriba. Babington hacía lo mismo desde la izquierda y después pateaba yo. Bueno. Resulta que pasó "el loco", pasó Callaos, y yo, en vez de patear, también tomé carrera y pasé por encima de la pelota... Nos silbaban de todos lados..." (BRINDISI)

"Una anécdota linda es aquella que tenemos de cuando jugábamos juntos en la Selección. Estábamos concentrados en el City Hotel. A eso de las 12 de la noche, un montón de gente empezó a juntarse frente al hotel y a corear nuestros nombres. Eran hinchas del Globo y como acabábamos de salir campeones con Huracán nos querían felicitar. Tanto barullo armaron que Sívori tuvo que dejarnos bajar. Nos levantaron en andas, nos pasearon un rato y nos llevaron de vuelta al hotel..." (BABINGTON)

Imagen Parque Patricios es su barrio, allí son queridos por todas las alegrías que le dieron a Huracán.
Parque Patricios es su barrio, allí son queridos por todas las alegrías que le dieron a Huracán.

No hubo mucho más para ver y aplaudir en Boedo. Con el ingreso del pibe Rinaldi por Collavini y de Horacio Narciso Doval por Rizzi, San Lorenzo trató de Conseguir acompañantes para Marangoni. Pero todo quedó en la intención. Ya nadie se sintió acompañado por nadie. Ni Babington en Huracán encontraba para el diálogo a un Brindisi que había bajado de revoluciones o a un Avallay que llegó tarde a conectar solo frente al arco una hermosa pelota colocada por el inglés en un tiro libre. San Lorenzo descontó y se puso a tiro de empate pero el fútbol claro y seguro que todavía podía verse en el clásico pasaba exclusivamente por los pies de Carlos Babington. No fue el gran reencuentro que los hinchas del Globo y los amantes del fútbol estaban esperando. A Roque y a Miguelito todavía les falta. Pero el ratito que los juntó, no sólo en presencia física sino en comunión de fútbol, bastó para que entre los tres ganaran dos de los cuatro puntos más importantes que se juega Huracán en cada Campeonato: los que sirven para amargarle la vida a San Lorenzo.

 

 

Por JUVENAL y DANIEL DATOLA (1979).

Fotos: ALFIERI (hijo), ZUCCHERI, CARBALLO, MARTINEZ y FIGUERAS.