Las Entrevistas de El Gráfico

2006. Kily 100x100

González enfrenta este cuestionario, habla de su amor por el Negro Palma y Maradona. Fanático de Central y símbolo de la Selección de Bielsa, a quien considera como uno de los mejores.

Por Redacción EG ·

29 de julio de 2019

1 ¿Por qué Kily? Ha­bía ami­gos míos que a los 3 o 4 años no les sa­lía de­cir Cris­tian, y a uno le sa­lió Kily, y car­gán­do­lo a él me que­dó a mí. Aho­ra me co­no­cen to­dos por ese apo­do.

2 ¿Te gus­tó? No me gus­ta que mis ami­gos ín­ti­mos me di­gan así. En el fút­bol no me que­da otra, pe­ro en­tre mis más ami­gos, al­gu­nos me di­cen Lucky, Cris­tian o Qui­lom­bo. Kily ya me can­só un po­co.

3 ¿Por qué te ta­tuas­te al Pa­to Lu­cas? Me lo hi­ce por­que de chi­co te­nía una lo­cu­ra me­dio lin­da. Soy in­quie­to, y el pa­to es to­tal­men­te rom­pe hue­vos. Me lo ta­tué con la ca­mi­se­ta de Cen­tral cuan­do te­nía 14 años. Mi vie­jo ca­si me ma­ta.

4 ¿Dón­de que­dó el pe­lo ru­bio has­ta la cin­tu­ra? Pe­lo lin­do y ru­bio… me lo cor­té cuan­do em­pe­cé el jar­dín. Te­nía un pe­lo ex­traor­di­na­rio…  (ri­sas)

5 ¿Tu vie­ja si­gue guar­dan­do to­do lo que sa­le pu­bli­ca­do de vos? Al­gu­nas co­sas sí, otras no, si no te vol­vés lo­co. Ella es una de mis fans, por eso, cuan­do las co­sas no te van bien, a los pri­me­ros a los que les due­le es a ellos.

6 ¿Cuan­do co­bras­te tu pri­mer pre­mio te es­ca­pas­te del en­tre­na­mien­to pa­ra ir a dar­le la pla­ta a tu ma­má? Sí. Fue la sen­sa­ción más lin­da con re­la­ción al fút­bol. Yo en­tre­na­ba con la Pri­me­ra pe­ro ju­ga­ba en la Quin­ta, y en un clá­si­co que ga­na­mos acá en el Gi­gan­te ha­bía ido al ban­co. Al otro día me lla­ma Omar Pal­ma y me da un to­qui­to en bi­lle­tes de cien; no los ha­bía vis­to nun­ca. Te­nía 17 años y pe­dí per­mi­so pa­ra ra­jar­me a mi ca­sa. No te­nía ga­nas de en­tre­nar­me. El pro­fe Nar­di al prin­ci­pio no me de­jó, pe­ro le in­sis­tí y me au­to­ri­zó. En el co­lec­ti­vo iba con el to­qui­to de bi­lle­tes en el bol­si­llo del pan­ta­lón y lo apre­ta­ba con las dos ma­nos. “Es­to nos va a ser­vir pa­ra ta­par unos hue­qui­tos que te­ne­mos”, me di­jo mi vie­ja. Te­nía­mos más agu­je­ros… le de­bía­mos a to­do el ba­rrio.

7 Una vez con­tas­te que no leías li­bros, só­lo re­vis­tas y dia­rios. ¿En Eu­ro­pa cam­bias­te o se­guis­te igual? No, yo si­go igual. Me pon­go una pe­li. Leer te abre la men­te, te da fa­ci­li­dad de pa­la­bra, pe­ro nun­ca me ti­ró. Tal vez por­que nun­ca hu­bo un li­bro que me ha­ya atra­pa­do.

8 ¿Re­co­rris­te Eu­ro­pa o nun­ca tu­vis­te tiem­po? Sí, co­no­cí mu­chos lu­ga­res, pe­ro no con el equi­po, por­que ahí vas del ho­tel al es­ta­dio en el mi­cro y na­da más. Pe­ro cuan­do te­nía tiem­po li­bre vol­vía a las ciu­da­des que me ha­bían in­te­re­sa­do.

9 ¿Cuál fue el lu­gar más ra­ro don­de ju­gas­te un par­ti­do? En Chi­na, Ja­pón… pe­ro ju­gar en los me­jo­res es­ta­dios de Eu­ro­pa no me lo qui­ta na­die.

10 ¿Por qué ele­gis­te Bo­ca en vez del Real Ma­drid en el 96? Ha­ce diez años no se sa­bía tan­to del fút­bol eu­ro­peo co­mo aho­ra. No ha­bía tan­ta te­le­vi­sión por ca­ble ni in­ter­net. De pe­do te­nía los ca­na­les de ai­re de acá de Ro­sa­rio. Yo no sa­bía có­mo era el Real Ma­drid co­mo equi­po. Y ade­más se me­tió Ma­ra­do­na,  lo má­xi­mo co­mo ju­ga­dor y per­so­na pa­ra mí. Que él te di­ga: “¿No que­rés ve­nir a ju­gar con­mi­go?” fue al­go in­creí­ble. Lla­ma­ba a mi ca­sa pa­ra que fue­ra a Bo­ca y ha­bla­ba una ho­ra con mi vie­jo pa­ra con­ven­cer­me.

11 ¿Te acor­dás qué fue lo pri­me­ro que te di­jo Die­go cuan­do lle­gas­te a Bo­ca? Fui a fir­mar a la se­de y me di­jo que me es­ta­ban es­pe­ran­do con los bra­zos abier­tos. Y que me sin­tie­ra im­por­tan­te, por­que pa­ra ju­gar en un lu­gar co­mo Bo­ca te te­nés que sen­tir im­por­tan­te.

12 Una vez Ma­ra­do­na te pre­gun­tó quién era tu ído­lo y vos le di­jis­te que era el Ne­gro Pal­ma. ¿Cuál fue su reac­ción? Me man­dó a la mier­da (ri­sas). Pe­ro pa­ra mí Omar es úni­co. Yo lo dis­fru­ta­ba to­dos los do­min­gos co­mo hin­cha y des­pués ju­gué con él. Fue un sue­ño cum­pli­do.

 

Imagen El gigante es la segunda casa del Kily. Allí arrancó su carrera.
El gigante es la segunda casa del Kily. Allí arrancó su carrera.
 

13 Ma­ra­do­na, Ca­nig­gia, Ve­rón, vos… lin­da ban­da… Sí, pe­ro vos fi­ja­te que no ga­na­mos na­da. Te­nía­mos un equi­po que con los nom­bres era cam­peón de to­do sin ju­gar, pe­ro con los nom­bres y la ca­mi­se­ta ya no se ga­na.

14 En Cen­tral tam­bién ar­ma­ron otro gru­po lin­do con Vi­ta­mi­na Sán­chez, Car­bo­na­ri, Gor­di­llo, Be­llo­so… Acá, va­rios hi­ci­mos las in­fe­rio­res jun­tos y su­bi­mos a Pri­me­ra al mis­mo tiem­po. Que­ría­mos con­cen­trar tres días an­tes, se­guía­mos co­mo en la pen­sión. Y en la can­cha vo­lá­ba­mos, por­que éra­mos ami­gos ade­más de com­pa­ñe­ros.

15 ¿Cuán­tas es­ca­pa­das de con­cen­tra­cio­nes tu­vis­te? No era de es­ca­par­me. Tra­ta­ba de di­ver­tir­me, pe­ro lo mío es pu­ra fa­ma. Sa­lía, sí, pe­ro no tan­to co­mo lo que se de­cía. Ojo que no soy nin­gún san­to, pe­ro tam­po­co la pa­va­da.

16 La gi­ra por Chi­na con Bo­ca de­be ha­ber si­do al­go in­creí­ble, ¿no?  Sí, uno va co­no­cien­do cos­tum­bres de tan­ta gen­te que que­dás alu­ci­na­do. Las co­mi­das, las vestimentas, los idio­mas. To­dos los días agra­dez­co lo que me dio el fút­bol, soy un afor­tu­na­do por es­tar me­ti­do en es­to y des­de ha­ce tan­to tiem­po.

17 Ve­rón te acu­sa de ha­ber ro­to un ja­rrón que va­lía una for­tu­na… Sí, lo rom­pí yo. Me vol­vía lo­co con esos ja­rro­nes. Cuan­do es­tá­ba­mos por ir­nos, le di­je a Se­bas­tián de lle­var­nos uno. Pe­ro él me de­cía que no, que no en­tra­ban en el bol­so. Y mien­tras ha­blá­ba­mos me sen­té so­bre una me­sa, y cuan­do me apo­yo, to­co uno que es­ta­ba ahí al cos­ta­do, el ja­rrón en­tró a tam­ba­lear y se hi­zo mier­da con­tra el sue­lo. Al to­que, Bi­lar­do –que es ra­pi­dí­si­mo– me aga­rra y nos lle­va ca­mi­nan­do a to­dos al mi­cro. Yo es­ta­ba con re­me­ra y to­dos es­ta­ban de cam­pe­ra, en­ton­ces me ti­ra­ron una cam­pe­ra y me la pu­se, pe­ro a esa al­tu­ra ya me se­guían los chi­nos por to­dos la­dos, pa­ra que no me ra­je. Ahí nos su­bi­mos al bon­di y Bi­lar­do se que­dó aba­jo, ha­blan­do con los ti­pos. Pe­ro ima­gi­na­te al Doc­tor ha­cién­do­se el que no sa­bía na­da y ha­blan­do por se­ñas con los ti­pos esos, por­que chi­no no sa­be. Al fi­nal no sé si el ja­rrón lo ter­mi­nó pa­gan­do él o Bo­ca, pe­ro era enor­me.

18 ¿Cuál fue la me­jor jo­da que le hi­cis­te a la Bru­ji­ta? Yo lo pe­lé. El no se pe­la­ba a ce­ro, se de­ja­ba una som­bra. Una vez, en San­ta Fe, cuan­do es­ta­ba pa­sán­do­se la ma­qui­ni­ta, le pe­gué y se sa­có to­do el pe­lo. En la ha­bi­ta­ción tam­bién es­ta­ba Blas Giun­ta y le hi­ce lo mis­mo. Y ju­ra­ron ven­gar­se. Mien­tras dor­mía, me aga­rra­ron y me sa­ca­ron las pa­ti­llas, me ra­pa­ron to­do el cos­ta­do. Me ha­bían arrui­na­do. Mi vie­ja llo­ra­ba vien­do el par­ti­do por te­le.

19 ¿Y la me­jor jo­da de con­cen­tra­ción? Hi­ce mi­les. Pe­ro con Gus­ta­vo Ló­pez, con quien an­dá­ba­mos jun­tos en Za­ra­go­za, hi­ci­mos de­sas­tres. Una vez en la Se­lec­ción con­cen­trá­ba­mos los dos con el Cho­lo Si­meo­ne, que es un en­fer­mo del fút­bol. No­so­tros que­ría­mos ver los pro­gra­mas don­de ha­bía mi­nas, pe­ro el Cho­lo no nos de­ja­ba; era to­do fút­bol. “A las diez jue­gan Ale­ma­nia-Mon­go­lia”, nos de­cía. Y ha­bía que ver­lo. Un día ba­ja­mos a co­mer, pe­ro con Gus­ta­vo vol­vi­mos an­tes a la ha­bi­ta­ción y le sa­ca­mos al Cho­lo la ca­ma, el col­chón, to­do, y nos fui­mos al so­bre a es­pe­rar que vol­vie­ra, ta­pa­dos has­ta la na­riz. “¡Hi­jos de pu­ta!”, nos gri­ta­ba cuan­do vio que su ca­ma ha­bía de­sa­pa­re­ci­do. Y lo lla­ma­ba de­ses­pe­ra­do al pro­fe Bo­ni­ni pa­ra que vie­ra lo que le ha­bía­mos he­cho. El que­ría ver su par­ti­do y se en­con­tró con que el col­chón ha­bía vo­la­do por la ven­ta­na del pre­dio.

20 ¿Te­nías a al­guien de hi­jo, al que siem­pre aga­rra­bas pa­ra bo­lu­dear? En Za­ra­go­za te­nía­mos un com­pa­ñe­ro “bra­zu­ca”, Gil­mar, que ju­ga­ba de cen­tral y era pas­tor evan­gé­li­co. Y a mí y a Gus­ta­vi­to nos de­cía: “Es­tán por el mal ca­mi­no, tie­nen que acer­car­se más a Dios”, y no­so­tros le de­cía­mos que nos ha­ble de él, que nos cuen­te. Nos lle­va­ba a su ha­bi­ta­ción y mien­tras él ora­ba con los ojos ce­rra­dos, Gus­ta­vo le es­cri­bía con bi­ro­me “Je­sús te amo”, “Te que­re­mos con no­so­tros” en las sá­ba­nas. O le pe­día­mos fra­za­das y cuan­do iba al pla­card, Gus­ta­vo sal­ta­ba de aden­tro y lo asus­ta­ba. Po­bre ne­gro, era tan bue­no… pe­ro cuan­do ju­gá­ba­mos con­tra Bra­sil siem­pre nos ga­na­ban, así que ha­bía que ce­rrar la bo­ca.

21 ¿Es ver­dad que llo­ras­te abra­za­do a Ve­rón cuan­do se fue­ron de Bo­ca? Sí. Con la Bru­ja siem­pre nos tu­vi­mos mu­cho ca­ri­ño. Vi­vi­mos to­do tan rá­pi­do jun­tos –igual a él le fue un po­qui­to me­jor des­pués, ja– que to­do fue muy fuer­te. Se des­man­te­ló muy rá­pi­do ese equi­po. Nos fui­mos con di­fe­ren­cia de un mes. Ha­bía mu­cho sen­ti­mien­to de los dos, por­que Bo­ca te mar­ca por lo que re­pre­sen­ta, por lo que se vi­ve, por lo que te mues­tra la gen­te, la pren­sa.

22 ¿En esa épo­ca co­no­cis­te mu­chos “ami­gos del mo­men­to”? Sí, en to­dos los equi­pos hay gen­te que se te arri­ma pa­ra sa­car al­go. Pe­ro vos te das cuen­ta quién lo ha­ce por con­ve­nien­cia. Y si te fi­jás, la gen­te que es­tá a mi la­do es la que es­tá des­de siem­pre. Son mis ami­gos del ba­rrio, de cuan­do era chi­co y to­da­vía no ju­ga­ba.

23 Cuan­do pa­sas­te de Bo­ca al Za­ra­go­za to­do fue muy rá­pi­do y se ru­mo­reó que fue por un te­ma de do­ping… Yo ten­go fa­ma de to­do, aunque no soy el peor ni el me­jor. Dis­fru­to los mo­men­tos. La he ca­ga­do a ve­ces, pe­ro cuan­do te po­nen una eti­que­ta no te la sa­cás nun­ca más. No fui un san­to, tampoco me arre­pien­to de na­da. Hu­bo mu­chos ru­mo­res, pe­ro no fue na­da de eso. Si in­clu­so aho­ra di­cen que vi­ne a Cen­tral por la pla­ta…

24 ¿Con Ma­cri te lle­va­bas bien? Sí, bien. Te­nía­mos un pe­que­ña amis­tad, no era la tí­pi­ca re­la­ción di­ri­gen­te-ju­ga­dor.

25 ¿Y ahora que elegiste Central en lugar de Boca? Yo creo que está todo bien. El, co­mo fa­ná­ti­co de un equi­po, tie­ne que en­ten­der lo que yo sien­to por Cen­tral.

26 ¿En Bo­ca la Bruja y vos eran co­mo Bea­vis y Butt­head? Era­mos muy rom­pe­hue­vos. El de La Pla­ta, yo de Ro­sa­rio; fue una co­sa muy gros­sa. Era­mos los dos pen­de­jos de ese plan­tel.

Imagen Un amigo del alma, la Brujita Verón. Estuvieron juntos en Boca, el Inter y la Selección.
Un amigo del alma, la Brujita Verón. Estuvieron juntos en Boca, el Inter y la Selección.

27 ¿Es cier­to que an­tes de co­no­cer­lo pen­sa­bas que era un agran­da­do? Sí, yo lo odia­ba, por­que lo veía… vis­te co­mo es él... Uno a ve­ces se de­ja lle­var por la ima­gen, pe­ro cuan­do lo co­no­cés es un fe­nó­me­no. A mí tam­bién me pa­só. En Va­len­cia me que­rían pe­gar to­dos. A Men­die­ta yo lo odia­ba, pe­ro cuan­do fui­mos com­pa­ñe­ros nos di­mos cuen­ta de que no éra­mos ma­los ti­pos, ja.

28 Y des­pués de ha­ber es­ta­do jun­tos en Bo­ca se reen­con­tra­ron en el In­ter… Sí, y se­guía­mos con las jo­das de siem­pre. Se­gui­mos sien­do los mis­mos de la épo­ca en Bo­ca, pe­ro con trein­ti­pi­co de años. Ha­ce­mos las mis­mas bo­lu­de­ces con más años.

29 ¿Adria­no te­nía ma­la on­da con to­dos los ar­gen­ti­nos? No, era con la Bru­ja so­la­men­te, por­que él le de­cía las co­sas de fren­te. Cuan­do vos te­nés una dis­cu­sión en una can­cha, las co­sas te las di­cen pa­ra ayu­dar al equi­po. Pe­ro el ne­gro se lo to­mó to­do más per­so­nal y por eso fue­ron los pro­ble­mas que tu­vie­ron.

30 ¿Có­mo con­vi­vían en un plan­tel su­per­po­bla­do de fi­gu­ras co­mo ése? Era un qui­lom­bo. Era muy di­fí­cil por­que ha­bía ti­pos de to­do el mun­do, que ha­bla­ban mil idio­mas. Pe­ro ha­bía bue­na on­da por­que ob­te­nía­mos  los re­sul­ta­dos que bus­cá­ba­mos.

31 ¿Te sen­tís cam­peón de los dos úl­ti­mos scu­det­tos? Sí, por su­pues­to. Des­pués te po­nés a pen­sar “con ra­zón no po­día­mos sa­lir cam­peo­nes”. Los dos tor­neos sa­li­mos ter­ce­ros. Y se te cru­zan al­gu­nos par­ti­dos don­de te co­bra­ron pe­na­les en con­tra o co­sas así. No­so­tros hi­ci­mos el es­fuer­zo pe­leando con­tra equi­pos que ha­cían tram­pa, aun­que un po­co al pe­do, por­que con los plan­te­les que te­nían no la  ne­ce­si­ta­ban.

32 ¿La ita­lia­na es la li­ga más co­rrup­ta de to­das? No sé si es la más co­rrup­ta. Pe­ro vos fi­ja­te có­mo es El de Arri­ba, que ve to­do pe­ro des­pués los ha­ce sa­lir cam­peo­nes del mun­do.

33 ¿Te­nías co­no­ci­mien­to de to­do lo que pa­sa­ba? Lo co­men­tá­ba­mos en­tre no­so­tros en el plan­tel, pe­ro co­mo se pue­de ha­blar de un pe­nal ra­ro que le co­bran a cual­quier equi­po, o co­sas así.

34 Un tiem­po an­tes de ir al In­ter, la Ju­ven­tus pi­dió pre­cio por vos y del Va­len­cia con­tes­ta­ron que va­lías 30 mi­llo­nes de dó­la­res. ¿Te pa­re­ció iló­gi­co? Sí, es una lo­cu­ra. Na­die va­le 30 mi­llo­nes. Pa­sa que el fút­bol mue­ve tan­tas co­sas que hay gen­te que ma­no­tea de to­dos la­dos… Lo im­por­tan­te es que el ju­ga­dor, que es el gran pro­ta­go­nis­ta, sa­que be­ne­fi­cio de to­do eso. Si va­lés 30 mi­llo­nes, que te ha­gan un con­tra­to por esa gui­ta. A ve­ces te da ver­güen­za, por­que en Ar­gen­ti­na mu­cha gen­te se ca­ga de ham­bre pe­ro es­cu­chás ci­fras irra­cio­na­les por un fut­bo­lis­ta.

Imagen En el inter conoció al mejor dirigente que tuvo en su carrera: Massimo Moratti.
En el inter conoció al mejor dirigente que tuvo en su carrera: Massimo Moratti.

35 ¿Qué pe­só más: la ale­gría de ha­ber de­bu­ta­do en la Se­lec­ción, y en­ci­ma con­tra Bra­sil, o la bron­ca de que te ha­yan echa­do a los tres mi­nu­tos? No me di ni cuen­ta, por­que es­ta­ba en una nu­be, no po­día creer que es­ta­ba en la Se­lec­ción, ju­gan­do en can­cha de Ri­ver. Ade­más, la ju­ga­da no fue pa­ra ro­ja. El bra­si­le­ño exa­ge­ró, y co­mo ha­bían ra­ja­do a uno de ellos, me ex­pul­sa­ron a mí. Por suer­te, cuan­do ter­mi­nó el par­ti­do Daniel me ha­bló, me tran­qui­li­zó y me di­jo que no me preo­cu­pa­ra, que te­nía mu­cho por de­lan­te. Y Gron­do­na tam­bién tu­vo pa­la­bras re­con­for­tan­tes con­mi­go.

36 Pe­ro des­pués Pas­sa­re­lla no te lla­mó nun­ca más… No me ci­tó por­que se­gu­ro que mi ni­vel no era de Se­lec­ción. No lo to­mé como algo per­so­nal ni les di bo­la a los ru­mo­res que de­cían que no me lla­ma­ba por­que es­ta­ba con Ma­ra­do­na o por­que usa­ba ari­to.

37 ¿Te do­lió no ha­ber ido a los Jue­gos de Atlan­ta 96? Sí, eso sí me do­lió, pe­ro son tris­te­zas que des­pués pa­san.

38 ¿Có­mo se ex­pli­ca que cuan­do te ba­jas­te del avión pa­ra ju­gar un par­ti­do de eli­mi­na­to­rias te ha­yan ro­ba­do la bi­lle­te­ra y el ce­lu­lar? Uh… odié la Ar­gen­ti­na ese día. Mi­rá que la amo, pe­ro fue una im­po­ten­cia te­rri­ble. Es­ta­ba en el pre­dio de Ezei­za con­cen­tra­do y me que­ría vol­ver a Eu­ro­pa. No te­nía mu­cha gui­ta, pe­ro me ro­ba­ron co­sas de va­lor sen­ti­men­tal y unos com­pacts. Fue muy tris­te y me aga­rró un odio bár­ba­ro. Por suer­te se dig­na­ron a ti­rar­me los do­cu­men­tos en el ba­ño.

39 ¿Si el téc­ni­co que su­ce­día a Pas­sa­re­lla en la Se­lec­ción no hu­bie­se si­do Biel­sa, te ha­bría con­vo­ca­do? Qué sé yo… pa­sa por gus­tos y sis­te­mas de ca­da en­tre­na­dor. Ca­da uno tie­ne su for­ma de ju­gar y la aso­cia a fut­bo­lis­tas que la pue­dan plas­mar. El fút­bol de Biel­sa pa­sa por lo fí­si­co y el pro­ta­go­nis­mo. Y to­dos so­ña­mos con ir a Bra­sil y ser pro­ta­go­nis­tas. Te co­mías tres go­les por­que los ibas a bus­car. En esa épo­ca nos te­nían mie­do to­dos los se­lec­cio­na­dos.

40 ¿Nun­ca hu­bo pi­ca con él por Cen­tral y Ne­well's? No, eso hi­zo que ha­ya un res­pe­to mu­tuo, y tam­bién una ad­mi­ra­ción de mi par­te ha­cia él. Des­pués de Biel­sa es jo­di­do te­ner a otro en­tre­na­dor. Y no lo di­go por­que es­tu­ve en ca­si to­das las con­vo­ca­to­rias; hay gen­te que no ju­gó mu­chos par­ti­dos y di­ce lo mis­mo. Me sien­to or­gu­llo­so de ha­ber tra­ba­ja­do con él.

 

Imagen Canalla desde que era chiquitito.
Canalla desde que era chiquitito.
 

41 ¿Es cier­to que es di­ver­ti­do en la in­ti­mi­dad? Sí. Te­nía pa­la­bras, ges­tos, co­men­ta­rios, ri­sas… Mar­ce­lo es se­rio, y mu­cho no le gus­ta que ha­blen de él, pe­ro tie­ne su for­ma es­pe­cial de sa­ber­se me­ter en los mo­men­tos jus­tos.

42 ¿Su es­que­ma de jue­go te con­ve­nía? Sí, por mi for­ma de ju­gar con di­ná­mi­ca, cam­bio de rit­mo, pu­de es­tar en la Se­lec­ción. Fue el que me­jor me su­po ex­plo­tar.

43 ¿Te ter­mi­nas­te ha­cien­do biel­sis­ta? Y sí... Yo me sien­to iden­ti­fi­ca­do con él. De to­dos los en­tre­na­do­res que uno tie­ne va sa­can­do lo me­jor. Pe­ro tam­bién agra­dez­co lo que me apor­tó Bi­lar­do. Hoy el fút­bol es di­na­mis­mo, ac­ti­tud, cam­bio de rit­mo, ser po­li­fun­cio­nal. Y to­do eso me lo dio el Doc­tor.

44 ¿Du­ran­te cuán­to tiem­po Ar­gen­ti­na fue el me­jor equi­po del mun­do? Has­ta el día que que­da­mos afue­ra del Mun­dial 2002. Has­ta que los re­sul­ta­dos no nos acom­pa­ña­ron. Has­ta que El de Arri­ba di­jo: “No es pa­ra us­te­des, mu­cha­chos”. Te­nía­mos la me­jor Se­lec­ción del mun­do, sin du­das. Lo de­cían to­dos y los re­sul­ta­dos nos ava­la­ban. Pe­ro nos que­da­mos afue­ra y te te­nés que ca­llar la bo­ca. Le ge­ne­ras­te 20 si­tua­cio­nes de gol a Sue­cia, pe­ro te em­bo­ca­ron un gol de ti­ro li­bre. Con In­gla­te­rra era un par­ti­do pa­ra em­pa­tar o ga­nar, pe­ro per­dis­te por un pe­nal. Y te fuis­te. A llo­rar a la igle­sia. No li­ga­mos. No te­nía que ser para nosotros. No se li­gó na­da.

45 ¿La Co­pa Amé­ri­ca 2001 ten­drían que ha­ber­la ju­ga­do, así se ga­na­ba un tí­tu­lo y se cor­ta­ba una ma­la ra­cha de ca­ra al Mun­dial? No sé. A prio­ri la po­dría­mos ha­ber ga­na­do, pe­ro no fui­mos. Pa­ra mí, jun­to a la de Ba­si­le, la de Biel­sa fue una de las me­jo­res se­lec­cio­nes que se for­ma­ron. Pe­ro El de Arri­ba no qui­so que ga­ná­ra­mos na­da.

46 ¿Vol­vis­te a ver al­gún par­ti­do o re­su­men de Co­rea-Ja­pón? No, na­da.

47 ¿Llo­ras­te des­pués de la eli­mi­na­ción? Sí, mu­cho. No era jus­to. No me­re­cía­mos eso. No­so­tros ha­bía­mos he­cho to­do pa­ra me­re­cer un po­qui­to más. No ten­go du­das de que si pa­sá­ba­mos de ron­da, éra­mos cam­peo­nes del mun­do.

48 ¿En­ton­ces fue un fra­ca­so o ma­la suer­te? Lo te­nés que to­mar co­mo un fra­ca­so. Pe­ro no li­ga­mos na­da. Mi­rá la última Se­lec­ción. Fue al Mun­dial, tu­vo un po­co de suer­te, ju­gó bien y lle­gó don­de lle­gó. Y con un po­qui­to más de oje­te, era cam­peón del mun­do. Si le ga­na­ban a Ale­ma­nia, eran cam­peo­nes.

49 ¿Los con­flic­tos so­cia­les ar­gen­ti­nos de esos años les ge­ne­ra­ron una pre­sión ex­tra? Tu­vi­mos pre­sión to­dos los par­ti­dos du­ran­te cua­tro años, pa­sa que des­pués de per­der se bus­can ex­cu­sas. Vos te aga­rrás del re­sul­ta­do fi­nal. Pre­sión tie­ne el que se le­van­ta pa­ra la­bu­rar y no tie­ne pa­ra co­mer. Acá so­mos muy re­sul­ta­dis­tas. Si sa­lís se­gun­do, sos un fra­ca­sa­do. ¡Y te es­toy di­cien­do se­gun­do!

50 “Cuan­do el ju­ga­dor ar­gen­ti­no es­tá com­pli­ca­do, no fa­lla”. ¿El Mun­dial 2002 fue la ex­cep­ción? Pe­ro no­so­tros ve­nía­mos bár­ba­ro. No es­tá­ba­mos com­pli­ca­dos. Si ga­ná­ba­mos el úl­ti­mo par­ti­do, pa­sá­ba­mos. En­ci­ma no per­di­mos con­tra los sue­cos. Fi­ja­te la ma­la le­che que tu­vi­mos que el gol con­tra Sue­cia fue de re­bo­te de pe­nal. ¡Ni el pe­nal pu­di­mos me­ter!

51 Mu­cha gen­te ter­mi­nó cul­pan­do a Ve­rón de lo que pa­só… Yo no vi nun­ca esa ima­gen po­lé­mi­ca de la que to­dos ha­blan. Pe­ro el mo­ti­vo que dio él es­tá bien. Si va­mos per­dien­do y te ha­cen ese ges­to de tran­qui­li­dad, to­dos se po­nen lo­cos, sí. Pe­ro si ti­rás el cen­tro mal, ter­mi­na sien­do mucho peor.

52 En lo per­so­nal, ve­nir ju­gan­do y de re­pen­te no es­tar en el de­but con­tra Ni­ge­ria, ¿có­mo lo to­mas­te? Me do­lió mu­cho, pe­ro me la co­mí. No es­ta­ba bien fut­bo­lís­ti­ca­men­te y Mar­ce­lo de­ci­dió sa­car­me.

53 ¿Te sor­pren­dió que Biel­sa si­guie­ra? No por él, si­no por­que en Ar­gen­ti­na só­lo se bus­ca ser cam­peón y na­da más. Eso de­mos­tró que se va­lo­ró el tra­ba­jo que hi­zo en su pro­ce­so.

54 Lo que pa­só en la fi­nal de la Co­pa Amé­ri­ca con­tra Bra­sil, ¿fue un des­cui­do, una des­con­cen­tra­ción, se ha­bían re­la­ja­do o fue mé­ri­to de Adria­no? Fue un oje­te terrible de Bra­sil… cie­rro los ojos y me acuer­do de la ju­ga­da. No se pue­de creer. Pen­sé en de­jar de ju­gar. No po­día ser, por có­mo ha­bía­mos ju­ga­do en to­da la Co­pa. Des­con­cen­tra­ción no fue por­que es­ta­ban to­dos to­ma­dos. Fue mé­ri­to del gor­do que le que­dó y la cla­vó… y des­pués arran­ca­mos aní­mi­ca­men­te mal en los pe­na­les, y en­ci­ma erra­mos los dos pri­me­ros…

55 Aun­que sea vos pu­dis­te sa­car­te un po­qui­to la es­pi­na de 2002 y de la Co­pa Amé­ri­ca 2004 con la me­da­lla en Ate­nas, ¿o no tie­ne na­da que ver? Son co­sas du­ras, tris­tes. Pe­ro den­tro de to­do lo­gra­mos una co­sa que le fal­ta­ba al fút­bol ar­gen­ti­no. Que­da­mos en la his­to­ria de la me­jor ma­ne­ra.

56 ¿Rei­vin­di­ca­ron el pres­ti­gio de Ar­gen­ti­na, que ha­cía mu­cho que no ga­na­ba na­da, y el de us­te­des? Sí, por­que ha­bían pa­sa­do 10 años sin ga­nar na­da. Lás­ti­ma que no es­tu­vie­ron to­dos los chi­cos del Mun­dial, pe­ro sen­ti­mos que ellos tam­bién es­ta­ban. Por lo me­nos se va­lo­ró el lo­gro que fal­ta­ba.

57 ¿Sin­tie­ron el es­pí­ri­tu olím­pi­co y to­do lo que se ha­bla de los Jue­gos pe­se a no es­tar en la Vi­lla? Pa­ra mí fue la ex­pe­rien­cia más lin­da que vi­ví en el fút­bol. Era co­mo es­tar en una pen­sión. El gru­po era ex­traor­di­na­rio. Dor­mía­mos en una ca­ma re chi­qui­ta que nos te­nía­mos que ha­cer no­so­tros, no te­nía­mos te­le, ha­bía que to­mar un bon­di pa­ra ir a de­sa­yu­nar y al­mor­zar.

58 ¿Te cru­zas­te con al­gún gros­so? Sí, me que­dé asom­bra­do por la hu­mil­dad de Ema­nuel Gi­nó­bi­li. Es­tu­vi­mos con los chi­cos de vo­ley, con las Leo­nas. Y de los de afue­ra vi­mos a mu­chos te­nis­tas, al chi­no Yao Ming. Fue muy lin­do cuan­do nos jun­ta­mos a co­mer to­dos los ar­gen­ti­nos. Tam­bién fui­mos a ver un par­ti­do de vó­ley. La pa­sa­mos muy bien.

59 ¿Y la re­nun­cia de Biel­sa có­mo la to­mas­te? Mal, fue un gol­pe muy gran­de. El te­nía sus ra­zo­nes y las res­pe­té, pe­ro no las acep­té nun­ca. Por­que yo sé to­do lo que tu­vo que su­frir por có­mo lo cas­ti­gó la pren­sa.

60 ¿La vis­te ve­nir, él les co­men­tó al­go? No. Cuan­do le ga­na­mos 3-1 a Pe­rú allá, por la eli­mi­na­to­rias, es­ta­ba muy con­ten­to. Y de re­pen­te pa­só. Yo me en­te­ré en Ita­lia.

61 ¿Has­ta cuán­do te ilu­sio­nas­te con ir a Ale­ma­nia? Has­ta el fi­nal. La es­pe­ran­za era po­ca, pe­ro soy po­si­ti­vo. Me di cuen­ta de que no iba des­pués de mi le­sión con­tra Uru­guay, cuan­do de­jé de te­ner con­tac­to con la Se­lec­ción.

62 ¿Te do­lió no ha­ber es­ta­do? Sí, la for­ma so­bre to­do. Por­que no me rom­pí en el In­ter; fue con la Se­lec­ción. Es­tu­ve cua­tro me­ses sin re­ci­bir una lla­ma­da del doc­tor o del cuer­po téc­ni­co. Creo que no era jus­to. Pe­ro Pe­ker­man ha­brá te­ni­do sus ra­zo­nes. No le ten­go ren­cor. Cuan­do me lla­mó an­tes de la lis­ta, le de­seé lo me­jor.

63 ¿Te lla­mó pa­ra de­cir­te que no ibas a es­tar? Sí, pe­ro le di­je que no me ser­vía pa­ra na­da. No tie­ne sen­ti­do lla­mar a un ti­po des­pués de cua­tro me­ses, una ho­ra an­tes de dar la lis­ta y de­cir­le que no va. Es pre­fe­ri­ble que no te lla­men. El res­pe­to es an­tes. Es pre­gun­tar­te có­mo es­tás de la le­sión, que fue lo que me hi­zo per­der con­ti­nui­dad en el In­ter.

64 ¿Y el te­ma de la ca­pi­ta­nía? A Aya­la lo eli­gió el gru­po, pe­ro Pe­ker­man pu­so a So­rin. Pa­ra mí es más me­ri­to­rio que te eli­jan tus com­pa­ñe­ros, pe­ro hay for­mas y for­mas.

65 ¿Y la pe­lea en­tre la Bru­ja y Juam­pi có­mo la vi­vis­te? Son pro­ble­mas per­so­na­les en­tre ellos. Yo ten­go re­la­ción con los dos. En Eu­ro­pa no­so­tros se­gui­mos sien­do ex­tran­je­ros y yo no que­ría que se vea la ima­gen de dos ar­gen­ti­nos pe­leán­do­se. Tra­té de acer­car­los, pe­ro si des­pués te cie­rran la puer­ta, se aca­bó. Ca­da uno asu­me lo que ha­ce.

66 ¿Ar­gen­ti­na es­ta­ba pa­ra más en Ale­ma­nia? Sí, era el equi­po que me­jor ju­ga­ba al fút­bol. Ma­ne­ja­ba, to­ca­ba la pe­lo­ta. Ita­lia ga­na­ba me­ti­do atrás, sal­vo cuan­do su­pe­ró a Ale­ma­nia poniendo dos de­lan­te­ros más. Eso le fal­tó un po­qui­to a Ar­gen­ti­na. Si hu­bie­ra me­ti­do a Ai­mar o a Mes­si con­tra los ale­ma­nes, ga­na­ba el par­ti­do. Ellos es­ta­ban muer­tos.

67 ¿Se equi­vo­có Jo­sé con los cam­bios? No, no di­go eso. Pe­ro creo que era el mo­men­to. No que­rían más. Ha­bía que ata­car­los con ju­ga­do­res ra­pi­di­tos.

68 ¿Vos es­tás con los que di­cen que Ri­quel­me jue­ga bien o con los que di­cen que es len­to? Ri­quel­me jue­ga bien. No es len­to; te da más pau­sa que otros. Eso ha­ce que el equi­po sea más len­to, pe­ro Ro­mán es rá­pi­do con la pe­lo­ta. A la ho­ra de de­ci­dir, tar­da un se­gun­do más que el res­to. En el Mun­dial lo vi por mo­men­tos bien, pe­ro tu­vo al­gu­nas la­gu­nas.

69 ¿Ten­dría que ha­ber se­gui­do Pe­ker­man? Creo que sí. Hi­zo las co­sas bien en el Mun­dial. Pe­ro él ten­drá sus ra­zo­nes y deben ser respetadas.

70 ¿El Co­co es una bue­na op­ción? El Co­co Basile es uno de los en­tre­na­do­res que más ga­nó. Co­pas Amé­ri­ca, tor­neos lo­ca­les y copas internacionales, ade­más hizo las cosas muy bien en Bo­ca. Y tie­ne la ideo­lo­gía de jue­go que le gus­ta al ar­gen­ti­no.

71 ¿Qué otro téc­ni­co hu­bie­ses pues­to? Me gus­ta Bu­rru. Lo veo que va pa­ra ade­lan­te. Tam­bién me gus­ta Pum­pi­do. Tie­ne mu­cho diá­lo­go con el ju­ga­dor. Y hoy el téc­ni­co pa­sa por te­ner con­ten­to al ju­ga­dor. Nos gus­ta que nos ha­gan sen­tir im­por­tan­tes, que nos mi­men. Con Bi­lar­do en Bo­ca es­ta­ban el Ta­ta Brown y Nery co­mo ayu­dan­tes, y él se la pa­sa­ba ha­blan­do con­mi­go.

72 ¿Te ves con po­si­bi­li­da­des de que te con­vo­que Ba­si­le? Las chan­ces es­tán, pe­ro hay que ser rea­lis­ta. Des­pués de­pen­de­rá de mi ni­vel. Aho­ra só­lo pien­so en es­tar bien en Cen­tral.

73 ¿El tí­tu­lo de li­ga con Va­len­cia fue el más im­por­tan­te de tu ca­rre­ra? Sí, por­que fue des­pués de 32 años de no ga­nar na­da en Va­len­cia. Fue muy lin­do. La gen­te lo dis­fru­tó co­mo lo­ca.

74 ¿Cuál fi­nal de Cham­pions te do­lió per­der más: la pri­me­ra con­tra el Real Ma­drid o la se­gun­da con­tra el Ba­yern Mu­nich? La se­gun­da. La pri­me­ra to­dos es­ta­ban con­for­mes has­ta dón­de ha­bía­mos lle­ga­do, y la gen­te se re­la­jó. Pe­ro en la se­gun­da nos en­con­tra­mos ga­nan­do 1-0 y ahí nos pe­só un po­co la inex­pe­rien­cia. Esas dos fi­na­les y la de la Co­pa Amé­ri­ca 2004 no me las ol­vi­do más.

Imagen Con el valencia, marcado por Roy Keane, del Manchester. Finalista de dos Champions.
Con el valencia, marcado por Roy Keane, del Manchester. Finalista de dos Champions.

75 ¿Cú­per es un pe­cho frío? No, él tie­ne su for­ma de ser. El úni­co que lo ha­cía reír era yo. A mí me ayu­dó mu­cho, por­que cuan­do es­ta­ba en Za­ra­go­za él me pi­dió. Y cuan­do se fue al In­ter tam­bién me qui­so lle­var. Y mi­rá que dis­cu­tía­mos…

76 ¿Por qué le cues­ta tan­to ga­nar las fi­na­les? Por­que son “le­che”. No tie­ne ló­gi­ca. No lo po­dés creer. Per­dés, per­dés y per­dés…

77 ¿Cuán­do fue el quie­bre en tu re­la­ción con él? ¿Por cues­tio­nes fut­bo­lís­ti­cas o ex­tra­fut­bo­lís­ti­cas? Pe­leá­ba­mos por co­sas fut­bo­lís­ti­cas, pe­ro no te­nía­mos ma­la re­la­ción. SI no, ni me hu­bie­se pe­di­do pa­ra los clu­bes a los que fue.

78 ¿Cuál fue el me­jor DT que tu­vis­te? Hay en­tre­na­do­res que me agre­ga­ron co­sas. Yo en in­fe­rio­res ju­ga­ba de me­dia pun­ta. Era ti­po Ai­mar, te lo ju­ro, ju­ga­ba bien de ver­dad cuan­do era chi­co. Y des­pués Bi­lar­do me dio otras co­sas, pe­ro per­dí ha­bi­li­dad con la pe­lo­ta. El que más me exi­gió fue Biel­sa, por que él sa­bía lo que po­día dar.

79 Con Ra­fa Be­ní­tez tam­po­co tu­vis­te una bue­na re­la­ción en Va­len­cia… No, pa­ra na­da. Odio la gen­te con so­ber­bia. Vos po­dés ha­cer cam­bios, pe­ro no po­dés pre­ten­der ha­cer­los de la no­che a la ma­ña­na. Tu­ve dis­cu­sio­nes gros­sas con él y una vez ca­si nos va­mos a las ma­nos.

80 Y en­ci­ma en 2002 te rom­pis­te los li­ga­men­tos. Sí, fue una ra­chi­ta ma­la. Por­que el no es­tar con­ten­to en un lu­gar me ha­cía es­tar muy ten­so, ner­vio­so, y eso re­per­cu­tió en el cuer­po.

81 ¿Es in­jus­to lo que le pa­só a Aya­la con los hin­chas del Va­len­cia? Sí, cla­ro. El Ra­tón le dio mu­chas co­sas al equi­po.

82 ¿Y có­mo se ex­pli­ca que ha­yan de­ja­do ir tan fá­cil­men­te a Ai­mar? Es una co­sa de lo­cos, no se pue­de creer. ¿Quién no va a que­rer a Ai­mar en el equi­po? Es de los ju­ga­do­res di­fe­ren­tes, ade­más es un ti­po que me­te co­mo lo­co. Pa­blo nos hi­zo ga­nar la pri­me­ra li­ga so­lo.

83 ¿Por qué vol­viste a Cen­tral y no a Bo­ca? Por sen­ti­mien­to. Yo que­ría ve­nir a Cen­tral, pe­ro As­tra­da ha­bía de­cla­ra­do que en mi pues­to ya te­nía dos ju­ga­do­res. Mi re­pre­sen­tan­te me mos­tra­ba el dia­rio y me de­cía: “En tu club no te quie­ren”. Y me do­lió un po­co. La fá­cil hu­bie­se si­do ir­me a Bo­ca, pe­ro qui­se ve­nir a Ro­sa­rio pa­ra pe­lear el lu­gar por­que a es­te club lo amo. Si fue­se ma­la le­che, arre­gla­ba con Bo­ca y de­cía “As­tra­da no me que­ría”, y cuan­do ju­gá­ba­mos con­tra Cen­tral le ven­día hu­mo a la gen­te ha­cién­do­le ges­tos, pi­dién­do­les per­dón y di­cién­do­les que los quie­ro. Pe­ro ele­gí ve­nir pa­ra acá, ha­blé con Leo y que­dó to­do acla­ra­do. Lo de As­tra­da me ha­bía ma­ta­do, pe­ro el Pe­ta­co Car­bo­na­ri me di­jo: “Fir­má, ‘Qui­lom­bo’”. Y fir­mé por él.

84 ¿Y có­mo vi­vis­te lo que pa­só con la sa­li­da de As­tra­da? Me rom­pió los hue­vos, por­que la si­tua­ción no me gus­ta­ba pa­ra na­da. Lle­ga­ba yo y As­tra­da se iba. Mu­chos se­gu­ro que pen­sa­ron que lo eché yo. Pe­ro ha­blé con el plan­tel y se acla­ró to­do.

85 Tu re­gre­so a Cen­tral no fue el me­jor ni mu­cho me­nos… Pa­sa que yo ven­go de 10 años en Eu­ro­pa, don­de se le­sio­na uno y al toque lo sa­can. Reac­cio­né mal. Pe­ro si es­cu­chás el cru­ji­do que sen­tí yo y vas per­dien­do, y no la sa­can y te la pi­san… se me cor­tó la ca­de­na y me ex­pul­sa­ron.

86 ¿Có­mo de­fi­ni­rías a Bi­lar­do? Un lo­co por el fút­bol. Es­tá un pa­so ade­lan­te de los otros, es un vi­sio­na­rio.

87 ¿Pas­sa­re­lla? Es una per­so­na muy exi­gen­te con el ju­ga­dor, por­que sa­be que te­nés más pa­ra dar.

88 ¿Biel­sa? El que­ría to­do a la per­fec­ción, sin erro­res. Es un per­fec­cio­nis­ta, aunque en el fút­bol no se pue­de en­con­trar en su to­ta­li­dad. Pe­ro él lo in­ten­ta­ba.

Imagen El consuelo de Bielsa tras la increíble derrota con Brasil la final de la Copa América 04.
El consuelo de Bielsa tras la increíble derrota con Brasil la final de la Copa América 04.

89 ¿Gron­do­na? Me ayu­dó bastante en varias co­sas. Yo ten­go mu­cha re­la­ción con su nie­to y me sien­to un nie­to más. Lo con­si­de­ro sin­ce­ro; con­mi­go siem­pre fue de fren­te.

90 ¿Ma­ra­do­na? A mí me ayu­dó una ban­da co­mo per­so­na. Me dio mu­chos con­se­jos, y que te los dé Die­go no es lo mis­mo que te los di­ga otro ti­po.

91 ¿Ba­tis­tu­ta? Es el ti­po más hu­mil­de que co­no­cí en el fút­bol. Gaby no tie­ne dra­ma con na­da.

92 ¿Ra­fa Be­ní­tez? Quie­re ser pro­ta­go­nis­ta siem­pre, le gus­ta ma­ne­jar al plan­tel a ra­ja­ta­bla. Co­mo en­tre­na­dor es muy in­te­li­gen­te y tie­ne un pro­fe que es el me­jor del mun­do, fí­si­ca­men­te vo­lás.

93 ¿Cú­per? Un gran con­tra­gol­pea­dor. For­ma­ba to­do en re­la­ción a cu­brir­se pri­me­ro y ata­car des­pués. Un ti­po sin mu­chas pa­la­bras, pe­ro que siem­pre te de­ja­ban al­go.

94 ¿Ro­ber­to Man­ci­ni? El Man­cho to­da­vía se­guía sien­do ju­ga­dor. Te­nía reac­cio­nes con el plan­tel que no iban bien. Era muy ca­len­tón.

95 ¿Mas­si­mo Mo­rat­ti? Me pon­go de pie. Le di­cen “mi­llo­na­rio bo­lu­do”, por­que gas­ta y gas­ta. Pe­ro le ter­mi­na­ron dan­do la ra­zón. Es el me­jor del mun­do, no co­no­cí otro di­ri­gen­te tan bue­no co­mo él. Vos na­da más te­nés que preo­cu­par­te por ju­gar.

96 Si te di­go Cro­mag­non, ¿sa­bés que es? Sí. No­so­tros te­ne­mos que vi­vir con los pies en la tie­rra. El fút­bol no es lo úni­co que ten­go en la vi­da. Cuan­do es­ta­ba en Eu­ro­pa es­ta­ba al tan­to de to­do lo que pa­sa­ba acá. Hu­bie­se si­do hi­pó­cri­ta ha­ber­me ido y ol­vi­dar­me de lo que sucedía en Ar­gen­ti­na. Por­que yo ten­go mi gen­te acá, en­ton­ces me aco­plo a lo que vi­ven to­dos.

97 ¿Có­mo ves el te­ma po­lí­ti­co en el país? Acá ro­ban to­dos. Y no­so­tros ape­nas ve­mos un po­qui­to, o nos en­te­ra­mos de muy po­co de lo que cho­rean. Des­pués es­tá el gran error de pen­sar só­lo en no­so­tros. Y la fal­ta de edu­ca­ción, que es el gran pro­ble­ma del país. Sin edu­ca­ción se va todo al ca­ra­jo.

98 ¿En Cen­tral has­ta cuán­do te pensás que­dar? Has­ta que me den las pier­nas. Un par de años más.

99 ¿Y des­pués? Es­toy ayu­dan­do a chi­cos, tal vez no di­rec­ta­men­te co­mo re­pre­sen­tan­te, pe­ro pa­ra ir for­man­do a los pi­bes, que se­pan có­mo ma­ne­jar­se. No dar­les un con­se­jo, pe­ro sí ayu­dar­los a que pa­sen co­sas que yo ya pa­sé y no la ca­guen co­mo la ca­gué yo.

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Por Santiago Martella

Fotos: Marcelo Bustamante y Archivo El Gráfico.