Las Entrevistas de El Gráfico

Búfalo Funes, corazón gigante y legado eterno

En el día en el que hubiera cumplido 60 años, revivimos las andanzas de uno de los jugadores más emblemáticos de la década del 80 a través del testimonio de Juan Pablo, su hijo. La obra inconclusa que heredó en San Luis, el grupo de whatsapp con los campeones de River, la cercanía con Diego Maradona y mucho más.

Por Panqui Molina ·

08 de marzo de 2023

JUAN PABLO FUNES BIANCHI tenía solamente tres años cuando vio partir a su papá, Juan Gilberto Funes, el Búfalo, ícono de River y mito de San Luis.

 

Imagen El Búfalo y Juan Pablo, su hijo, en 1991.
El Búfalo y Juan Pablo, su hijo, en 1991.
 

El hombre que con su gol le dio a River su primera Copa Libertadores en 1986 batalló hasta el final de sus días contra su corazón maltrecho. Una insuficiencia aórtica lo retiró en plena actividad, cuando tenía 28 años. Transformó la angustia de saberse ex jugador en el sueño de montar una escuelita de fútbol y se sobrepuso a cuatro operaciones para reemplazar la válvula aórtica. 

En los primeros días de 1992 se descompuso mientras pintaba el portón de la escuelita que abriría en unos meses. Fue trasladado de urgencia a Buenos Aires para una nueva intervención, la quinta en cuatro meses. El 11 de enero de 1992 su corazón, ese que le dio tanta fuerza y potencia dentro del verde césped, le dijo basta.

La escuelita que tanto soñó es hoy Corazón de Búfalo. Su hijo Juan Pablo tomó la posta y completó la obra que quedó inconclusa: “Abrí la fundación en el mismo lugar y con el mismo objetivo: fomentar valores del deporte y solidaridad”, cuenta en diálogo con El Gráfico desde San Luis.

 

Imagen Juan Gilberto Funes en las bases de lo que es hoy la Fundación "Corazón de Búfalo"
Juan Gilberto Funes en las bases de lo que es hoy la Fundación "Corazón de Búfalo"
 

 

Imagen Juan Pablo Funes completó la obra que soñó su padre, el Búfalo, luego del prematuro retiro profesional (Nicolás Varvara - especial para El Gráfico)
Juan Pablo Funes completó la obra que soñó su padre, el Búfalo, luego del prematuro retiro profesional (Nicolás Varvara - especial para El Gráfico)
 

Juan Pablo Funes tiene 34 años, es abogado y es el director de la Villa Deportiva San Luis, un importante polo deportivo próximo a estrenar con 27 hectáreas con canchas de fútbol, de hockey, de rugby y un velódromo. Hizo inferiores en River y Vélez, llegó hasta Reserva, pasó a Flandria y cuando los estudios se le hicieron incompatibles con la redonda decidió abandonar.  

 

Imagen "Corazón de Búfalo", trabajo por y para los demás y rol social (Nicolás Varvara - especial El Gráfico)
"Corazón de Búfalo", trabajo por y para los demás y rol social (Nicolás Varvara - especial El Gráfico)
 

Vivió la vida del Búfalo a través del testimonio de los demás. “El primer recuerdo de mi infancia que tengo es el de llegar a los lugares y que me miren con cara de impacto. La gente se me acercaba a contarme anécdotas y darme su cariño. La ausencia de mi papá fue dura pero estuve muy acompañado por la gente de San Luis”. 

 

Imagen Juan Pablo Funes posa con una gigantografía de El Gráfico, intervenida con el escudo de San Luis en el pecho del Búfalo (Nicolás Varvara - especial El Gráfico)
Juan Pablo Funes posa con una gigantografía de El Gráfico, intervenida con el escudo de San Luis en el pecho del Búfalo (Nicolás Varvara - especial El Gráfico)
 

-¿En qué momento tomaste dimensión de la grandeza del Búfalo?

-Siempre me preguntan qué se siente ser “el hijo de”. Yo digo que no sé qué se siente ser el hijo de nadie más porque nunca tuve otra sensación. Es difícil. Es la naturalización del amor y el cariño. Viene gente en la calle me hablan de mi viejo y se quedan llorando. Eso me sigue generando sentimiento de cariño y agradecimiento.

-¿Y creés que él tomó dimensión de quién fue?

-La gente de San Luis se lo hacía sentir. Él lo disfrutaba a diario y seguía adelante. Nunca profundizó en lo que había conseguido porque no tenía tiempo. El nivel de intensidad era muy grande y se aburría si frenaba. La juventud no le permitió hacer análisis. De todas maneras supo que hizo uno de los goles más importantes en la historia de River y se sentía marcado por ese destino. 

El Búfalo Funes nació el 8 de marzo de 1963 y en 1981 debutó en Primera División en Huracán de su provincia. Entre 1982 y 1984 jugó en Sarmiento de Junín, Jorge Newbery de Villa Mercedes, Sportivo Estudiantes de San Luis y Gimnasia y Esgrima de Mendoza.

En Millonarios relanzó su carrera y dejó su huella: un sector de la hinchada se llama "La Barra del Búfalo". Su paso por River fue fugaz y destacado, formó parte del equipo del Bambino Veira que ganó la Libertadores y la Intercontinental 1986, el año dorado. En 1987 estuvo en la conquista de la Copa Interamericana, con Timoteo Griguol como DT. 

Pasó por Olympiacos de Grecia, además de Nantes y Niza de Francia, club donde fue detectada la afección cardíaca. Fue contratado por Vélez y llegó a vestir la camiseta de Boca en un amistoso.

En el medio participó de la Selección Argentina en la Copa América 1987, en donde fue compañero de Diego Maradona, con quien tuvo una relación especial. El 10 asumió la enfermedad del Búfalo como una causa propia y lo acompañó hasta sus últimas horas. “Se hicieron muy amigos, al estilo Funes y Maradona, con una relación intensa. Se vieron reflejados el uno al otro desde el cariño y el respeto mutuo y la admiración”, cuenta Funes hijo.

En marzo de 1992, días después de la muerte del Búfalo, Maradona organizó un partido para recaudar fondos para la familia Funes, que había quedado endeudada con los costos de la internación, los medicamentos y sin una obra social que se hiciera cargo. 

A Diego no le importó que pesara sobre él una sanción de la FIFA por doping que le impedía participar. La estrategia para que el partido no sea considerado oficial fue que jueguen 12 contra 12 y que los laterales se hagan con los pies. 

 

Imagen "Homenaje complicado", extracto de la crónica de la edición 3785 de El Gráfico
"Homenaje complicado", extracto de la crónica de la edición 3785 de El Gráfico
 

En medio de la polémica, y las amenazas de una sanción mayor, el espectáculo en cancha de Vélez terminó de ser un boom. Se recaudaron 110 mil dólares y el propio Maradona dejó una frase que hoy cobra un valor extra:  “Que el hijo tenga una educación como quería Juan”, dijo al borde de la línea de cal.

31 años después del desafío de Maradona a la FIFA, Juan Pablo Funes solo tiene palabras de agradecimiento. “Me quedó pendiente decirle que el objetivo de ese partido fue cumplido. Eso fue gracias a ese empujón que nos dieron. No tiene que ver sólo con el dinero, también sirvió para que no nos sintamos solos y abandonados. Cuando falleció Diego me movilizó mucho, me dio tristeza no haber podido hacer algo por él como él hizo por nosotros. Nos dio felicidad y se fue de tristeza. Fue un muy amigo de mi papá, un amigo en las malas”. 

 

Imagen Diego Maradona, el dueño de la pelota en el partido homenaje a Juan Gilberto Funes en cancha de Vélez
Diego Maradona, el dueño de la pelota en el partido homenaje a Juan Gilberto Funes en cancha de Vélez
 

El legado del Búfalo se respira en San Luis. En toda la provincia hay a su nombre, a modo de homenaje, un estadio, una calle, un parque, varios clubes y un barrio. La última obra fue un monolito en tamaño real, inaugurado en 2017.

En todos aquellos reconocimientos para Funes, Juan Pablo dijo presente en representación de la familia y de la memoria de su padre. Dio el puntapié inicial el día de la inauguración del estadio Juan Gilberto Funes, en donde 18 mil personas corearon el nombre del Búfalo y participó en el encuentro “De otra galaxia”, con figuras destacadas como Messi y Ronaldinho. La frutilla del postre fue la distinción de River para los campeones de 1986 y la incorporación al grupo de whatsapp.“Para un hijo no hay nada más lindo que te incluyan de esa manera. Soy como un sobrino de todos. Es muy lindo ver cómo se divierten y cómo esa relación se mantiene en el tiempo. Se acompañan cuando uno necesita una mano. Es una forma de tenerlo presente a mi papá”.

El grupo es activo y el propio Juan Pablo se ocupa de evidenciar las pruebas. En el último intercambio previo al contacto con El Gráfico, Nery Pumpido fue el blanco de las cargadas de sus ex compañeros por su elegante vestimenta en la entrega de los premios The Best. Uno lo acusó de “meter panza”, otro le preguntó si había ido a Cormillot.

“Tengo la certeza absoluta de que fue feliz. Una vez se los dije a los campeones de River y terminamos llorando todos. Les agradecí el esfuerzo y sacrificio por haber hecho feliz a mi papá. Pudo lograr sus sueños, trascender y dar felicidad. Es maravilloso. Me gustaría que mis hijos sientan, al menos un poquito, lo que yo siento por mi viejo. El orgullo y el cariño tan profundo a pesar de no haber disfrutado pero el estar orgulloso de ser hijo de él y feliz de serlo”, se sincera Juan Pablo Funes. 

-¿En qué te cambió ser padre?

-Me cambió la perspectiva y la mirada. Ahora empiezo a añorar y a lamentar que mi viejo no esté para disfrutar a su nieto. Encima es ultrafanático de River y de su abuelo. Habla de manera presente y yo lamento todos los días que mi viejo no pueda disfrutarlo.

En el relato de Juan Pablo, el Búfalo y su papá conviven como si fueran dos personas en una, con dos características diferentes que necesitan distinguirse: “Hablo de mi papá cuando hablo de mi relación. Desde el cariño, de cómo me cuidó en esos tres años y del mensaje que le dejó a mi mamá. Cuando hablo del Búfalo, hablo de mi ídolo, el que sembró todas las cosas que cosecho a diario: el cariño, el respeto, la admiración. El Búfalo es desde lo deportivo hasta la transformación en mito y leyenda”.

-¿Qué fue lo mejor de tu papá?

-La forma en la que vivió la vida. Tenía una alegría contagiosa, irradiaba buena energía, alegría, ganas de vivir y cosas lindas. Era un tipo de una sencillez y simpleza absoluta pero a la vez de una capacidad de generar sentimientos en el otro muy grande. Tenía una forma de vivir muy linda, a pesar de su intensidad que le impidió bajar un cambio y darse cuenta que la vida se podía vivir en un ritmo menos. 

-¿Y lo peor?

-Contradictoriamente, fue muy cabeza dura. Me hubiera gustado disfrutarlo, tenerlo más presente. Si se hubiera cuidado lo hubiera disfrutado. Hay personas que la vida les dice siempre que sí y nunca entienden un no. Tenía la capacidad de sentir que se podía llevar por delante a todos, pero esto no era un partido de fútbol, era la vida. Después de un tiempo lo supe entender. Por otro lado, esa cabeza dura también lo hizo lograr cosas imposibles.

-¿Cómo manejás las emociones?

-Cuando Argentina salió campeón del mundo me movilizó, me agarraron ganas desesperantes de abrazarlo. En los extremos, ya sean de felicidad o de tristeza, es cuando uno más lo necesita. Fui al monolito, le puse un gorro, le llevé una copa de plástico, lo envolví, lo abracé durante cinco minutos. Fue muy fuerte y me hizo sentir muy bien. 

 

Imagen Vista aérea de una de las canchas de fútbol (Nicolás Varvara - especial El Gráfico)
Vista aérea de una de las canchas de fútbol (Nicolás Varvara - especial El Gráfico)
 

-¿Qué esperás para la vida?

-Lo que logré con la fundación fue algo muy bonito. Fue conectar con mi historia, recibir el cariño y empezar a escribir mi propia historia, porque sino solamente sos “el hijo de”. Quiero que el día que no esté más mis hijos se sientan orgullosos, como yo con mi padre. Me gustaría ayudar a toda esa gente que me ayudó en este camino. Quiero ser agradecido y darles una mano ya sea con la fundación, con mi rol personal, lo institucional, lo que sea.

-¿Cuántas páginas creés que escribiste hasta el momento?

-Y varias… A pesar de ser joven transité un enorme camino. Me tocó ocupar el cargo de Secretario de Deportes, donde fui muy feliz. Tuve la enorme posibilidad de ser diputado provincial. Fui jefe de programas, fui asesor legal, ahora soy director de la Villa Deportiva, abogado, profesor de derecho constitucional. Cada beta va generando un camino a seguir. Por mi historia familiar quiero ser un papá presente.

 Juan Pablo Funes se siente con una responsabilidad social y quiere estar a la altura de las circunstancias. “Los mitos, las leyendas y los ídolos populares ayudan a alimentar a la sociedad en la esperanza y los sueños”,dice, en el día en el que el Búfalo cumpliría 60 años, el encargado de mantener vivo ese legado. 

 

Imagen En 1996, El Gráfico vivió en la intimidad de la familia Funes la obtención de la segunda Copa Libertadores de River. 10 años después de la gesta del Búfalo la historia se repetía. "Me trajeron de regalo la camiseta, un gorro y una pelota. El recuerdo de mi papá estaba presente y fue muy simbólico", detalla Juan Pablo Funes.
En 1996, El Gráfico vivió en la intimidad de la familia Funes la obtención de la segunda Copa Libertadores de River. 10 años después de la gesta del Búfalo la historia se repetía. "Me trajeron de regalo la camiseta, un gorro y una pelota. El recuerdo de mi papá estaba presente y fue muy simbólico", detalla Juan Pablo Funes.
 

 

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Imagen Rodeado de gallinas, el mote con el que debió convivir River hasta 1986, cuando con su gol le dio la primera Copa Libertadores
Rodeado de gallinas, el mote con el que debió convivir River hasta 1986, cuando con su gol le dio la primera Copa Libertadores
 

FOTO DE PORTADA: NICOLÁS VARVARA (Especial para El Gráfico)

DISEÑO Y EDICIÓN DE FOTOGRAFÍA: MATÍAS DI JULIO

ARCHIVO: JULIÁN MARCEL