Las Crónicas de El Gráfico

1964. Boca 3 - 2 Barcelona

Por Juvenal. En el marco de la Copa Iberoamericana, también disputada por River (finalmente Campeón) y Botafogo de Brasil, el conjunto argentino pudo superar al europeo en un encuentro vibrante. FOTOS INÉDITAS

Por Redacción EG ·

06 de junio de 2019

El 9 de julio de 1963 Boca y Barcelona protagonizaron un hermoso encuentro que nos permitió decir cosas como éstas: JUGARON. Así con mayúsculas. No forcejearon. No especularon. No aburrieron. JUGARON. Con gran sentido ofensivo, buena construcción de juego, habilidad, vigor, velocidad. Y sobre todo (o más bien como resultado de todo le anterior) gran ritmo. En otro párrafo: "Con un partido así de cada cuatro puedo garantizar que el fútbol nuestro se levanta hasta alturas insospechadas. Ese mismo público que aplaudió a rabiar en la Bombonera cuando terminó el encuentro quiere que le den partidos así. Que lo obliguen a aplaudir. Que le demuestren que el fútbol, cuando se sabe y cuando se quiere, también puede ser gran espectáculo jugado a velocidad".

 

Imagen Benicio Ferreira despedir el remate cruzado que se convirtió en el segundo gol de Boca, desbordó bien por adentro a su marcador, Gracía, y apenas vio el claro, a derecha de Sadurni, bajó la cabeza y le dio con toda justeza. Pereda no llega a trabar su definición.
Benicio Ferreira despedir el remate cruzado que se convirtió en el segundo gol de Boca, desbordó bien por adentro a su marcador, Gracía, y apenas vio el claro, a derecha de Sadurni, bajó la cabeza y le dio con toda justeza. Pereda no llega a trabar su definición.
 

El último domingo, 12 de julio de 1964, los mismos equipos protagonizaron en Núñez un excelente partido y podríamos repetir casi los mismos conceptos de entonces para calificar el espectáculo ofrecido.

La nueva edición Boca-Barcelona se mostró corregida y aumentada respecto a la anterior en el rubro goles. Aquella vez ganaron los locales 2 a 1. Esta vez hubo cinco impactos, todos de muy buena factura. Algunos, como el de Kocsis (primer empate) o Rojas (3 a 2 definitivo), de gran concepción futbolística y sello espectacular.

También esta vez, como el año pasado, el GRAN PARTIDO no fue el producto del enfrentamiento de DOS PERFECTOS EQUIPOS.

Boca y Barcelona exhibieron defectos. Individuales, de orden colectivo e incluso de planteo. Pero la suma de virtudes expuestas por ambos contendores, el gran sentido profesional con que la mayoría de los protagonistas se volcaron íntegros en favor del espectáculo, y el intenso ritmo de acción que, con pequeñas aflojadas, tuvo la lucha, arrojan un promedio excelente. Si estuviéramos acostumbrados a ver partidos así, intensos y atrayentes durante 90 minutos, le asignaríamos 8 puntos sobre 10. Así, en la comparación con lo que vemos dominicalmente en nuestro fútbol, le damos no más los diez puntos...

CONTINUIDAD, RITMO, ANTICIPO

Esos tres atributos, ignorados o menospreciados durante tantos años entre nosotros, hasta que tocamos fondo y comprendimos que estábamos confundiendo fútbol con fulbito, parecen haber sido asimilados por nuestros equipos. Boca e Independiente son, tal vez, los que más a tono se han puesto con lo que pasa en el resto del mundo en cuanto a continuidad, de esfuerzo, ritmo de juego y anticipación, tanto física como mental.

 

Imagen Roma con la pelota. Silvero custodia en la línea. Rattín atento. Boca, por momentos, pudo contener el ataque del conjunto europeo.
Roma con la pelota. Silvero custodia en la línea. Rattín atento. Boca, por momentos, pudo contener el ataque del conjunto europeo.
 

Pero necesitamos, de tanto en tanto, la inyección estimulante de un adversario como el Barcelona, que nos exija funcionar a mayor número de revoluciones que lo habitual y nos permita comprobar dos cosas igualmente importantes:

1) el fútbol veloz no anula el buen juego ni desvirtúa el espectáculo;

2) el jugador de nuestro medio está capacitado, técnica, física y mentalmente para adecuarse a un ritmo de juego más intenso sin perder calidad de rendimiento.

Y conste, una vez más, que no preconizamos un fútbol de sprinters o un fútbol de atletas. De sprinters sin fútbol y atletas sin fútbol.

Clamamos por un fútbol de jugadores que sepan manejar la pelota, pero que no se duerman con ella. Que sepan dominar el adversario con su habilidad, pero que usen esa habilidad con signo positivo. Es decir: superado el adversario, no volver a encontrarlo en el camino. No darle chance para ser útil otra vez. En síntesis: queremos que nuestro fútbol adquiera el dinamismo, la consistencia y el vigor que es tarifa standard en otros sitios del mundo, sin perder su calidad y su intuitiva facilidad para mantener estrechas relaciones afectivas con la pelota.

Partidos así demuestran que podemos. A pesar de todos sus errores, todas sus debilidades y todos sus cables sueltos...

 

Imagen Se disputó un tiempo con cada balón, el primer tiempo con el español (más grande y liviano) y el complemento con el argentino.
Se disputó un tiempo con cada balón, el primer tiempo con el español (más grande y liviano) y el complemento con el argentino.
 

BARCELONA; VIRTUDES

Lo vimos contra River. Pero apenas 30 minutos. Después, expulsado Benítez y caldeados los ánimos de sus jugadores contra el juez, futbolísticamente no dijo nada. Pero en esa primera media hora del jueves mostraron algunas facetas muy estimables:

PODER DE ANTICIPO: facilidad, tanto atrás como adelante, en defensa o en ataque para salir a buscar la pelota y ganar en la recepción.

SALIDA VELOZ AL CONTRAATAQUE: defensor que ganaba y se hacía del balón pasaba a la ofensiva. Sin bus-car el "especialista" de la gestación o el medio campo. Ahorrándose una etapa en la salida sobre campo adversario. Ganando metros y segundos que en el contraataque pueden ser valiosos para tomar malparado al adversario.

 

Imagen El Barcelona formado con sus temibles valores en el ataque: Zaballa, Kocsis, Ré, Pereda y Seminario. Dos españoles, un húngaro, un paraguayo y un peruano. Los dos insiders demostraron su calidad. El paraguayo Ré sabe menos pero es dinámico y peligroso.
El Barcelona formado con sus temibles valores en el ataque: Zaballa, Kocsis, Ré, Pereda y Seminario. Dos españoles, un húngaro, un paraguayo y un peruano. Los dos insiders demostraron su calidad. El paraguayo Ré sabe menos pero es dinámico y peligroso.
 

MEDIO-CAMPISTAS QUE LLEGAN: Fusté (N° 10 contra River, N° 6 contra Boca) era el hombre de obstrucción y enlace. Marca firme, responsable, tenaz en las últimas líneas del equipo. Obtenida la pelota, proyección veloz, pujante, hasta el área penal adversaria. Tocando, acompañando y llegando. Terminando un pique en avance e iniciando otro en retroceso. Pereda (N° 8 contra River, N° 10 el domingo), sin bajar tanto a la defensa, también mostraba generosidad de traslación y sentido profundo de la maniobra ofensiva. Nada de trotar en media cancha, trabar, entregar y observar el avance desde "el puesto de comando"...

PEREDA: excelente jugador. Capacidad para "imantar" pelotas y dejarlas mansitas contra el pie. Espléndido toque, a la manera de Menéndez, fuerte, seco, y con la cara externa del empeine. Muy buena media distancia. Un golazo desde casi 25 metros. Sorpresivo y brillante. Tan buen jugador como mal deportista con su comportamiento frente el juez...

Contra Boca, esas virtudes entrevistas el jueves se mantuvieron en vigor. Y se le agregaron otras: FUSTE: jugador de menos habilidad con la pelota que Pereda y poca justeza de toque. Pero muy importante. Como puede serlo Albnecht entre nosotros. Arranca desde el fondo de su defensa, en piques impresionantes, y llega al fondo del campo opuesto. Cuando debió salir, golpeado en una fuerte colisión con Rattín, su equipo perdió un pulmón.

JULIO BENITEZ: contra River se insinuó como un elemento bien dotado. Frente a Boca mostró sus grandes condiciones de jugador polifuncional. Buen sentido de cierre defensivo y del marcaje zonal. Fuerza y seguridad en el pasaje a la ofensiva. Boca, con su franja izquierda de ataque casi permanentemente desocupada, invitaba a irse por el callejón. Pero este uruguayo sabe irse. Con la misma decisión que su compatriota Rolan, pero con superior "timing" en la elección del instante y la posición justa para desprenderse del balón. En la segunda etapa tiró algunos "ollazos", pero la presencia de un cabeceador como Kocsis lo justifica. De uno de ellos, que el húngaro le bajó a Ré, vino el segundo empate.

RE: figura nada estilizada. Más bien cómica, con sus piernas cortas y combadas. Con su tronco extremadamente largo para esas extremidades. Poco o ningún talento. Buen manejo. Velocidad. Buen sentido posicional sin la pelota. Sabe ir a buscarla y llega con todo. En el gol que obtuvo (segundo empate) pateó saltando, anticipándose al posible cruce de Orlando y la clavó con un voleo imparable.

KOCSIS: un año más viejo. Un año más sabio. Gran jugador. El más "criollo" (en lo que el término pueda tener de elogioso) de todos los visitantes.

 

KOCSIS OBLIGA A REPETIRSE: ¡LO QUE HABRÁ SIDO EN 1954!

Cuando Sandor Kocsis vino el año pasado con el Barcelona nos impresionó como un eximio jugador. Tenía entonces 33 arios. Prácticamente, en la hora de pegar la vuelta después de brindar los últimos resplandores de una calidad poco común. Aquella tarde nos hizo pensar en el Kocsis de diez años antes, cuando integraba el gran equipo húngaro junto a Puskas, Hidegkuti y Boszik... ¡Lo que habrá sido entonces!

Otra vez entre nosotros, con un año más sobre sus espaldas y más cercana la hora del ocaso, volvió a regalarnos con una muestra exquisita de su calidad añeja. Ausente contra River, jugó el domingo frente a Boca. Se nos mostró, como un año antes, un talentoso creador de fútbol. La pelota contra el pie, la cabeza alta, el torso erguido, la más variada gama de recursos, el toque exacto. Y además, dos intervenciones fundamentales en otros tantos goles dignos del aumentativo "golazo". En el primero hizo "la completa": entrada, recepción, conducción, claro y remate a la red. Fusté la llevó hasta cerca del área y le hizo la entrega cuando Kocsis picaba al claro. Le caía detrás de su entrada y entonces, con brillante repentización, el húngaro la enganchó con el taco y la puso delante suyo, para terminar tocándola a un rincón, abajo, a la izquierda de Roma, cuando el arquero intentaba un adelanto para reducir el ángulo de tiro.

En el segundo mostró el sello distintivo de su juego de la hora más gloriosa del equipo húngaro, cuando mereció ser considerado el mejor cabeceador de Europa. Llegó el centro alto de Benítez al medio del área y sobrando en el salto a Silvero, Kocsis la bajó con un exacto cabezazo, para que el paraguayo Ré la clavara de voleo en la red.

Igual que un año atrás, Kocsis nos obliga a repetirnos. El reconocimiento de los que conocen el asunto de cerca, porque lo viven de adentro, nos impulsa a hacerlo. Íbanos saliendo del estadio y tuvimos oportunidad de charlar sucesivamente con Ditro y Varacka, esta vez espectadores del encuentro. Los dos dijeron lo mismo: "¡LO QUE HABRÁ SIDO KOCSIS EN AQUEL EQUIPO HUNGARO DE HACE DIEZ AÑOS...!"

 

Imagen Un jugador del Barcelona caído. El árbitro Aurelio Bosolino, de gran performance, detiene las acciones.
Un jugador del Barcelona caído. El árbitro Aurelio Bosolino, de gran performance, detiene las acciones.
 

DEFECTOS DEL BARCELONA

No todos están dotados para entrar en la conversación Kocsis-Pereda o en el nivel de alta eficiencia que muestran Benítez o Fuste.

El peruano Seminario (debutante contra Boca) es el mismo que ya conocíamos desde sus tiempos de integrante del seleccionado de su patria. Nada importante. Metido permanentemente en una ilógica posición de centro delantero pese al N° 11 de su casaca. Ilógica porque no está para participar en el diálogo Pereda-Kocsis y porque ni siquiera crea claros con su desplazamiento para los otros delanteros.

Garay, N° 5 que juega en posición neutra entre back centro y volante, cumple muy poco con una u otra función. La misma sensación de mediocridad que nos dejara cuando vino con la selección española en 1960. Cuando entró Vergez en su reemplazo Barcelona cubrió mejor su zona defensiva.

En general, los defensores hispanos mantienen vigente el defecto ya observado en otros equipos de la península: exagerada tendencia a salir sobre el hombre, buscando la anticipación aun en situación en que corresponde esperar y exponiéndose a quedar pagando de la manera más inocente ante el toque o el amague.

 

Imagen El gol del triunfo. Rojas le recibió sobre la izquierda, enganchó hacia adentro con la derecha, haciendo pasar de largo a Torrents y volvió a girar, poniéndola contra el poste derecho de Sadurni. Ferreira le brinda su abrazo. Menéndez y Rattín son parte del festejo.
El gol del triunfo. Rojas le recibió sobre la izquierda, enganchó hacia adentro con la derecha, haciendo pasar de largo a Torrents y volvió a girar, poniéndola contra el poste derecho de Sadurni. Ferreira le brinda su abrazo. Menéndez y Rattín son parte del festejo.
 

EL BOCA CONOCIDO

Con los mismos atributos favorables. La "polenta" de Rattín, Silveira, Simeone. La generosidad inclaudicable de Gonzalito. La solidez de Orlando. La inteligencia de Menéndez. La solvencia de Marzolini. Los reflejos atléticos de Roma. La facilidad para adaptarse al ritmo y las exigencias del rival, que es característica permanente e importante del Boca que conocemos.

Con las mismas flaquezas. La poca o ninguna disposición de Valentim para intervenir con algunas perspectiva útil en el juego asociado. La intrascendencia de Valentim cuando no tiene gol. La unilateral capacidad de Silvero en la extrema defensa: enfrentando, puede ganar; sacado de posición, es hombre muerto. La poca variedad de sus maniobras ofensivas. La falta de flexibilidad de sus atacantes en la zona de entrada y tiro. El abandono casi total de toda la franja izquierda en el ataque. Los piques impresionantes de Silveira que terminan "despegándolo" del resto del equipo, con el compañero más cercano a 40 metros de distancia. Los errores de cobertura a que se exponen sus marcadores centrales cuando Rattín, Simeone o Marzolini son desbordados por los ataques rivales. La necesidad de bajar permanentemente a Gonzalito (sustrayéndolo a su tarea esencialmente ofensiva) para cubrir ese déficit en la retaguardia. Lo torcido que anda Menéndez para el arco, aun en pelotas seguras y con claro abierto de par en par. Boca tiene fuerza de medio campo. Impone presencia en la cancha. Llega por vigor físico. Por despliegue de músculo y temperamento. Pero pocas veces llega con fluidez. Como resultado de una armoniosa circulación de la pelota. Además, llega con poca gente y ocupando poco terreno a lo ancho. Hay que ayudar mucho atrás, y arriba, la llegada tiene poca claridad, poca justeza. La entrada de Rojas por Valentim mejoró esa parte de la producción. Aunque a Rojas —siempre hábil y dueño de una cintura excepcional con el balón en su poder— le falte aprender a jugar sin la pelota.

 

Imagen Llegada de Boca. El ingresado Deambrossi se detiene al advertir que la pelota es bien controlada por el arquero Sadurni.
Llegada de Boca. El ingresado Deambrossi se detiene al advertir que la pelota es bien controlada por el arquero Sadurni.
 

SUPERACIONES

RATTIN: muy bien. Defendiendo y atacando. Con cambios muy oportunos hacia una y otra punta. Tratando de bajar la pelota de cabeza. Pisando el balón cuando era necesario, para hacerse el claro y dar tiempo a que sus compañeros se ubicaran. Sin transportar. Sin irse sobre el delantero para hacer la entrega.

MENENDEZ: su cuota de aliento, pierna y continuidad para la lucha van en progresivo aumento. Obstruyó por presencia, yendo de un rival a otro para frenar el contraataque cuando el Barcelona levantó presión (después del segundo y tercer gol de Boca) y trabó varias pelotas con fuerza y decisión.

FERREIRA:es un wing. Lo que Boca necesitaba en la punta derecha. Es más inteligente que hábil. Defiende bien la pelota. Trata de desbordar por afuera. Busca el pase bajo y colocado en lugar del centro a la olla. Le falta quien vaya a sacarle la gente de encima o lo ayude a dar salida a la pelota cuando lo aprietan contra la raya. No es defecto suyo. Es defecto de Boca. Salvo Menéndez y algunas veces Gonzalito, nadie se le arrima.

ROMA: un noventa por ciento de pelotas bien entregadas. Sin demorar y sin buscar la espectacularidad del "gancho" de su brazo derecho. "Viéndolo" a Menéndez, cuando Beto se tira sobre un lateral para facilitarle la entrega. Esperamos que sea auténtico progreso y no una tarde excepcional. Todo Boca ganaría mucho de esa manera.

 

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EL GOL DEL TRIUNFO: BRILLANTE CONTRAATAQUE

Los dos goles del Barcelona, con participación especial de Kocsis, fueron brillantes. Los tres de Boca tuvieron también un sello de atracción muy especial. El salto y cabezazo de Silveira, en el primero, muy justo, muy bien ubicado. El arranque individual de Ferreira, esquivando a la carrera y tirando cruzado, al palo opuesto, con idéntica precisión, en el segundo. El tercero, fruto de un gran contraataque, señala la interesante evolución que, esforzadamente y con tropiezos frecuentes, pero con inalterable persistencia, se viene observando en nuestro fútbol. La jugada surgió de un comer favorable al Barcelona. Se produjo el despeje y desde el área de Boca a la zona del gol catalán la pelota cumplió cuatro etapas y viajó 80 metros en contados segundos. Menéndez recibió el rechazo sobre su propia mitad de terreno y la mandó al claro, con un preciso pase de más de 30 metros de trayectoria, para Silveira, cruzado a la derecha. La contuvo con el pecho y advirtiendo a Rojas, bien perfilado sobre la izquierda, en posición de entrada al área, el oriental se la cruzó justa. Rojas la enganchó con la derecha, haciendo pasar de largo a Torrente y la puso abajo, a la derecha del arquero. Con ese tanto ganó Boca. Era el broche ideal para un partido pródigo en juego intenso y en conquistas espectaculares.

 

Por JUVENAL

Fotos: ALFIERI, GONZALEZ, LEGARRETA, PELLIZZERI y SPERANZA