Las Entrevistas de El Gráfico

Legión extranjera

En 2006, más de cincuenta jugadores nacidos en otras latitudes jugaban en el fútbol argentino, esta nota pretende conocer más sobre algunos de ellos, por ejemplo las distintas costumbres.

Por Redacción EG ·

01 de agosto de 2019

1) ¿Por qué ele­gis­te el fút­bol ar­gen­ti­no?

2) ¿Qué di­fe­ren­cias hay con el fút­bol de tu país?

3) ¿Qué te sor­pren­dió pa­ra bien de Ar­gen­ti­na?

4) ¿Qué te sor­pren­dió pa­ra mal de Ar­gen­ti­na?

5) ¿Te­nés con­tac­to con com­pa­trio­tas que vi­ven en Ar­gen­ti­na?

6) ¿Qué ex­tra­ñás de tu país?

7) ¿Al­gu­na vez te sen­tis­te dis­cri­mi­na­do?

8) ¿Qué pa­la­bras te cau­san gra­cia o tie­nen un sig­ni­fi­ca­do dis­tin­to en tu país?

9) ¿Te con­ta­gias­te al­gu­na cos­tum­bre de tus com­pa­ñe­ros?

10) ¿Qué es lo que más te gus­ta de la Ar­gen­ti­na?

 

KI­LIAN VIR­VIES­CAS

 

Imagen Kilian Virviescas.
Kilian Virviescas.
 

(Gim­na­sia LP / co­lom­bia­no)

1) Ele­gí vol­ver por­que que­ría de­mos­trar de una vez por to­das mis con­di­cio­nes en Ar­gen­ti­na. Y Gim­na­sia me dio la opor­tu­ni­dad.

2) El fút­bol ar­gen­ti­no tie­ne mu­cho ro­ce, se jue­ga con más rit­mo. Es rá­pi­do y muy fron­tal, más com­pe­ti­ti­vo y fí­si­co que el co­lom­bia­no.

3) To­do; acá se vi­ve el fút­bol co­mo en nin­gu­na otra par­te, con mu­cha pa­sión. Hay un al­to ni­vel de jue­go y eso la trans­for­ma en una de las me­jo­res li­gas del mun­do.

4) La vio­len­cia a ni­vel de las hin­cha­das.

5) Sí, ten­go mu­cho con­tac­to con Fa­bián Var­gas, un gran ami­go, y con otros co­lom­bia­nos que ha­cen otras ac­ti­vi­da­des. A Fa­bián lo co­noz­co des­de pe­que­ño. A An­drés Pé­rez y a los demás los fui co­no­cien­do acá. Ar­ma­mos un gru­po de co­lom­bia­nos y sal­go con ellos, pe­ro tam­bién con ami­gos ar­gen­ti­nos.

6) Ex­tra­ño a mi fa­mi­lia. Tam­bién las no­ve­las co­lom­bia­nas y el ajia­co, que es una es­pe­cie de so­pa con po­llo des­me­nu­za­do que lle­va pa­pa y cre­ma de le­che. Se sir­ve con arroz y con pal­ta. Es de­li­cio­sa. De Co­lom­bia me man­dan los plá­ta­nos, que son co­mo ba­na­nas pe­ro mu­cho más gran­des y más grue­sas, y que ha­ce­mos fri­tos, al ju­go o her­vi­dos; y tam­bién are­pa, que es una ma­sa re­don­da de maíz, de­li­cio­sa.

7) No, na­da feo a nivel ra­cial. A los co­lom­bia­nos nos han tra­ta­do muy bien.

8) Hay una que siem­pre ge­ne­ra malen­ten­di­do. No­so­tros de­ci­mos mu­cho “co­ger”, que es aga­rrar. “Co­ja es­to aquí”, “co­ja los bo­ti­nes”. Y cuan­do lle­gué tu­ve pro­ble­mas, me mi­ra­ban ra­ro. Des­pués, “ca­chu­cha”, que pa­ra los co­lom­bia­nos es una go­rra con vi­se­ra, y “con­chu­da”, que es una per­so­na que no le da pe­na de na­da, que es muy con­fian­zu­da.

9) “Bo­lu­do” se me pe­gó. Cuan­do es­ta­ba en Co­lom­bia de­cía mu­cho bo­lu­do y me pre­gun­ta­ban: “¿Eres ar­gen­ti­no o qué?”. Y tam­bién to­mar mu­cho ca­fé. Por­que el ca­fé en mi país lo beben las per­so­nas ma­yo­res y pa­ra el de­sa­yu­no, y acá se to­ma to­do el tiem­po: des­pués de al­mor­zar, a la tar­de, tras la ce­na. A ve­ces to­mo ma­te con los com­pa­ñe­ros, pe­ro só­lo me gus­ta con azú­car.

10) Ar­gen­ti­na es muy lin­da, tie­ne de to­do: res­tau­ran­tes, bo­li­ches, shop­pings. La gen­te es ama­ble y sen­ci­lla. Me en­can­ta Bue­nos Ai­res en to­do sen­ti­do. Y la car­ne es lo que más me gus­ta. Tam­bién la pa­sión por el fút­bol y có­mo nos tra­tan a los co­lom­bia­nos.

 

PAULO WANCHOPE

 

Imagen Paulo Wanchope.
Paulo Wanchope.
 

(Rosario Cen­tral / cos­ta­rri­cen­se)

1) Una de las ra­zo­nes fuer­tes es mi amis­tad con Ho­ra­cio Car­bo­na­ri. Ju­gué con él en In­gla­te­rra y me ha­bía ha­bla­do del am­bien­te que se vi­vía acá. Siem­pre tu­ve la in­quie­tud de ve­nir al fút­bol ar­gen­ti­no, me lla­ma­ba la aten­ción la pa­sión que ha­bía alrededor del fútbol.

2) Acá es más in­ten­so y competitivo. Los cam­pos de jue­go es­tán me­jor y los par­ti­dos se ha­cen más flui­dos, me­jo­res.

3) Ya es­toy vi­vien­do la pa­sión del fút­bol ar­gen­ti­no. Es bue­no que en Ro­sa­rio exis­tan dos equi­pos gran­des co­mo Cen­tral y Ne­well’s, por­que esa es la esen­cia del fút­bol. Es muy lin­do que la gen­te en la ca­lle te di­ga que no im­por­tan tan­to los otros re­sul­ta­dos, pe­ro que a Ne­well’s hay que ga­nar­le sí o sí. Ya ten­go cla­ro que es un par­ti­do apar­te, a muer­te.

4) Lo que su­ce­dió cuan­do se fue As­tra­da. Un gru­po de gen­te, pen­san­do que un res­tau­ran­te era de Car­bo­na­ri, lo atacó con pie­dras y pa­los. Fue al­go muy feo.

5) Sí, co­noz­co a un costarricense que se lla­ma Ran­dal Cha­cón. El se ca­só con una ro­sa­ri­na y es­tá acá. Es un ami­go y nos ve­mos se­gui­do. Me en­se­ña la ciu­dad y me ha­ce com­par­tir mo­men­tos muy lindos con su fa­mi­lia.

6) Mi fa­mi­lia. Mi es­po­sa y mi hi­ja to­da­vía es­tán allá por­que es­toy bus­can­do dón­de vi­vir. Una vez que so­lu­cio­ne eso, es­pe­ro que ven­gan rá­pi­do. Es lo úni­co que ex­tra­ño. Con el res­to no ten­go pro­ble­mas. Cuan­do es­tu­ve en In­gla­te­rra no me dio el tiem­po pa­ra mi­rar atrás y ex­tra­ñar. Tal vez la co­mi­da, el sa­bor dis­tin­to. En mi país co­me­mos mu­cho arroz y fri­jo­les, es muy tí­pi­co, pe­ro uno tam­bién pue­de co­ci­nar en la ca­sa. Lo mis­mo pa­sa con la mú­si­ca, mi se­ño­ra siem­pre trae sal­sa pa­ra que no la ex­tra­ñe­mos.

7) Cuan­do es­tu­ve en Es­pa­ña, tu­ve pro­ble­mas con afi­cio­na­dos del Má­la­ga. Pe­ro esos te­mas me­jor no co­men­tar­los, no va­le la pe­na. Acá to­dos me han tra­ta­do bien.

8) Me cau­sa mu­cha gra­cia cuan­do di­cen “bo­lu­do” y “pe­lo­tu­do”.

9) No, ha­ce muy po­co que lle­gué.

10) La co­mi­da, en especial la car­ne, que es muy bue­na. Y la gen­te es es­pe­cial, muy cá­li­da, pa­re­ci­da a la de Cos­ta Ri­ca.

 

JUAN CO­MIN­GES

 

Imagen Juan Cominges.
Juan Cominges.
 

(Es­tu­dian­tes / pe­rua­no)

1) Te­nía pen­sa­do emi­grar a un fút­bol más com­pe­ti­ti­vo y se me dio la chance en Co­lón cuan­do un com­pa­trio­ta co­mo el Che­mo del So­lar aga­rró el equi­po.

2) Acá las in­fe­rio­res son muy bue­nas. Nos sa­can años de ven­ta­ja en eso, que es la ba­se del fút­bol ar­gen­ti­no. Con res­pec­to al jue­go, en Ar­gen­ti­na se prio­ri­za la lu­cha, aun­que sea con­tra­dic­to­rio por­que los ar­gen­ti­nos siem­pre han si­do muy bue­nos ju­ga­do­res. Pe­ro es lo que se es­tá vien­do: par­ti­dos tra­ba­dos, mu­cha pe­lo­ta pa­ra­da. En Pe­rú, en cam­bio, es­ta­mos en el otro ex­tre­mo. No he­mos ga­na­do na­da, pe­ro hay más li­ber­tad pa­ra ju­gar, se pre­sio­na me­nos...

3) Las hin­cha­das de to­dos los equi­pos. El día que me va­ya se­rá muy di­fí­cil acos­tum­brar­se a otra cosa. Al ver los par­ti­dos del as­cen­so me sor­pren­dió que hubiera tanta gen­te.

4) Los mis­mos pro­ble­mas que hay en Pe­rú: el trá­fi­co, la in­se­gu­ri­dad, la po­bre­za... que cho­ca más cuan­do se ven re­fle­ja­dos en los ni­ños.

5) Cuan­do vi­ni­mos con Juan Var­gas, vi­vi­mos en el mis­mo ho­tel por un tiem­po. Des­pués es­tu­vi­mos en de­par­ta­men­tos di­fe­ren­tes. Con él nos co­no­ce­mos des­de los 5 años y fue muy es­pe­cial ju­gar jun­tos fue­ra de Pe­rú. Aho­ra tam­bién vi­nie­ron Moi­se­la (Bel­gra­no) y Ji­mé­nez (San Lo­ren­zo), pe­ro to­da­vía no nos jun­ta­mos. Ade­más, ten­go otros com­pa­trio­tas fue­ra del fút­bol con los que me reú­no se­gui­do.

6) Extraño a mis pa­dres y mis ami­gos. Y al­gu­nos pla­tos tí­pi­cos co­mo el ce­vi­che, que es pes­ca­do de mar co­ci­do só­lo con el ju­go de li­món, y acá es di­fí­cil de con­se­guir por­que el li­món pe­rua­no es muy di­fe­ren­te al ar­gen­ti­no. Ade­más, nosotros co­me­mos muy pi­can­te. Ex­tra­ño to­do por­que uno quie­re a su país con sus erro­res y sus vir­tu­des. Pe­ro te ter­mi­nás acos­tum­bran­do a la vi­da de acá. Cuan­do me voy de va­ca­cio­nes, ex­tra­ño Ar­gen­ti­na y quie­ro vol­ver.

7) No, nun­ca. Me han tra­ta­do muy bien. Nun­ca he sen­ti­do discriminación, ni ha­cia mí ni ha­cia mis com­pa­ñe­ros.

8) Son co­sas chi­cas co­mo el “tú” y el “vos”. Nin­gu­na ma­la pa­la­bra ni na­da por el estilo. En es­te tiem­po, con el te­ma de la glo­ba­li­za­ción, to­do se en­tien­de... Y más cuando se ha­bla el mis­mo idio­ma.

9) To­mar ma­te, co­mer asa­do... El ma­te me gusta muy dul­ce, así que no lo pue­do to­mar con el res­to, a to­dos les gus­ta amar­go. An­tes lo to­ma­ba con Ge­la­bert, que tam­bién lo en­dul­za­ba, pe­ro des­de que se fue no to­mo. El asa­do tam­bién me gus­ta. No sé pre­pa­rar­lo, pe­ro siem­pre hay un ami­go que lo ha­ce y me in­vi­ta.

10) Es muy elo­gia­ble la cos­tum­bre de reu­nir­se en fa­mi­lia los do­min­gos pa­ra co­mer. Los ar­gen­ti­nos lo res­pe­tan a muer­te, y me gus­ta y me sor­pren­de.

 

JOR­GE GUA­GUA

 

Imagen Jorge Guagua.
Jorge Guagua.
 

(Co­lón / ecua­to­ria­no)

1) Por­que es muy com­pe­ti­ti­vo. Y una bue­na vi­drie­ra pa­ra pa­sar fút­bol eu­ro­peo.

2) Acá se tra­ba­ja más, se en­tre­na mu­cho. Es un fút­bol rá­pi­do, con mu­cho rit­mo. No hay es­pa­cios, te­nés que es­tar con­cen­tra­do pa­ra sa­ber qué ha­cer an­tes de re­ci­bir el ba­lón.

3) La gen­te de acá es muy fut­bo­le­ra. Se iden­ti­fi­ca con uno y lo ha­cen sen­tir im­por­tan­te. Los de Co­lón me di­cen: “Gua­gua, te­nés que rom­per­la, hay que ga­nar”. Lo pri­me­ro que te pi­den es ac­ti­tud. Otras co­sas te pue­den fal­tar, pe­ro eso no.

4) Na­da, sal­vo los ma­los re­sul­ta­dos de las pri­me­ras fe­chas.

5) Soy el úni­co ju­ga­dor ecua­to­ria­no en Ar­gen­ti­na. Su­pe que Ale­jan­dro Cas­ti­llo es­ta­ba por ve­nir, pe­ro no sé qué va a pa­sar. Acá es­toy so­lo, así que tra­to de acos­tum­brar­me pa­ra es­tar tran­qui­lo.

6) La fa­mi­lia. Ten­go una be­ba y la ex­tra­ño mu­cho... También a mi se­ño­ra y a mi her­ma­no. Aho­ra es­toy bus­can­do de­par­ta­men­to. Cuan­do va­ya a Ecua­dor por una con­vo­ca­to­ria de la Se­lec­ción u otro mo­ti­vo, me ven­go con ellos.

7) No, en nin­gún mo­men­to. Cuan­do he sa­li­do a ju­gar con la Se­lec­ción o por Co­pa Li­ber­ta­do­res, nun­ca me han dis­cri­mi­na­do.

8) A ve­ces yo les ha­blo y mis com­pa­ñe­ros di­cen “¿qué es eso?”. Igual su­ce­de cuan­do ellos ha­blan y a mí se me ha­ce di­fí­cil al­gu­na. Me han car­ga­do por­que a las chi­cas, que acá le di­cen mi­nas, no­so­tros las lla­ma­mos “pe­la­das”. Una vez, le di­je a un com­pa­ñe­ro: “Mi­ra esa pe­la­da, es­tá bue­na”, y no me en­ten­día.

9) Siem­pre es­ta­mos to­man­do ma­te con Se­bas­tián Bláz­quez y Cris­tian Gra­bins­ki. En rea­li­dad, ellos to­man, yo no le ha­go mu­cho. Pe­ro con­ver­sa­mos mien­tras ellos le dan a la bombilla, por­que a mí no me gus­ta mu­cho el ma­te.

10) To­do, es un país muy bo­ni­to, pa­ra dis­fru­tar­lo a cada paso. Me im­pre­sio­na la pasión que la gen­te vi­ve por el fút­bol.

 

FER­NAN­DO SAA­VE­DRA

 

Imagen Fernando Saavedra.
Fernando Saavedra.
 

(Quil­mes / chi­le­no)

1) Des­de ni­ño me atrae el fút­bol ar­gen­ti­no, lo se­guía por te­levisión. Pa­sar de un club chi­co de Chi­le a un equi­po ar­gen­ti­no es muy im­por­tan­te pa­ra mí. Profesional y sentimentalmente.

2) Acá hay pier­na fuer­te y se jue­ga un po­co más rá­pi­do que en Chi­le.

3) La gen­te, aun­que no me sor­pren­dió porque me lo ha­bían co­men­ta­do. Es muy ca­ri­ño­sa.

4) Gra­cias a Dios, na­da.

5) No. Cuan­do lle­gué, el úni­co chi­le­no era Cris­tian Al­va­rez. Fue­ra del fút­bol, ten­go unos ami­gos que vi­ven en La Pla­ta, pe­ro to­da­vía no me en­con­tré por­que es­tán de va­ca­cio­nes en Chi­le.

6) Lo que se ex­tra­ña har­to son la fa­mi­lia y los ami­gos. No me vi­ne con na­die más, aun­que en un tiem­po, en un par de se­ma­nas a lo me­jor, via­ja mi her­ma­na o al­guien de la fa­mi­lia pa­ra no es­tar tan so­lo.

7) No, ja­más.

8) No tu­ve nin­gún ma­len­ten­di­do. Pe­ro hay pa­la­bras co­mo “ca­chai” o “har­to”, que acá cau­san gra­cia, aun­que mis com­pa­ñe­ros las sa­bían por­que en Quil­mes ha­bía es­ta­do Me­lén­dez. Las que me cau­san gra­cia a mí son “bo­lu­do” o “qui­lom­bo”.

9) Me acos­tum­bré a to­mar ma­te. El amar­go no, pe­ro el dul­ce me gus­ta. Ade­más, sir­ve pa­ra jun­tar­se a con­ver­sar. Une a la gente.

10) El am­bien­te, las per­so­nas... El am­bien­te fut­bo­lís­ti­co so­bre to­do, por­que to­da­vía no he es­ta­do mu­cho tiem­po en la ciu­dad.

 

IBRA­HIM SE­KAG­YA

 

Imagen Ibrahim Sekagya.
Ibrahim Sekagya.
 

(Ar­se­nal / ugan­dés)

1) Por mu­chas co­sas, pe­ro lo prin­ci­pal es que fui a Ita­lia y co­no­cí a Gus­ta­vo Mas­car­di. Ha­blé con él y, co­mo allá no po­día ju­gar por un te­ma de pa­pe­les, me pro­pu­so ve­nir.

2) Acá es muy pro­fe­sio­nal. Cuan­do uno jue­ga al fút­bol, jue­ga al fút­bol. Allá, si ju­gás al fút­bol, te­nés que bus­car otro tra­ba­jo para sobrevivir. Al­go ga­nás, pe­ro te­nés que tra­ba­jar.

3) Me sor­pren­dió que salieran tan­ta can­ti­dad de bue­nos ju­ga­do­res. No sa­bía có­mo se vi­vía el fút­bol acá, Ugan­da es­tá muy le­jos.

4) No es que me sor­pren­dió, pe­ro… El idio­ma, al principio no sa­bía qué ha­cer. Tam­bién el cli­ma. Cuan­do ha­ce frío es du­ro y cuan­do ha­ce ca­lor es muy pe­sa­do, más que en Ugan­da.

5) No ten­go más con­tac­tos que mi se­ño­ra y mi hi­jo. No hay ugan­de­ses por acá.

6) Mi fa­mi­lia, aun­que me co­mu­ni­co bas­tan­te por In­ter­net y por te­lé­fo­no. Ten­go mú­si­ca ugan­de­sa y ya me acos­tum­bré a la co­mi­da. Acá hay pla­tos que allá no exis­ten. Se con­su­me ca­si lo mis­mo, pe­ro se lo co­ci­na muy di­fe­ren­te.

7) No, nun­ca me discriminaron. Ni acá ni en Ita­lia, don­de só­lo es­tu­ve cin­co me­ses.

8) No hay por­que son idio­mas muy di­fe­ren­tes al castellano. Allá ha­bla­mos in­glés y ugan­dés.

9) El te­ma del ma­te, del asa­do... Tam­bién es­cu­cho un po­co de mú­si­ca de acá, me gus­ta la cum­bia, la sal­sa. En Ra­fae­la, Iván Juá­rez y Eze­quiel Me­drán me pe­dían que les hi­cie­ra es­cu­char mú­si­ca de Ugan­da, y yo les po­nía pop ugan­dés del gru­po Ci­ras­co. En Ar­se­nal no me lo pi­dió na­die.

10) Me gus­ta lo re­la­cio­na­do con el fút­bol: có­mo se jue­ga, có­mo se tra­ba­ja. Y fue­ra del fút­bol, el tra­to ama­ble con la gen­te.

 

RO­NALD RAL­DES

 

Imagen Ronald Raldes.
Ronald Raldes.
 

(Rosario Cen­tral / bo­li­via­no)

1) Por­que se pre­sen­tó la opor­tu­ni­dad y es muy com­pe­ti­ti­vo, una lin­da vi­drie­ra. Ade­más, me en­can­ta có­mo se vi­ve el fút­bol. El hin­cha te ha­ce dis­fru­tar ca­da par­ti­do.

2) Es más di­ná­mi­co. Se pre­sio­na bien y el jue­go es más fí­si­co.

3) La ama­bi­li­dad de la gen­te, la hos­pi­ta­li­dad. Cuan­do es­ta­ba por ve­nir me de­cían que era muy di­fe­ren­te a la nues­tra, pe­ro no, es si­mi­lar. Siem­pre an­dan pen­dien­te de có­mo es­tá uno. Y me ha­cen sen­tir co­mo en ca­sa. Es­toy muy con­ten­to en Ro­sa­rio.

4) Na­da. To­dos me han tra­ta­do bien. Me gus­ta mu­cho el país. Es más, mi hi­ja me­nor, Lu­cia­na, na­ció acá.

5) En Ro­sa­rio hay muy po­ca gen­te de mi país. En Bue­nos Ai­res, me veo con Lor­gio Al­va­rez y con una tía que vi­ve en Quil­mes.

6) Mu­chas co­sas: la fa­mi­lia, los ami­gos, la co­mi­da. La em­pa­na­da sal­te­ña, que a mí me gus­ta mu­cho, allá la co­me­mos co­mo de­sa­yu­no. Tam­bién ex­tra­ño ir a ju­gar con los ami­gos a la pe­lo­ta, por­que me crié en un ba­rrio.

7) No. Aden­tro de la can­cha pue­de ser. Los hin­chas ri­va­les siem­pre te gri­tan al­go, pe­ro son co­sas de fút­bol. A mí, al me­nos, me po­ne con­ten­to cuan­do me in­sul­tan, no me ba­jo­nea, quie­re de­cir que me co­no­cen. Es lin­do, te dan más ga­nas de ju­gar.

8) La que me cau­sa más gra­cia es “ño­mo”. No­so­tros de­ci­mos “no­mo”. Y el Co­lo­ra­do Fas­si siem­pre me car­ga cuan­do yo le di­go “mi­rá los no­mos”. “Ño­mos”, me co­rri­ge él. Des­pués el res­to de las pa­la­bras no, por­que en Bo­li­via ha­bía ar­gen­ti­nos y uno les pre­gun­ta­ba. Eso sí, al co­mien­zo me cos­ta­ba en­ten­der­los. Los ar­gen­ti­nos ha­blan rá­pi­do, y no­so­tros, más pau­sa­dos.

9) Me quie­ren ha­cer to­mar ma­te, pe­ro no pue­den. Lo he pro­ba­do, pe­ro no soy par­ti­da­rio de beber­lo tan se­gui­do. El asa­do me gus­ta, igual que las pas­tas, co­mo los crê­pes y los so­rren­ti­nos. En mi país no se co­men pas­tas, más bien co­mi­das al ju­go.

10) Es­toy muy con­ten­to en Ar­gen­ti­na y mi fa­mi­lia es­tá có­mo­da en Ro­sa­rio. Eso es im­por­tan­te pa­ra uno.

 

GUI­LLER­MO RO­DRI­GUEZ

 

Imagen Guillermo Rodríguez.
Guillermo Rodríguez.
 

(In­de­pen­dien­te / uru­gua­yo)

1) Por el ni­vel de fút­bol, por có­mo lo vi­ve la gen­te, eso lla­ma mu­cho la aten­ción. Siem­pre fui de ver mu­cho fút­bol ar­gen­ti­no y pen­sa­ba lo lin­do que se­ría, pe­ro una co­sa es ver­lo y otra vi­vir­lo.

2) La ra­pi­dez, la in­fraes­truc­tu­ra de los es­ta­dios y el apo­yo de la gen­te en las can­chas.

3) La gen­te po­si­ti­va. Cuan­do ha­cés al­go mal, te apo­yan, y si lo ha­cés bien, te lo recal­can. Me sor­pren­dió la men­ta­li­dad po­si­ti­va de mis com­pa­ñe­ros, que me re­ci­bie­ron muy bien.

4) Por aho­ra, na­da.

5) Ten­go amis­tad con Mar­ce­lo So­sa, que lle­gó a Ri­ver. Con el res­to va­mos a in­ter­cam­biar nú­me­ros a me­di­da que nos cru­ce­mos.

6) Ex­tra­ño a la fa­mi­lia, pe­ro es­toy a un pa­so, así que me iré ca­da vez que ten­ga un día li­bre. Y el res­to es to­do igual.

7) No, el gru­po me re­ci­bió de la me­jor ma­ne­ra, con los bra­zos abier­tos.

8) Eso de “bo­lu­do” o “te ha­go el aguan­te” son co­sas que en Uru­guay no se di­cen. Y acá me car­gan cuan­do di­go “va­mo’ arri­ba” o “no­ta­ble, mu­cha­cho”. Se ca­gan de la ri­sa y a ca­da ra­to me di­cen “no­ta­ble, mu­cha­cho”.

9) No, lo que ha­ce­mos es to­mar ma­te, com­par­tir una char­la, jo­der un po­co. Me es­toy tra­tan­do de adap­tar. El ma­te lo lle­van un po­co di­fe­ren­te, co­mo la for­ma de po­ner la bom­bi­lla y de ce­bar­lo. Eso sí, to­dos di­cen “va­mos a to­mar ma­te”, pe­ro nin­gu­no an­da con el ter­mo. Siem­pre ce­ba­mos los uru­gua­yos.

10) Re­cién es­toy co­no­cien­do el país, pe­ro hay mu­chos lu­ga­res lin­dos pa­ra ir a co­mer. Eso me de­jó con los ojos abier­tos.

 

JUS­TO VI­LLAR

 

Imagen Justo Villar.
Justo Villar.
 

(Ne­well’s / pa­ra­gua­yo)

1) Por­que me en­can­ta el fút­bol ar­gen­ti­no, es de los más com­pe­ti­ti­vos del mun­do y eso mo­ti­va al ju­ga­dor.

2) Acá se jue­ga con mu­cha pre­sión y ra­pi­dez. Cuan­do lle­gué se ju­ga­ba más por aba­jo, pe­ro des­de el 2005 se em­pe­zó a tra­ba­jar mu­cho la pe­lo­ta pa­ra­da.

3) La gen­te, la pa­sión, el fa­na­tis­mo. El am­bien­te que ro­dea a ca­da par­ti­do no se ve en otras par­tes. Y Ro­sa­rio es más es­pe­cial to­da­vía por la ri­va­li­dad en­tre Ne­well’s y Cen­tral. En el 2004, cuan­do pe­leá­ba­mos el cam­peo­na­to, se me acer­có un hin­cha y me di­jo que te­nía que mos­trar­me al­go. Era un ta­tua­je con mi si­lue­ta en el bra­zo. Se lo cuen­to a to­do el mun­do por­que me im­pac­tó mu­cho, pe­ro na­die me cree. Voy a te­ner que bus­car­lo y sa­car­le una fo­to.

4) Po­cas co­sas. Des­de que lle­gué só­lo re­ci­bí co­sas bue­nas, has­ta de la gen­te de Cen­tral.

5) Ten­go con­tac­to con to­dos los pa­ra­gua­yos que jue­gan acá. Es el com­pa­ñe­ris­mo de pa­sar­se la ma­no por cual­quier si­tua­ción. Los que es­ta­mos en Ne­well’s nos ve­mos en los en­tre­na­mien­tos, pe­ro igual nos jun­ta­mos afue­ra del club. Tam­bién hice ami­gos argentinos.

6) Ex­tra­ño a la fa­mi­lia e ir a pes­car con mi pa­dre. Acá no me da el tiem­po, a pe­sar de te­ner el río a una cua­dra.

7) En ge­ne­ral no, pe­ro al­gu­nas per­so­nas te quie­ren me­nos­pre­ciar por ser pa­ra­gua­yo. Lo su­frí un par de ve­ces. Hay un hin­cha de Cen­tral que es­cri­be una co­lum­na en los dia­rios y nos me­nos­pre­cia. Me mo­les­ta, pe­ro no hay re­me­dio. Con los rivales nun­ca tu­ve una dis­cu­sión por eso. Ni si­quie­ra en la ca­len­tu­ra de los par­ti­dos.

8) Al­gu­na hay, pe­ro ni me acuer­do por­que ma­ne­ja­mos ca­si los mis­mos có­di­gos.

9) Me con­ta­gié la cos­tum­bre de sa­lir en­tre se­ma­na con los ami­gos. En Pa­ra­guay, si sa­lís en la se­ma­na, es con la fa­mi­lia. Tam­bién me ha­bi­tué a to­mar ca­fé. Allá, por la tem­pe­ra­tu­ra, el ca­fé no pe­ga mu­cho. De to­dos mo­dos, no reem­pla­za al te­re­ré, in­fal­ta­ble pa­ra cual­quier pa­ra­gua­yo. A al­gu­nos le con­ta­gié el te­re­ré y el gua­ra­ní. El co­lo­ra­do Re y los ma­sa­jis­tas tra­tan de apren­der gua­ra­ní y a ve­ces les ti­ro al­gu­nas pa­la­bras.

10) Sa­lir a com­par­tir con los ami­gos. El cli­ma, que es más agra­da­ble, sin nuestro ca­lor in­so­por­ta­ble de al­gu­nas épo­cas. Y sa­lir a to­mar un ma­te o un te­re­ré por la ri­be­ra del río.

 

 

Por Maxi Goldschmidt y Pablo Lechuga

Ilustracion: Sebastian Domenech

Fotos: Archivo El Gráfico.