Las Entrevistas de El Gráfico

Independiente Japón, un sueño hecho realidad

Yu Kawakubo se enamoró de las hazañas rojas desde la páginas de El Gráfico, lo vio salir campeón en Tokio y de ahí en más su vida cambió. Repasamos la historia de su proyecto, el Rojo del sol naciente.

Por Redacción EG ·

13 de mayo de 2022

El equipo de Ariel Holan estaba en Japón para jugar la Copa Suruga Bank ante el Cerezo Osaka. En las imágenes que llegaban desde Osaka llamaba la atención un japonés ataviado con las ropas de Independiente. Para muchos era un desconocido, pero la historia de Yu Kawakubo con el Rojo había nacido muchos años antes.

-¿Cómo se cruzó independiente en tu vida?  

-Después de la segunda Guerra Mundial mi familia se radicó en la Argentina. Mi papá se hizo muy futbolero, era hincha de Racing. Él me pasó la pasión por el fútbol. Pero mi amor por Independiente nació en Japón. Tenía 12 o 13 años y un pariente que vino de Argentina me trajo El Gráfico del campeón de 1994. La camiseta roja, la foto de Gustavo López, esos jugadores. ¡Mi papá no quería saber nada!

Imagen Tapa Independiente campeón 1994.
Tapa Independiente campeón 1994.
 

Desde ese momento lo empecé a seguir y tuve la suerte de que vino a jugar a Japón el partido frente a Vélez por la Recopa. Esa fue la primera entrada que compré y también mi primer partido viendo fútbol profesional. Yo conocía bastante del equipo, acá se televisaba un poco la Supercopa, me enamoré del club porque jugaba muy bien.
 

Imagen Independiente campeón de la Recopa 1995.
Independiente campeón de la Recopa 1995.
 

-Después también viviste en la Argentina

-Cuando terminé la secundaria en Japón -acá es obligatoria- me fui para Argentina porque tengo parientes del lado paterno. Primero estuve en Posadas, Misiones. Allí viví un año y una vez que pude tener mi documento argentino me fui a probar a Buenos Aires. Tuve la suerte de quedar en Estudiantes y quedé fichado en quinta división. Empecé jugando de volante central, después pasé a jugar de lateral derecho y terminé de segundo marcador central. 

-¿Y por qué no prosperó tu carrera como futbolista?

-La verdad es que estuve ahí... Claudio Gugnali era mi entrenador y tuve la mala suerte de sufrir un par de lesiones que me complicaron. Estudiantes me dejó libre pero Claudio me quería, me llevaba a jugar a Cambaceres, en alguna oportunidad también como sparring de la primera de Estudiantes, pero no se dio, no llegué. Me volví a Japón y jugué en la Selección de fútbol playa, fui parte del equipo que jugó el Mundial en Copacabana. Después de eso me retiré y empecé a trabajar.  

El nacimiento del sueño

 

-¿Cómo surge la idea de fundar Independiente Japón?

-En ese momento yo era el secretario del presidente de la Asociación de Kick Boxing en Japón y en ese momento me llamó un amigo -Diego La Volpe- para crear una filial del Ihara Dojo en Argentina. Trabajamos en ese proyecto y pudimos concretarlo. Ese amigo, que también es hincha de Independiente, me dio una mano en el club.

Imagen Yu con Gabriel Milito, cuando era el entrenador de la reserva.
Yu con Gabriel Milito, cuando era el entrenador de la reserva.
Viajé para la Argentina y conocí a Santiago Rodríguez –coordinador de inferiores de Independiente-, le tiré la idea, le gustó. Hablé con varios dirigentes, era la época de Gabriel Milito en la reserva. Hablé mucho con él, me mostró dónde trabajaba y cómo lo hacía. Ese fue el comienzo.

-¿Cómo siguió todo después?

-Volví para Japón, a la provincia de Okinawa, donde me crié y donde vivo. Intenté llevar a cabo el proyecto aquí y justo se contactó conmigo un amigo mío que trabaja en la Municipalidad de Okinawa. En el conjunto de islas hay una que se llama Miyakojima. Se había construido un Domo -a la gente no le gustaba la idea porque querían que sus impuestos se gastaran en otra cosa- y esta persona sabía en lo que estaba trabajando y me ofreció las instalaciones para desarrollar el proyecto de Independiente Japón.

Imagen Los chicos de Independiente Japón.
Los chicos de Independiente Japón.
 

Esa isla no era “futbolera”: había torneos provinciales donde los chicos perdían todos los partidos por goleada y no había cultura futbolística. Tres años después de nuestro arribo, empezamos a pelear campeonatos. La gente de la comunidad está contenta, tenemos más de 100 chicos entrenando y creo que este año vamos a poder coronar un título.

-¿Con chicos de qué edad trabajás?

-El rango de edades va desde los 7 a los 15, chicos de primaria y secundaria. En ese momento en que estaba todo encaminado, creamos lo que hoy es la central del proyecto que es la filial de Hatoyama, que está a una hora de Tokio.

-¿A los chicos les enseñás la historia del club?

-A raíz del éxito de hoy del Liverpool les cuento que “nosotros” le ganamos en 1984, que fuimos campeones del mundo en ese año.

Imagen Independiente campeón de la Copa Intercontinental 1984.
Independiente campeón de la Copa Intercontinental 1984.
La real dimensión es difícil de entender; en Japón no hay equipos con la grandeza de Independiente, Boca o River como en Argentina. De todas formas, ellos están enamorados. Yo quiero que la gente normal que viene a traer a sus hijos sepa que es el club y que empieza a hinchar también.

-¿Tenés en mente llevar chicos de Japón a las inferiores de Independiente?

-Antes de fundar Independiente Japón trabajé como representante y llevé a chicos que jugaban bien y de hecho han jugado allí pero no les fue del todo bien. Jugar en Independiente no es fácil, eh... Hoy el club tiene buenas inferiores. Lo que pienso es que, para que puedan estar a la altura, hay que formarlos acá, en la filial, y se van a matar para jugar en Argentina.

-Cuándo Independiente fue a jugar la Suruga Bank vos fuiste una especie de embajador, ¿qué recuerdo te queda?

-Lo primero que se me viene a la cabeza es que el primer partido profesional que vi fue Independiente y Vélez por la Recopa Sudamericana y, 20 años más tarde, estar dentro de la delegación del club era algo que jamás me hubiera imaginado.
 

Imagen Junto a Ariel Holan, otro sueño cumplido.
Junto a Ariel Holan, otro sueño cumplido.
 
-¿Quedaste en contacto con alguien del plantel?

-De vez en cuando cambiamos mensajes con Nicolás Figal, tampoco lo quiero molestar. Me regaló la camiseta con la que jugó el partido, me escribía, fue pasando el tiempo y de vez en cuando cambiamos mensajes, la relación sigue.
 

Imagen La relación con Figal sigue en el tiempo.
La relación con Figal sigue en el tiempo.
 
-¿Cuántos chicos tenés entre las dos escuelas?

-En Okinawa tengo 100 y en Hatoyama son 50 chicos.

-¿En la formación tenés algún profesor argentino o son todos japoneses?

-En este momento todos son japoneses. Tuve un argentino, pero no funcionó del todo bien, el tema del idioma y las costumbres son diferentes. A veces le pedía un poco de rigor en la marca, los chicos lo miraban raro y él se enojaba. En el japonés hay que saber tocar las teclas correctas, tiene una personalidad muy sensible. Lo que veo en la formación en otros clubes de Japón hay muchos errores, gritos, maltratos que no ayudan en el aprendizaje del jugador. El japonés es más estricto en la educación: tiene un estilo muy “samurai” todavía.  La sociedad funciona a la perfección, pero la educación te enseña a memorizar y no a pensar.En Japón todo es ciencia, las cosas son así porque son así y en el fútbol tenés que tener más arte que ciencia. No hay rebeldía.

Acá está de moda el fútbol de toque, al estilo Barcelona, todos los chicos tocan, tocan, tocan, pero no hacen gambetas. Es más, hay equipos que prohíben gambetear, es ridículo.

En Independiente Japón enseñamos de otra manera y tenemos material para trabajar. Estoy seguro que muchos de los chicos van a llegar.

-¿Cuál es tu sueño con Independiente Japón?

-Mi sueño mayor es sacar un Bochini, un Milito o un Kun Agüero japonés que juegue en Independiente de Avellaneda. Y por supuesto que juegue en la Selección japonesa. Veo muchísimas posibilidades, es cuestión de tiempo sacar un jugador de nivel. Tenemos chicos de entre 10 y 15 años que andan muy bien. En Hatoyama tenemos a Sora Toyama y Aoshi Koyama, mientras que en Miyakojima también prometen Keita Zakimi y Makai Takashima. Pero todavía falta.