Las Entrevistas de El Gráfico

1994. EL PRIMER GOL DE TIRO LIBRE DE CHILAVERT

Si bien ya había convertido goles de penal, el 2 de octubre de 1994, José Luis Felix Chilavert metió su primer gol de tiro libre, la víctima fue Marcelo Pontiroli que atajaba en Deportivo Español.

Por Redacción EG ·

02 de octubre de 2021

-Josééé, Joséé... ¡Andá vos! iPatealo, carajo!

-Heeey, Carlos: yo soy el encargado. No arriesguemos tanto...

-Roberto, soy yo el que manda. Dejalo al paraguayo que la pone. ¿Entendiste? Dejalo patear.

Corría el minuto 89 del partido entre Vélez y Español, cuando un tiro libre para los locales en el borde del área del conjunto de Areán motivó el diálogo anterior entre Bianchi y Trotta. La gente -quizás más aburguesada y acostumbrada a los triunfos que los mismísimos jugadores de Vélez- detenía su retirada del estadio para ver la última jugada del encuentro. A esa altura, la lluvia había disminuido su intensidad; todo lo contrario a lo que demostraban los dirigidos por Carlitos I, quienes aumentaban su presión a medida que el reloj avanzaba.

Entonces apareció el paraguayo José Luis Félix Chilavert en escena. Picó desde su área, se paró a dos pasos de la pelota -ubicada en posición casi recta al arco- midió la posición de Pontiroli y... sacó un zurdazo chanfleado que se clavó en el palo derecho del arquero de Español. El Amalfitani, que ya a esa altura lucía más gris que la tarde por el 0-0 que se acercaba a pasos agigantados, explotó. El delirio se instaló en cada hincha velezano y brotó en forma de admiración -por el paraguayo- y euforia -por el 1-0-. Si algo le faltaba a Chilavert para recibirse de ídolo, lo consiguió este domingo 2 de octubre de 1994, cuando se ubicó en la historia del fútbol argentino como el primer arquero que obtuvo un gol que no fuera de penal.

Enseguida, el pandemónium de los hinchas. Entonces no les importaba más la lluvia: "iChi-la-vert! ¡Chi-la-vert!", gritaban hasta la disfonía. El festejo por la quinta victoria consecutiva, la primera posición en este Torneo Apertura con dos puntos de ventaja y la confirmación de que Vélez sigue en el camino del triunfo pasaban a segundo plano. Todos vivaban a ese hombre de pelo corto, físico robusto, gesto hosco y puños crispados, que se abrazaba con cuanto compañero se le cruzaba.

Imagen El encargado era Trotta, pero finalmente el arquero fue a patearlo.
El encargado era Trotta, pero finalmente el arquero fue a patearlo.

-Siempre lo practico en los entrenamientos. Lo que pasa es que nunca se había dado la oportunidad. Hoy sí: Bianchi me ordenó que lo pateara y la coloqué en un ángulo. Pero lo importante es que este equipo mantiene su motivación: creo que ya no deben existir dudas de que es el mejor del país. Siempre quiere más, ganamos todo y vamos por otro título. Nooo, si yo siempre digo que estos muchachos son unas verdaderas fieras.

-¿Alguna vez, en toda tu carrera, habías pateado un tiro libre?

-Una vez, en San Lorenzo. Pegó en la barrera. Y eso que no cuento los penales: de 28 metí todos. Pero, más allá de ser consciente de que entré en la historia grande del fútbol argentino, quisiera resaltar algo: nadie de este grupo se la cree. Acá sí que todos piensan que la fama es puro cuento. Mirá a Trotta, me dejó patear el tiro libre...

Imagen El momento del impacto, la zurda del paraguayo debutaba en la red vía tiro libre.
El momento del impacto, la zurda del paraguayo debutaba en la red vía tiro libre.

-José, desde afuera se notó que Trotta estaba enojado. Inclusive casi no festejó el gol...

-Son calenturas del momento. Además, yo prefiero a un compañero molesto porque eso significa que es ganador, que tiene personalidad. Y Trotta cuenta con todos esos atributos.

-¿Hablaron en los vestuarios?

-Sí, fiera. Y no pasó nada, está todo bien... No busques donde no hay.

¨Chilavert! iChilavert!¨. El paraguayo levantaba los brazos y saludaba a su gente. Casi sin mirarlo, Trotta elegía el camino de los vestuarios –con Bianchi y SanteIla calmándolo- y el de la huida rápida del estadio. Cuentan quienes conocen al grupo que el defensor recibió una fuerte reprimenda del técnico y que, finalmente, se arrepintió de su actitud. Pero esa es otra historia. La grande, la verdadera, la inscribió José Luis Félix Chilavert, el paraguayo que una tarde gris y lluviosa de 1994 se recibió de ídolo de este Vélez que no para. Nunca para...

 

Imagen Manos en alto y grito de gol. Español lo sufrió.
Manos en alto y grito de gol. Español lo sufrió.
 

 

LOS DÍAS DEL ARQUERO

Ella galería de goles de arqueros no es muy frondosa. El más fresco en la memoria de los argentinos es el que Daniel Francovic, el uruguayo que defendía el arco de Unión Atlético Táchira, de Venezuela, le hizo a Luis Islas, luego de sacar de aire desde su área. Esa noche, los venezolanos vencieron a Independiente 3-2, en Caracas. Otro que surge en el re-cuerdo es el de Ayrton Correa de Aruda, más conocido como Manga. El uruguayo, arquero de Nacional de Montevideo, le hizo un gol de arco a arco a Posadas, su colega del Racing oriental, por la Copa Libertadores del año 1971. Pero, quizás, el más llamativo fue el que concretó Michelangelo Rampulla, el arquero de Cremonese, en el empate con la Juventus 1-1, por la Liga Italiana 92-93. Faltaban segundos para el final y Rampulla concretó el agónico gol con... un cabezazo. Al año siguiente, Juventus compró el pase del arquero.

 

UN GRITO PARA LA ETERNIDAD

Faltaban pocos segundos para el final cuando a Vélez se le presentó la última oportunidad para quebrar a Español: tiro libre al borde del área. Entonces Bianchi dio la orden: "Que pateé Chilavert". Y allá fue el arquero, con su confianza a cuestas. Tomó dos pasos de carrera y le pegó un zurdazo en chanfle que se clavó en el ángulo izquierdo de Pontiroli. Luego se entregó al festejo loco que recorrió todo el largo de la cancha.

Por MIGUEL ANGEL RUBIO (1994).

Fotos: DANIEL GONZALEZ, HUGO RAMOS, HUGO LAZARIDIS y OBDULIO VEGA.