Las Entrevistas de El Gráfico

1988. Cambió París por Puente Alsina

Después de un frustrante pasó por Europa, el uruguayo Rubén Paz vuelve al Rio de la Plata y recupera la alegría en Racing Club, donde poco tiempo después se convertirá en un ídolo imperecedero.

Por Redacción EG ·

06 de mayo de 2019

El sol de Avellaneda, el que ilumina al Puente Alsina, es más fuerte que las luces de París para este uruguayo morocho, pensante y talentoso que cumplió siete meses más unos días en Argentina y se llama Rubén Walter Paz Márquez. O el Rubén Paz, en la fonética futbolera...

"Yo soy de la provincia, de Artigas, del interior. Y los del interior somos sanos, al menos eso dicen... Por eso, siempre me gustó estar en lugares familiares, conocer mucho a la gente, comunicarme. Y en Racing encontré una diferencia enorme con lo que vivía en Francia: voy camino de hacer una hermosa amistad con todos los muchachos uruguayos que están aquí, y también con los argentinos, con todos, con Fillol, por ejemplo, que me lleva diez años y es un monstruo del fútbol, y sabe enseñar... Nunca pensé que podía llegar a jugar con él, es una de las tantas cosas que me ha dado Racing."

Un octavo piso en pleno barrio de Belgrano, el llanto nuevo de María Carolina, que nació hace dos meses en Buenos Aires, la adaptación perfecta de las otras dos nenas, María Fernanda, de 5 años, y María Eugenia, de 18 meses. El cuidado de María Isabel, que es la compañera ideal para eso de "usar al fútbol como un medio para conocer más gente, más costumbres... Porque el fútbol te roba juventud y te hace crecer de golpe. Y hay que estar preparado para no cambiar, para no marearse con todo lo que trae".

Imagen Rubén Paz decidió romper con lo establecido y se vino desde París hasta Avellanda para jugar en Racing. En 1988 ganó la Supercopa Sudamericana.
Rubén Paz decidió romper con lo establecido y se vino desde París hasta Avellanda para jugar en Racing. En 1988 ganó la Supercopa Sudamericana.

— ¿Qué cosa tan íntima te liga a Racing, Rubén? Porque este es un momento muy especial, en el que todos los jugadores sudamericanos sueñan con irse a Europa y vos vas contra la corriente: te quisiste venir acá, a un club que tradicionalmente tuvo problemas...

—Sí, sé que es una situación que sorprende un poco, pero tiene explicación. Yo estaba en París, sin posibilidades de jugar, cobrando un sueldo por entrenar, en un medio donde van tres mil personas a la cancha y les da lo mismo si ganás o perdés. Me sentía un fracasado... ¿Por qué te creés que Enzo se quiere volver? Preguntale... Y bueno, llego a Racing, a un desafío. Sé que a mí me tocó un año bárbaro, acá hay muchachos sufridos, que se fueron a la B, que tuvieron problemas económicos, particulares, cosas que yo no viví... Y me ligo, me meto mucho en Racing, porque ellos se jugaron por mí cuando nadie creía. Yo sé cómo es esto, venía de un tiempo sin jugar, empezaron a decir que estaba terminado... Apareció Racing y confié. Me devolvieron la alegría...

—Tu situación se define el 30 de junio, cuando termina el contrato... Sinceramente, ¿qué querés que pase en ese momento?

—… sería una locura, pero... que Racing sea el campeón.

—Está bien, pero me refería a tu situación contractual.

—Ah, yo quiero quedarme en Racing, sin ninguna duda. Ya tuve contactos con la gente de Francia, con el señor Ricard, que es el representante de Matra aquí en Argentina, y ellos me confirmaron que Racing me quiere por un año más, otro préstamo...

— ¿Y ellos aceptan?

—Sí, también la cifra, que creo es la misma que ha salido en todos los diarios (90.000 dólares). Ahora faltaba que Racing arreglara definitivamente. Juan Carlos Crespo, que fue el directivo que siempre estuvo cerca mío en todas las negociaciones, me iba a llamar para definir todo... Ojalá se haga, no creo que después haya problemas con mi contrato: Racing ha logrado algo muy importante al conseguirme por esta temporada sin pagarle un peso a los franceses. Ahora sería un pequeño esfuerzo...

—Ni mencionas a River. Se dijo que Santilli te quería llevar.

— ¿River?... No, no sé si se especuló o qué, pero aparecí en el medio de todos los nombres que River iba a comprar y todo eso. Son especulaciones que se hacen cuando llega el momento de los pases. Pero a mí, de River, nadie me habló.

— ¿Y si te hablan?

—Yo respeto a Racing, la prioridad es de Racing. Lo repito, porque es lo que siento: me devolvieron la alegría... En Francia me sentía frustrado, en Avellaneda estoy como en mi casa.

Como buen urugayo, es un gran observador del fútbol. Medido, pausado en el hablar, analítico y sincero. Se acomoda la manga del suéter color salmón, seguramente de marca francesa. Habla del equipo...

"Creo que fue muy bueno ganarle a Español, la semana pasada. Me contaron los muchachos que Racing no había podido ganarle nunca, todavía. Y creo que ya hicimos lo suficiente para entrar en la Liguilla... Porque el campeonato ya es más difícil, porque no alcanza con que ganemos nosotros, tienen que perder Newell's y San Lorenzo, dos equipos que por regularidad y por rendimiento en la segunda parte del torneo, se merecen estar donde están... Nosotros per-dimos puntos importantísimos en momentos clave, ésa es la verdad. Puntos que ahora duelen en la definición, como aquel 1-1 con Newell's cuando jugamos un partido muy bueno, o contra Armenio, cuando nos empataron en el descuento, o con Ferro Carril Oeste, cuando jugamos al mejor nivel que yo recuerde... En aquel momento no se sintieron tanto, hoy los estamos pagando".

—Rubén, me hablas de buenos partidos del equipo con malos resultados. Pero después decayó el nivel, ¿lo reconocés?

—Sí, claro, nos caímos... Yo no sé si porque se paró el campeonato o por las lesiones, pero nos caímos... Recuerdo que en un momento estábamos lesionados Fabbri, Wálter Fernández, Costas, Acuña, Medina Bello, yo, el equipo se desintegró... Tanto que para el torneo de Mar del Plata tuvieron que pedir jugadores a Buenos Ares, tuvo que viajar Zambrini de apuro, porque no había suplentes.

 

Imagen El uruguayo disfruta de su familia en un parque de diversiones.
El uruguayo disfruta de su familia en un parque de diversiones.
 

—Es cierto lo de las lesiones. Y a propósito de eso se fue el médico, Adolfo Fort, y casi se va el preparador físico, Alberto Alvarez. ¿Ellos tuvieron algo de culpa?

—No, no, nada tiene que ver... Yo creo en el destino, para estas cosas. Lo cierto es que por esto o por falta de actitud para asumir el protagonismo, el equipo se cayó.

—Esa falta de protagonismo se advirtió en un partido, notablemente: contra Boca, el día que perdieron 2-1 en la Bombonera. ¿Sabés qué se llegó a decir? Que al plantel le faltaba temple, espíritu para ser campeón.

—Sí, sí, escuché esos comentarios. Creo que dejamos de ser protagonistas, pero de ninguna manera nos achicamos. Lo de Boca no fue avasallante, aprovechó las circunstancias. Esa derrota fue importante, pero no decisiva, porque tropezamos y nos levantamos: con dos triunfos seguidos, contra Independiente y Argentinos, demostramos que éramos ganadores. Creo que puntos más importantes perdidos son esos que te dije antes, contra Platense, contra Armenio...

—También el 0-0 contra River, ¿por qué se arriesgó tan poco?

—No se arriesgó nada... En realidad, creo que el que se jugó un poquito más fue Racing. La mentalidad de River fue no perder, una derrota nos dejaba lejos a los dos.

—El 0-0 también.

—Puede ser, no me gusta depender de los resultados de los otros, como ahora... Pero vamos a ganar todos los puntos posibles, quiero dar una vuelta olímpica, este año o el otro... Ganar un campeonato con Racing es entrar en la historia, ése es mi desafío.

El día de la victoria frente a Argentinos, en la cancha de Ferro, Paz definió en noventa minutos lo que fue casi toda la temporada. No estuvo al ciento por ciento físicamente, casi jugó caminando, como buscando la sombrita. Cada toque fue un registro de su clase. Metió un gol, el tercero, y levantó a la gente en un aplauso mutuo, con una comunicación muy especial...

—La gente se identifica más con el armador del equipo, porque es el que tira los pases más lindos, el que hace los goles, pero yo siempre traté de jugar en equipo. Y si Racing tuvo una primera rueda brillante fue porque jugó en equipo.

—Hacé tu balance personal.

—He tenido lesiones que me impidieron hacer un campeonato bueno, parejo. Debuté contra San Lorenzo y tuve continuidad hasta el partido con Ferro; volví apurado contra Boca, perdí tres o cuatro partidos; después de Armenio estuve parado quince días; jugué contra Independiente y me enfermé... Muchas cosas, si no hubiera sido por eso, era un campeonato muy bueno. Ahora me voy sintiendo mejor, ya tengo algo de continuidad.

Imagen En Argentina jugó en Racing y en Godoy Cruz. En la Academia tuvo dos pasos. En este partido se enfrenta a Deportivo Español.
En Argentina jugó en Racing y en Godoy Cruz. En la Academia tuvo dos pasos. En este partido se enfrenta a Deportivo Español.

— ¿Seguís pensando que el fúbol argentino es tan bueno como decías cuando llegaste?

—Sí, igual, esto está cada vez más parejo... Lo único malo es que se cuidan demasiado los resultados, el espectador sale triste de la cancha... Como después del 0-0 con River, la gente se fue triste, yo me daba cuenta adentro de la cancha que era un partido feo. Pensaba en la hinchada de Racing, que tiene que hacer sacrificios y después no le ofrecimos nada, pero... Igual te digo que el fútbol argentino es de los mejores, ¿sabés por qué? Porque hay jugadores que evolucionan, como Siviski. O este chico que apareció en Newell's, Balbo, con presencia ganadora...

— ¿Fabbri?

—Como persona me encanta porque es muy simple... Es un gran jugador con cosas por aprender, es serio y profesional, va a llegar. Yo tengo 28 años y todavía me falta, así que... Creo que los jóvenes tienen que aprovechar a los compañeros mayores, a tipos como Fillol. Yo, y Saralegui y Venancio Ramos, aprendimos de Ildo Maneiro cuando llegamos a Peñarol… Siempre se aprende, en la parte humana y la parte futbolística, porque este deporte evoluciona siempre...

— ¿Por ejemplo?

—No sé, yo lo noto en mí, a medida que pasa el tiempo. Tengo más experiencia, más panorama. Trabajo mejor sin la pelota, y eso a veces importa más que estar con ella... Un pique, llevarse una marca, fabricar un hueco. Eso era lo de Maneiro, recibía siempre solo. Yo sé que valgo con la pelota, pero hay que moverse…

— ¿En quién más te has fijado?

—En Morena; en mi ídolo de chiquilín, Spencer... Y después Platini. Un día lo tuve en un hotel a diez metros y no me animé a saludarlo. Me llamaba la atención porque era simple, te dejaba tres o cuatro veces por partido solo con el arquero. Y Diego también, claro: cuando lo conocí en los Juveniles, era más individualista. Ahora es monstruoso individualmente y también jugador de equipo... De todos se aprende, es cuestión de ser humilde y mirar.

Ya hay muchas ciudades en la vida de Paz. En Artigas soñaba con Montevideo, con la camiseta de Peñarol. Cuando se dio cuenta que se había cumplido su sueño, ya estaba en Porto Alegre, con los colores del ínter. París lo reclamó, para que jugara en el Matra Racing, pero el hombre ya añoraba el Río de la Plata. A todos y de todos lados llegó y se fue con una sola motivación: "Yo amo el fútbol", repite convencido. Y ni siquiera piensa abandonarlo: "Quiero jugar hasta los 36 o 38 años... ¿Cuándo me retire? No sé qué haré, ni idea. Estoy seguro de que técnico no seré: no sabría o no podría dejar a nadie afuera. Armaría equipos con 24 jugadores... Eso es algo importante que logró Basile, ¿ves? La sinceridad con el que entra y con el que sale... Así se da la unión en los grupos, y sólo cuando un equipo está unido consigue cosas importantes".

Vive en Belgrano, entrena en Avellaneda, pisa las calles de Buenos Aires, juega en las canchas de Argentina. Este uruguayo se siente como en su casa, cruzando el Puente Alsina, lejos de las luces y el lujo de París.

 

DANIEL ARCUCCI

Fotos: RICARDO ALFIERI (h) y ARCHIVO "EL GRAFICO"

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