Las Crónicas de El Gráfico

1959. Chacarita regresa a Primera

Un grande volvía al lugar que le correspondía, la crónica de una tarde donde las inclemencias climáticas tuvieron un rol importante, y la tarde donde Chacarita volvió a lo más alto del fútbol argentino.

Por Redacción EG ·

14 de enero de 2020

¨El viento jugó con ellos y la pelota también¨

 

Ya tenemos al campeón. Primera B tiene un dueño por este año. Un campeón - dueño muy acorde en méritos futbolísticos con las conclusiones que emergen de un análisis técnico y táctico hecho en base a lo visto en este torneo.

El proceso que comenzó a manifestarse en el anterior partido con Dock Sud se hizo evidente en esta última presentación de Chacarita. Sabemos, porque lo hemos experimentado personalmente, de la importancia que adquieren los distintos estados de ánimo en la disponibilidad que de sus recursos naturales pueda hacer un atleta. En ese aspecto pueden ser tan peligrosos los estados depresivos como los excitantes, al subordinar las concepciones a las emociones.

Pero nosotros no seremos tan ingenuos como para pensar que Chacarita ha jugado mal sus dos últimos partidos porque la idea y la proximidad de sentirse campeón así lo determinaron Nosotros lo hemos visto al team de San Martín durante todo el año. Y por eso podemos poner las cosas bien en claro: es un cuadro que, jugando normalmente mal, está jugando peor. Con un pequeño atenuante desde dos semanas atrás, y sin alguno en el resto del campeonato.

 

Imagen Chacarita vs Almagro. 12-12-1959.
Chacarita vs Almagro. 12-12-1959.
 

Se dice que es un digno campeón. Estamos de acuerdo, aunque con distintos fundamentos. Nunca mejor habido un campeón que cuando es la más clara representación del nivel predominante en su división. Será fiel exponente del valor y la eficacia de los recursos que son verdad en primera B. Nos dirá si son verdad en fútbol o sólo lo eran en un medio en el que la velocidad, la fuerza y las ganas han sido común denominador. No se entienda que aventuramos un vaticinio estadístico para cuando Chacarita esté en primera A. No nos arriesgamos a decir lo que un señor nos dijo a la salida de este match: "Lo van a bajar a goles", pero nos imaginamos muy bien lo que van a hacerle correr a esa defensa alguna delantera que juegue fútbol. Y lo que van a correr de más sus forwards ante una defensa que juegue fútbol. Claro que como en primera A se cuecen habas casi a la misma temperatura de su hermana menor, la B, el año que viene escucharemos decir a menudo: "¿Vieron que se equivocaron?, Chacarita se adaptó y "anda bien". Lo que pasa es que tiene calidad". Y también puede ocurrir que el equipo de Chacarita 1960 no tenga nada que ver con el Chacarita 1959. Qué bajo concepto se tiene hoy de la calidad en fútbol! Hasta nosotros estamos perdiendo su recuerdo de tanto encontrarla ausente. Así, casi nos sorprendimos este sábado cuando vimos a Parrucci y Fazzolari parar alguna pelota jugarla con algún sentido, o a Moreno teniendo coraje para darla corta y hacia un compañero, mí éste estuviera en su misma línea o aun atrás suyo. Posiblemente nuestro sentimiento fuera de gratitud hacia quienes permitían unos segundos de descanso a nuestra agitación, producto de la necesidad de tener que seguir a una pelota que volaba al ritmo del viento y a hombres que corrían al ritmo de la pelota; que cuando la encontraban la ponían en la zona en la que el viento la pudiera hacer volar nuevamente para seguir corriendo, chocando y cayéndose.

Al respecto es bueno aclarar definitivamente algo para que se termine de entender. Existe una confusión generalizada entre el juego de alto y el juego por el suelo. Aceptando que en determinadas (y muy determinadas) circunstancias puede suceder lo contrario, el fútbol bien jugado se hará con el jugador de pie, con la pelota a ras del suelo, rodando mucho (la pelota, no el hombre), y evitándose los contactos personales. Esa es la base; de ahí parten las variantes.

 

Imagen Chacarita vs Talleres. 5-12-1959.
Chacarita vs Talleres. 5-12-1959.
 

Aquí se hizo lo contrario. Hasta que llegaron los dos goles del campeón con dos preciosas jugadas de Restivo. Entonces cambió Chacarita y cambió Talleres. El primero porque cumplida su necesidad de obtener dos puntos más vió desaparecer su obsesión. El segundo porque con esos dos goles en contra alejó de sí la obligación de tener que defender el resultado de un match que jugó por imposición del fixture, pero para el cual no dispuso del ánimo que le sobró a Chacarita, Talleres no entregó el partido, lo jugó sin incentivo. Jugando a ganar, hubiera sido el primer sorprendido de haber ganado.

 

Imagen Restivo fue el goleador de Chacarita con 29 tantos.
Restivo fue el goleador de Chacarita con 29 tantos.
 

Al encontrarse 2-0 Chacarita quiso jugar bien. Quiso hacer correr la pelota. Con las reservas que nos imponen el haberlo hecho sólo al saberse campeón y frente a un adversario que daba para eso y mucho más, debemos reconocerle la buena intención. Pero el problema está en que Chacarita no puede acostumbrar a sus piernas así, de pronto, a jugar bien cuando esas mismas piernas están habituadas a hacer otra cosa muy distinta. Se quiso tocarla, pero a la misma velocidad con que antes se había corrido y se la había tirado. Resultado: se hicieron algunos lujos, como un taco de Scattolini y un cruce de piernas de Martín, y fue pasando el rato. Faltaban tres minutos, y la esperada invasión. Brozzi dejó seguir jugando con público adentro del field. Invasión completa. Suspensión. Marcha atrás. Se Jugaron los tres minutos. Invasión y gran festejo.

 

 

Por Jorge Llistosella (1959).