Las Entrevistas de El Gráfico

2007. Alberto Márcico 100X100

Espontáneo, frontal, directo, a lo largo de cien respuestas el Beto Alberto Márcico, uno de los jugadores más talentosos de su época, radiografía al fútbol sin eufemismos.

Por Redacción EG ·

13 de mayo de 2023

NOM­BRE: Alberto José Márcico.

NACIMIENTO: 13/5/1960, en Corrientes.

TRA­YEC­TO­RIA CO­MO JU­GA­DOR: Ferro (1980-85), Toulouse, Francia (1985-92), Boca (1992-95) y Gimnasia y Esgrima La Plata (1996-98). Ju­gó en la Se­lec­ción Na­cio­nal 17 par­ti­dos. Ganó los Nacionales 82 y 84 con Ferro, el Apertura 92, Copa Master  y Copa de Oro con Boca.

COMO DT: Dirigió a Nueva Chicago con sus amigos Giunta y Saturno de ayudantes en el Apertura 03 y duró 5 partidos. Fue ayudante de Oscar Tabárez en Boca durante 2002.

 SEÑAS PARTICULARES: Hábil, talentoso e inteligente mediocampista ofensivo o segunda punta, con clara tendencia a pisar el área. Y también a frecuentar los kioscos de golosinas.

Imagen De local. En una plaza de Barracas, el barrio donde se crió y donde todavía vive cuando está en Buenos Aires. Foto: Emiliano Lasalvia.
De local. En una plaza de Barracas, el barrio donde se crió y donde todavía vive cuando está en Buenos Aires. Foto: Emiliano Lasalvia.

1 San Mar­tín de Tu­cu­mán no les po­día arrui­nar nun­ca el cam­peo­na­to en la Bom­bo­ne­ra en 1992, ¿no? Nooo, los ma­tá­ba­mos a to­dos. De­cían que yo le ha­bla­ba en fran­cés a Os­car­ci­to Acos­ta. ¿Qué fran­cés ni fran­cés? Le ha­bla­ba en cas­te­lla­no. “Us­te­des quie­ren mo­rir to­dos acá”, le decía. Es muy di­fí­cil que un gran­de que lle­ga pri­me­ro a la úl­ti­ma fe­cha pier­da un tí­tu­lo.

2 ¿Qué es ser ca­ma­ri­lle­ro? Ca­ma­ri­lle­ro es el que lle­va gen­te pa­ra su la­do, el ti­po que te arras­tra a la gen­te pa­ra ha­cer qui­lom­bo, el ti­po ne­ga­ti­vo.

3 ¿Vos fuis­te ca­ma­ri­lle­ro? Pa­ra na­da, yo me di­ver­tía, me ca­ga­ba de ri­sa, siem­pre fui un ti­po di­ver­ti­do en los plan­te­les, que ha­cía jo­das sa­nas.

4 ¿Có­mo em­pe­zó la his­to­ria de hal­co­nes y pa­lo­mas? Leg­na­ni, un em­pre­sa­rio, fue el pri­me­ro que lo ti­ró en Po­lé­mi­ca en el Fút­bol y no­so­tros nos equi­vo­ca­mos en no sa­lir a fre­nar esa bo­la de nie­ve. Ha­bía afi­ni­da­des co­mo pa­sa siem­pre en todos los planteles.

5 ¿Vos que eras: hal­cón o pa­lo­ma? Nooo, yo era hal­cón, el más hal­cón de las urra­cas.

6 ¿Có­mo era la ma­no: no se po­dían ni sen­tar a to­mar un ca­fé? En rea­li­dad, ha­bía dos ju­ga­do­res que no que­rían a Navarro Montoya, y los dos eran ami­gos míos, en­ton­ces ti­ra­ban un po­qui­to de mier­da contra él.

7 ¿Quié­nes eran? No, no pue­do...

Imagen Beto magico. Producción para El Gráfico. Hincha de Boca, cumplió su sueño.
Beto magico. Producción para El Gráfico. Hincha de Boca, cumplió su sueño.

8 Ya pres­cri­bió, Be­to. Bue­no, es­tá bien. Eran el Chi­no Ta­pia y Es­te­ban Po­gany. A ellos no les gus­ta­ban al­gu­nas ac­ti­tu­des del Mo­no, y me me­tían fi­chas a mí, que­rían que yo fue­ra el ca­pi­tán. Des­pués ha­bla­mos con el Mo­no y le di­ji­mos: “Es­tá bien, Mo­no, se­guí vos co­mo ca­pi­tán, pe­ro pe­leá de otra ma­ne­ra los pre­mios”. Que­ría­mos que fue­ra más enér­gi­co.

9 ¿Qué es lo que me­nos te ban­cás del am­bien­te del fút­bol? Que te van to­dos por atrás. En el fút­bol todos te trai­cio­nan: di­ri­gen­tes, ju­ga­do­res, em­pre­sa­rios, to­dos es­tán en la mis­ma bol­sa. Los ju­ga­do­res cam­bia­ron, de­be ser por­que cam­bió la so­cie­dad. Hoy por cual­quier co­sa se ma­tan, te pi­den ama­ri­lla, hay des­leal­tad.

10 ¿Coin­ci­dís con la fra­se de que “el fut­bo­lis­ta es lo más pu­ro”? Más o me­nos, no la veo tan así, eh.

11 ¿Qué estás haciendo de tu vi­da aho­ra? Voy y ven­go, tres me­ses en Ar­gen­ti­na, dos en Fran­cia, y así voy ro­tan­do. En Fran­cia ten­go con un ami­go un cen­tro de for­ma­ción de fut­bo­lis­tas en la ciu­dad de Auch, a 70 ki­ló­me­tros de Tou­lou­se. Es más que una es­cue­li­ta, tie­ne di­vi­sio­nes in­fe­rio­res y la pri­me­ra com­pi­te en la cuar­ta ca­te­go­ría del fút­bol fran­cés. Ahí for­ma­mos ju­ga­do­res y man­da­mos a Mar­se­lla, Tou­lou­se u otros des­ti­nos: se prue­ban unos días y si les gus­tan se que­dan, pe­ro la pla­ta va to­da pa­ra el club, no hay por­cen­ta­jes pa­ra em­pre­sa­rios ni na­da. Cuan­do es­toy ahí, los en­tre­no.

12 ¿Se­guís re­co­men­dan­do ju­ga­do­res pa­ra el Tou­lou­se? No, eso se aca­bó. Re­co­men­dé al­gu­no co­mo Cas­ci­ni y el Chi­ro­la Ro­me­ro, pe­ro ya no lo ha­go más.

13 ¿Y en Bue­nos Ai­res qué ha­cés? Voy mu­cho a ver a Bo­ca y me ti­ré al ne­go­cio in­mo­bi­lia­rio, esa se­mi­lla que nos me­tió Ti­mo­teo cuan­do ju­gá­ba­mos. Tam­bién voy to­dos los días al gim­na­sio, tra­to de ha­cer 10 ki­ló­me­tros dia­rios de cin­ta pa­ra man­te­ner un po­qui­to la lí­nea. Te ha­ce bien trans­pi­rar.

14 Ha­cés lo que no ha­cías cuan­do eras ju­ga­dor. No, pa­rá, eso es un mi­to. A mí me gus­ta­ba en­tre­narme cuan­do era ju­ga­dor. Apar­te, acá no hay mu­chos se­cre­tos que di­ga­mos: si no te en­tre­nás, no po­dés ju­gar. Sí ad­mi­to que era muy jo­dón, es­ta­ba to­do el día jo­dien­do, me­tía un am­bien­te bár­ba­ro en los gru­pos.

Imagen Mucho gusto. Ferro 81: Garré, Cúper, Cañete, Crocco, Márcico y Gómez. Equipazo.
Mucho gusto. Ferro 81: Garré, Cúper, Cañete, Crocco, Márcico y Gómez. Equipazo.

15 ¿En Fe­rro tam­bién eras jo­dón? No, ahí re­cién em­pe­za­ba y es­cu­cha­ba más que na­da. Si ha­cías chis­tes me ca­ga­ban a trom­pa­das. Es­ta­ban Sac­car­di, el Bu­rro Roc­chia, ca­da ne­ne...

16 Vol­vien­do al te­ma en­tre­na­mien­to, te cos­ta­ba dar el pe­so, ¿no? Lo que pa­sa es que cuan­do vol­ví a Bo­ca, en mi quin­to par­ti­do, con­tra Unión, el día que me­tí mi pri­mer gol en Bo­ca, me die­ron un ro­di­lla­zo que me afec­tó el ner­vio ciá­ti­co. En­ton­ces me te­nían que in­yec­tar un Duo De­ca­drón por se­ma­na y me hin­cha­ba, ade­más no me po­día en­tre­nar. Ahí me hin­ché, en­gor­dé, y por ahí que­dó esa ima­gen. Pe­ro yo que­ría ju­gar sí o sí. Des­pués, tan­to San­ti­ni en Tou­lou­se co­mo Ti­mo­teo en Fe­rro y Gim­na­sia me pe­sa­ban to­dos los días.

17 En tu úl­ti­ma eta­pa en Bo­ca te cos­ta­ba mo­ver­te. No exa­ge­re­mos, che. Sí es cier­to que esos úl­ti­mos me­ses, con Mar­zo­li­ni, me de­jé es­tar un po­co. Fue la úni­ca vez que es­tu­ve ex­ce­di­do. Pa­só que al lle­gar, Mar­zo­li­ni me di­jo que iba a ju­gar con Die­go y des­pués me man­dó siem­pre al ban­co. Ahí per­dí mo­ti­va­ción de en­tre­na­mien­to y su­bí de pe­so. No es­ta­ba en una edad pa­ra sen­tar­me en el ban­co, era una edad pa­ra ju­gar.

18 ¿Se­guís vi­vien­do en Ba­rra­cas cuan­do es­tás en Bue­nos Ai­res? Sí, pa­ra mí Ba­rra­cas es el me­jor ba­rrio por­te­ño. Ade­más es mi lu­gar. Cuan­do ten­go tiem­po me ven­go al bar El Pen­sa­mien­to, don­de siem­pre pa­ré. Yo vi­ví en mu­chos la­dos en Bue­nos Ai­res: Re­co­le­ta, Bel­gra­no, Ca­ba­lli­to, pe­ro Ba­rra­cas es mi lu­gar, don­de me crié y don­de si­gue vi­vien­do to­da mi fa­mi­lia, mi vie­ja y mis cua­tro her­ma­nos.

19 ¿Es­tá bue­no te­ner un her­ma­no me­lli­zo? La ver­dad es que los cin­co her­ma­nos so­mos muy uni­dos, te­ne­mos una re­la­ción es­pec­ta­cu­lar. Con el me­lli­zo no nos pa­re­ce­mos tan­to, ade­más en el co­le­gio nun­ca nos pu­di­mos man­dar nin­gu­na es­pe­cial por­que de muy chi­co él tu­vo un pro­ble­ma en la gar­gan­ta y tu­vo que re­pe­tir pri­mer gra­do, así que yo siem­pre iba uno arri­ba.

20 De un la­do, los me­lli­zos Már­ci­co; del otro, los Ba­rros Sche­lot­to: ¿quié­nes son más ma­los? Nooo, los Ba­rros Sche­lot­to, le­jos. Esos son te­rri­bles. Si has­ta los pe­rros que te­nían pu­tea­ban por los due­ños que les ha­bían to­ca­do...

21 ¿Por qué na­cis­te en Co­rrien­tes? Mi pa­pá era ca­pi­tán de bar­co y via­ja­ba mu­cho: ha­cía ca­bo­ta­je, también a Bra­sil y Pa­ra­guay. Ahí nos que­da­mos un tiem­po y na­cí yo, pe­ro a los ocho me­ses nos vi­ni­mos pa­ra acá.

Imagen En familia. Con mamá y dos de los hermanos, uno de ellos mellizo (el de pelo corto).
En familia. Con mamá y dos de los hermanos, uno de ellos mellizo (el de pelo corto).

22 ¿In­fan­cia com­pli­ca­da? Vi­vía­mos en Brand­sen 1737, en una ca­sa cho­ri­zo. Era­mos sie­te en una pie­za, yo era el más chi­co. La co­ci­na es­ta­ba enfren­te y el ba­ño al fon­do, to­do pa­ra com­par­tir con las fa­mi­lias de otras seis pie­zas. Pe­ro bien, no su­frí pa­ra na­da, apar­te mis vie­jos no en­se­ña­ron a es­tu­diar y la­bu­rar, nos edu­ca­ron muy bien.

23 Sie­te en una pie­za, ahí no te po­dés pe­lear con na­die. Por suer­te mi vie­jo y mi vie­ja eran muy edu­ca­dos y nos in­cul­ca­ron res­pe­tar­nos. No nos pe­leá­ba­mos nun­ca. Y co­mía­mos en el pa­tio. Yo iba al co­le­gio “Re­pú­bli­ca de Bo­li­via” y co­mía ahí al me­dio­día. Y mis her­ma­nos tra­ba­ja­ban to­dos, así que el al­muer­zo de al­gu­na ma­ne­ra lo za­fábamos. Y a la no­che nos jun­tá­ba­mos.

24 ¿Pa­sas­te ham­bre? En ge­ne­ral no fal­ta­ba la co­mi­da. Y si fal­ta­ba, o co­mía­mos una so­la vez en el día o el me­nú era ma­te co­ci­do con tor­ta fri­ta. Eso siem­pre ha­bía, así que ham­bre no pa­sé. Se com­pli­ca­ba pa­ra ba­ñar­se: ha­bía que ha­cer la co­la y po­ner el que­ro­sén arri­ba pa­ra ca­len­tar la du­cha. Te acos­tum­bra­bas. Ten­dría­mos que vol­ver un po­co a eso pa­ra dar­le más va­lor a las co­sas. En esa ca­sa vi­ví has­ta los 11 años, cuan­do mi vie­jo pu­do aga­rrar una por­te­ría en Mon­tes de Oca 753 y ya es­tu­vi­mos más có­mo­dos, te­nía­mos cua­tro ha­bi­ta­cio­nes. Ahí vi­ví has­ta los 22 años.

25 O sea que ju­ga­bas en la Pri­me­ra de Fe­rro y vi­vías en una por­te­ría. Exac­to. Y me to­ma­ba el 25 en Ba­rra­cas y me ba­ja­ba en Pri­me­ra Jun­ta. El pri­mer de­par­ta­men­to me lo com­pré re­cién en 1983, un año des­pués de ga­nar mi pri­mer tí­tu­lo con Fe­rro, era un PH en Vi­lla Lu­ro.

26 ¿De qué tra­ba­jas­te de pi­be? Bá­si­ca­men­te de ca­de­te. Ves aquel la­bo­ra­to­rio de allá –se­ña­la por la ven­ta­na–, bue­no, ahí tra­ba­jé. Mi her­ma­no me­lli­zo era el ca­de­te de la far­ma­cia de en­fren­te, y otro la­bu­ra­ba en la pa­na­de­ría de la es­qui­na, así que nos cru­zá­ba­mos ha­cien­do los man­da­dos. Tam­bién tra­ba­jé en una ofi­ci­na que ven­día li­bros, así que re­par­tía dic­cio­na­rios y otros li­bros por las ofi­ci­nas.

27 De­bés te­ner una bue­na co­lec­ción de anéc­do­tas co­mo ca­de­te. No tan­to. Por ahí me man­da­ban a com­prar fac­tu­ras y me ha­cía una es­ca­pa­da, pa­ra­ba un ra­ti­to en ca­sa y me to­ma­ba un ca­fé con le­che con un par de me­dia­lu­nas que me afa­na­ba. Co­sas de pi­be, ino­cen­tes.

28 ¿Tu vie­jo no te pu­do ver cam­peón? Mu­rió el 13 de sep­tiem­bre de 1981 de un ata­que car­día­co. Fue a las 5 de la ma­ña­na pe­ro a mí me lo avi­sa­ron re­cién a las 7 de la tar­de, cuan­do ter­mi­nó el par­ti­do que ju­ga­mos con­tra Lo­ma Ne­gra. Se acer­có Ti­mo­teo y me di­jo: “Cam­bia­te rá­pi­do que fa­lle­ció tu pa­pá”. Así, de una. Yo llo­ra­ba co­mo lo­co, no me la es­pe­ra­ba ni a pa­los. Ese año me ayu­dó mu­cho Ca­cho Sac­car­di: a él le ha­bía pa­sa­do al­go pa­re­ci­do dos me­ses an­tes y me ha­bló y me apo­yó. Ca­cho es lo más gran­de que tu­vo Fe­rro.

Imagen Campeón Nacional dos veces con Ferrocarril Oeste, en 1982 ante Quilmes, y en 1984 ante River Plate.
Campeón Nacional dos veces con Ferrocarril Oeste, en 1982 ante Quilmes, y en 1984 ante River Plate.

29 ¿Có­mo na­ció tu fa­na­tis­mo por Bo­ca? Por mi vie­jo y por el lu­gar don­de vi­vía. Iba con un gru­po de seis ami­gos a ver to­dos los par­ti­dos. Te­nía­mos só­lo 3 car­nets de so­cio, así que en­tra­ban tres, des­pués sa­lía uno con los tres car­nets y ha­cía­mos la tí­pi­ca bi­ci­cle­ta. Hoy no es ne­ce­sa­ria tan­ta so­fis­ti­ca­ción: se lle­van pues­to to­do, te pa­san por arri­ba de los mo­li­ne­tes.

30 ¿Te pe­leas­te al­gu­na vez con ba­rras de otros equi­pos? No, pa­ra na­da, an­tes no ha­bía tan­to qui­lom­bo co­mo aho­ra. El pro­ble­ma em­pe­zó cuan­do lle­gó la fa­lo­pa, por­que hoy se ga­na gui­ta sien­do ba­rra bra­va, es un ne­go­cio, te­nés los di­ri­gen­tes que te ban­can. Y un pi­bi­to, pa­ra ga­nar re­pu­ta­ción en la ba­rra, tie­ne que pe­lear­se, en­ton­ces le me­te un pun­ta­zo a uno y su­be es­ca­lo­nes en el ran­king.

31 ¿Re­cor­dás al­gún par­ti­do en es­pe­cial co­mo hin­cha? Sí, las fi­na­les de la Li­ber­ta­do­res de 1977. Nun­ca vi tan lle­na la can­cha co­mo en aque­lla fi­nal con­tra Cru­zei­ro, la no­che del gol del To­ti Ve­glio, ga­nó Bo­ca 1-0. Y al de­sem­pa­te, en Mon­te­vi­deo, tam­bién me fui con unos ami­gos.

32 ¿Con qué te pa­gas­te el via­je si no te­nías un man­go? Fui en mi­cro, de co­la­do, ti­ra­do en el pi­so. Es cier­to, no te­nía un so­pe, pe­ro an­tes era dis­tin­to: no te­nías pla­ta y te de­ja­ban su­bir, te de­cían “da­le, ne­ne, pa­sá”. Te po­nés a pen­sar y la gen­te en esa épo­ca era más hu­ma­na, no ha­bía pro­ble­mas de gui­ta. Yo te­nía 16 años. Y en­ci­ma, el par­ti­do se tu­vo que pos­ter­gar un día por la ne­bli­na, así que me que­dé dur­mien­do en el mi­cro. No te­nía pa­ra co­mer, pe­ro la gen­te de Bo­ca te da­ba al­go. Fui sin un man­go, con la mis­ma ro­pa, su­cio, to­do, y en­tra­mos a la tri­bu­na em­pu­jan­do con mi ami­go.

33 ¿Tus vie­jos te de­ja­ron ir? Mi vie­ja ca­si me ma­ta. No sa­bía que me ha­bía ido, pe­ro se lo ima­gi­na­ba, por­que yo le ve­nía di­cien­do “mi­rá que ma­ña­na me voy, eh”. Y ella: “No te vas a nin­gún la­do”. Y me fui. Fal­té dos días a la es­cue­la y al tra­ba­jo, pe­ro en el fon­do mi vie­ja sa­bía que yo no era va­go, que tra­ba­ja­ba y es­tu­dia­ba, en­ton­ces no pa­só na­da. Esa la te­nía que ha­cer, no po­día no ir a la fi­nal.

34 Vos pu­dis­te cum­plir el sue­ño del hin­cha en el 92, cuan­do te com­pró Bo­ca. ¿Se sien­te eso o el pro­fe­sio­na­lis­mo ta­pa to­do? Sí, se sien­te. Mi pri­mer día en la Bom­bo­ne­ra, es­ta­ba con el Pro­fe He­rre­ra y tres ju­ga­do­res más pa­ra ha­cer unos tra­ba­jos fí­si­cos, en­tré a la can­cha va­cía y no te po­dés ima­gi­nar mi emo­ción... Y el día que de­bu­té, con­tra Pla­ten­se, ape­nas pi­sé el cés­ped mi­ré pa­ra el lu­gar don­de iba siem­pre co­mo hin­cha, a la tri­bu­na de so­cios, de­ba­jo de La Do­ce. No lo po­día creer. Ade­más, de pi­be vi­vía en Bo­ca. Mis va­ca­cio­nes las pa­sa­ba en la pi­le­ta de Bo­ca, a mi pri­me­ra no­via la co­no­cí en Bo­ca.

35 Tu pa­se a Bo­ca fue una ver­da­de­ra no­ve­la. Es que la gen­te de Tou­lou­se no me que­ría de­jar ir, me que­rían mu­cho. El día que apa­re­ció la ofer­ta de Bo­ca, diez di­ri­gen­tes se reu­nie­ron con­mi­go y me ti­ra­ron so­bre la me­sa un con­tra­to en blan­co por 10 años, de los que po­dían ser tres co­mo fut­bo­lis­ta y el res­to co­mo téc­ni­co o ma­na­ger. Y yo no lo acep­té, mi ob­je­ti­vo era ju­gar en Bo­ca, no pen­sa­ba en otra co­sa. Los ti­pos no me en­ten­dían, no me que­rían de­jar ir. Me san­cio­na­ron. In­clu­so pu­sie­ron una bom­ba mo­lo­tov en la puer­ta de la ca­sa del pre­si­den­te.

Imagen Tres generaciones de boquenses: Marzolini, Márcico y Gatti.
Tres generaciones de boquenses: Marzolini, Márcico y Gatti.

36 ¿Có­mo se des­tra­bó? Yo te­nía bue­na re­la­ción con el pre­si­den­te. Un día fui a co­mer a su ca­sa y le di­je que ju­gar en Bo­ca era un sue­ño de to­da la vi­da, así que ter­mi­nó aflo­jan­do. He­ller via­jó a Fran­cia y ter­mi­nó de ce­rrar el te­ma. La pla­ta la pu­so Ale­jan­dro Ro­may, por­que Bo­ca cam­bió pla­ta por cua­tro par­ti­dos te­le­vi­sa­dos pa­ra traer­me a mí.

37 De pi­be te ha­bías pro­ba­do en Bo­ca, no? Sí, te­nía 15 años y me lle­vó mi her­ma­no ma­yor. Ju­gué un pi­ca­do pe­ro no me mi­ra­ban. Mi her­ma­no les gri­ta­ba a los téc­ni­cos: “Mi­ren a és­te, que es hin­cha de Bo­ca, ¿por qué no lo mi­ran?”. No pa­só na­da. En Cha­ca­ri­ta tam­bién me bo­cha­ron. En una prue­ba hay que te­ner un po­co de suer­te pa­ra que te vean. Hoy te dan más bo­la, es dis­tin­to, por­que es­tá el ne­go­cio.

38 ¿A Fe­rro có­mo lle­gas­te? Me pro­bé en Ra­cing, don­de es­ta­ba Ca­cho Gi­mé­nez (Juan Car­los). Que­dé, pe­ro co­mo ha­bía lle­ga­do des­pués del fi­cha­je, no po­día ju­gar. Y me abu­rría co­mo lo­co. En­ton­ces me fui. Te­nía ca­si 17 años. Dos años des­pués, ya bas­tan­te gran­de, con 19 años y me­dio, un ami­go me co­men­tó que en Fe­rro es­ta­ban pro­ban­do. Fui. ¿Y quién to­ma­ba la prue­ba...? Ca­cho Gi­mé­nez.

39 Te to­mó de en­tra­da. “Yo a vos te co­noz­co”, me di­ce. Y en­se­gui­da se acor­dó y me man­dó a ju­gar. An­du­ve bien y me di­jo que me iba a lla­mar al po­co tiem­po.

40 Ha­brás pen­sa­do: más de lo mis­mo. No tu­ve de­ma­sia­do tiem­po. Una se­ma­na des­pués lla­mó a ca­sa y me ci­tó pa­ra ju­gar un par­ti­do ofi­cial de Ter­ce­ra, con­tra All Boys. Yo no es­ta­ba, aten­dió mi her­ma­no. Y cuan­do lle­gó me di­jo que al otro día te­nía que ir a Fe­rro a ju­gar. No te­nía ni bo­ti­nes, así que fui­mos a una ca­sa de de­por­tes, por­que co­no­cía­mos al due­ño y com­pra­mos un par de Ful­ven­ce. Al día si­guien­te fui al ban­co, per­día­mos 3-0, y me hi­zo en­trar en los úl­ti­mos 15 mi­nu­tos. En­tré y me­tí un gol im­pre­sio­nan­te. Al otro día me hi­zo fi­char. ¡Mi­rá qué cu­lo, no!: 15 mi­nu­tos y aden­tro. Así son las co­sas en el fút­bol: siem­pre ne­ce­si­tás un to­que de suer­te. Así em­pe­cé mi ca­rre­ra en el fút­bol de gran­de, con ca­si 20 años, sin ha­cer di­vi­sio­nes in­fe­rio­res.

41 ¿Se no­ta la di­fe­ren­cia por no ha­cer in­fe­rio­res? Lo no­té en los pri­me­ros tiem­pos por­que me aca­lam­bra­ba mu­cho. El te­ma era en lo fí­si­co, no en lo fut­bo­lís­ti­co, por­que yo ve­nía ju­gan­do en la vi­lla por gui­ta, en la vi­lla de la ca­lle Lu­na, cer­ca de la can­cha de Hu­ra­cán. Sá­ba­do y do­min­go ju­gá­ba­mos por gui­ta to­do el día. Esos fi­nes de se­ma­na mu­chas ve­ces du­pli­ca­ba mi suel­do con lo que ga­na­ba ju­gan­do. Pe­ro no ha­bía pro­ble­mas, ni pi­ñas, no se ju­ga­ba con ma­la le­che, ha­bía có­di­gos en la vi­lla. An­tes, aho­ra es di­fe­ren­te. Aho­ra te van a afa­nar los pen­de­jos.

42 Eduar­do Ba­si­ga­lup, com­pa­ñe­ro tu­yo en Fe­rro, te pu­so en el po­dio de los me­jo­res ju­ga­do­res que vio, con Ma­ra­do­na y Zi­da­ne, y di­jo que te per­ju­di­có que es­tu­vis­te en equi­pos chi­cos en tus me­jo­res mo­men­tos. ¿Es así? Y... Ba­si­ga­lup es­tá me­dio lo­co... Es un ami­go, por eso lo di­jo. No sé, pue­de ser que ha­ya te­ni­do mo­men­tos muy al­tos. Yo ju­gué cin­co años en Fe­rro y es­tu­ve tres ve­ces ter­na­do pa­ra el Olim­pia de Pla­ta. La pri­me­ra vez lo ga­nó Gat­ti; la se­gun­da, Bo­chi­ni, cuan­do en rea­li­dad la me­re­cía yo, y la úl­ti­ma fi­nal­men­te lo ga­né, en el 84.

Imagen El defensor de River le deja la puerta abierta al túnel del Beto.
El defensor de River le deja la puerta abierta al túnel del Beto.

43 ¿Quién te en­tre­gó el pre­mio? ¡Vos po­dés creer que no fui a re­ci­bir­lo! Ve­nía ca­lien­te por­que ha­bía ido las dos ve­ces an­te­rio­res y no ha­bía ga­na­do. Así que me en­te­ré es­cu­chan­do la ra­dio. Lo re­ci­bió San­tia­go Ley­den, que des­pués me ca­gó a pe­dos por no ha­ber ido. Pe­ro vol­vien­do a la pre­gun­ta, creo que tu­ve gran­des mo­men­tos, pe­ro sin lle­gar al ni­vel de Die­go, sí a un se­gun­do pe­lo­tón. Apar­te, pa­ra mí, a Zi­da­ne no se lo pue­de com­pa­rar con Pla­ti­ni, na­da que ver. Pla­ti­ni fue diez ve­ces me­jor, era ca­po ca­po, un es­ca­lón por de­ba­jo de Die­go.

44 ¿Por qué un día te plan­tas­te an­te la ba­rra de Fe­rro? Fue en un par­ti­do con­tra Ins­ti­tu­to, yo es­ta­ba sin con­tra­to, por el 20 por cien­to. Me can­ta­ron to­do el tiem­po: “Be­to, hi­jo de pu­ta, la pu­ta que te pa­rió...” Hi­ce un go­la­zo y el Ga­lle­go Gon­zá­lez me se­ña­ló, co­mo pa­ra que me aplau­die­ran. ¡Po­bre Ga­lle­go, lo em­pe­za­ron a pu­tear a él tam­bién! Ter­mi­nó el par­ti­do y tu­ve que sa­lir con cus­to­dia po­li­cial. Y cuan­do se fue la ca­na, pe­gué me­dia vuel­ta con mis her­ma­nos, y en­ca­ré a la ba­rra: “¿Cuál es el pro­ble­ma, pa­pi? Aho­ra que no es­tá la ca­na, ¿con quién me ten­go que pe­lear”. Ba­ja­ron to­do: “No, de­já, Be­to”.

45 ¿Por qué es­ta­bas sin con­tra­to? Por­que esa di­ri­gen­cia en­ca­be­za­da por Ley­den, que era ho­nes­ta y cui­da­ba al club con to­do su amor, ahí se equi­vo­có. Yo me acuer­do de que en el 82 me qui­so el Amé­ri­ca de Mé­xi­co y me ta­sa­ron co­mo en un pa­lo y me­dio, una bar­ba­ri­dad, pe­ro des­pués, cuan­do fui a pe­dir un con­tra­to acor­de, me ofre­cían dos man­gos. No que­rían lar­gar na­da. Si cuan­do fui­mos cam­peo­nes nos re­ga­la­ron un lla­ve­ro de pla­ta. ¡Un lla­ve­ro por el pri­mer cam­peo­na­to en la his­to­ria del club, ¿a vos te pa­re­ce?! Al fi­nal seis ju­ga­do­res fir­ma­mos por el 20 por cien­to y que­da­mos li­bres, en­tre otros Cú­per, Ga­rré, Ba­si­ga­lup y yo. Y per­die­ron un ca­pi­tal va­lio­so.

46 Fi­nal del Na­cio­nal 84: Ri­ver 0-Ferro 3. Mi me­jor par­ti­do en Fe­rro, y uno de los me­jo­res de mi vi­da. Inol­vi­da­ble, que­ría que no se ter­mi­ne más. El Mo­nu­men­tal se que­dó mu­do. Todos los me­dios grá­fi­cos me pu­sie­ron 10. Bailamos al Ri­ver de Alon­so y Fran­ces­co­li. En la re­van­cha, íba­mos 1-0 arri­ba, la hin­cha­da de Ri­ver que­mó los ta­blo­nes y se sus­pen­dió el par­ti­do.

47 ¿Pa­ra qué pin­ta tu hi­jo Lu­cas co­mo fut­bo­lis­ta? Jue­ga bien, yo creo que va a lle­gar, por­que le gus­ta y por­que es­tá en un club lin­do, que es Fe­rro. Se tie­ne que adap­tar al fút­bol ar­gen­ti­no, él hi­zo to­das las in­fe­rio­res en Tou­lou­se. Jue­ga de en­gan­che, de nue­ve, un po­qui­to co­mo yo. Es­tá en la Cuar­ta, el año que vie­ne tie­ne que ir gol­pean­do la puer­ti­ta de Pri­me­ra.

48 ¿Por qué te que­das­te sie­te años en un club me­dia­no co­mo el Tou­lo­se, no te­nías am­bi­cio­nes de cam­peo­nar? Es­ta­ba muy bien yo y mis hi­jos también, no que­ría ir­me. Y sa­li­mos tres ve­ces ter­ce­ros.

Imagen En Toulouse jugó siete años y fue Gardel. La mejor etapa futbolística de su vida.
En Toulouse jugó siete años y fue Gardel. La mejor etapa futbolística de su vida.

49 Si Pu­si­ne­ri no me­tía ese ca­be­za­zo en 2002... (In­te­rrum­pe) Hoy es­ta­ría­mos tra­ba­jan­do con el Maes­tro Ta­bá­rez o qui­zás nos hu­bié­se­mos que­da­do en Bo­ca uno o dos años más.

50 Se di­jo que el Maes­tro se iba y vos te que­da­bas. Una lo­cu­ra to­tal. Se di­je­ra lo que se di­je­ra, tan­to el Maes­tro co­mo yo te­nía­mos las co­sas muy cla­ras: en cuan­to se fue­ra él, yo me iba atrás. Cual­quier otra co­sa era un dis­pa­ra­te.

51 ¿Có­mo sur­ge el pro­yec­to con Ro­ber­to Di­gón? Me lla­mó por te­lé­fo­no y me pro­pu­so un pro­yec­to de­por­ti­vo, co­mo ase­sor o ma­na­ger, con Bian­chi de téc­ni­co. Las elec­cio­nes son a fin de año. A mí me en­can­ta­ría tra­ba­jar en Bo­ca y Di­gón me pa­re­ce un ti­po muy de­re­cho.

52 ¿A Bian­chi lo co­no­cés de Fran­cia? Ju­gué al­gún Fe­rro-Vé­lez con­tra él, y nos vi­mos en al­gu­na que otra reu­nión de Bo­ca, na­da más que eso. Se­ría un lu­jo po­der tra­ba­jar con él, no só­lo por lo que dio en Bo­ca, es un ti­po del que po­dés apren­der mu­chí­si­mo.

53 Ha­brás mal­de­ci­do por los go­les de Bo­ca con­tra Gre­mio, en­ton­ces. Nooo, yo siem­pre quie­ro que Bo­ca ga­ne. Si tu­vie­ra que es­pe­rar un mal re­sul­ta­do de Bo­ca pa­ra en­trar, no jue­go en ésa. Lo cier­to es que acá no hay mu­cho pa­ra cri­ti­car en lo de­por­ti­vo, só­lo hay que co­rre­gir al­gu­nas co­sas.

54 ¿Có­mo con­ven­cés al hin­cha de Bo­ca de que no le con­vie­ne la con­ti­nui­dad de Ma­cri? Lo que pa­sa es que Ma­cri ya no va a es­tar. Y aun­que se quie­ra se­guir con lo su­yo, se­rá sin Ma­cri. No es un de­ta­lle me­nor. Igual, po­de­mos me­jo­rar al­gu­nas co­sas, co­mo las in­fe­rio­res.

55 ¿Qué co­sas hi­zo mal Ma­cri? En in­fe­rio­res se pue­den pro­mo­ver más chi­cos y no de­be­ría ha­ber tan­tos cam­bios en la con­duc­ción co­mo hu­bo. Y hay que apun­tar más a lo ofen­si­vo, Bo­ca tie­ne que sa­car más ju­ga­do­res ofen­si­vos. Des­pués, en Pri­me­ra, es­tá cla­ro que Bo­ca ga­nó to­do con Ma­cri, pe­ro por su­pues­to no hay que ol­vi­dar que es­ta­ba Bian­chi. Con él em­pe­zó to­do. Pa­ra mí, Bian­chi es el pa­dre de la cria­tu­ra. No ol­vi­de­mos que an­tes de Bian­chi, Bo­ca tu­vo otros téc­ni­cos im­por­tan­tes, así que es­ta era, Bo­ca se la de­be a Bian­chi, él ma­ne­ja­ba to­do.

56 ¿O sea que pa­ra vos a Ma­cri lo sal­vó Bian­chi? A Ma­cri lo sal­vó Bian­chi, sin nin­gu­na du­da. Y a Bo­ca lo sal­va­ron Car­los He­ller y An­to­nio Ale­gre. Te pue­do ase­gu­rar que cual­quier otro que lo aga­rra­ra, Bo­ca de­sa­pa­re­cía o ter­mi­na­ba co­mo Ra­cing, ge­ren­cia­do.

57 ¿Có­mo es tu re­la­ción con Ma­cri? Bue­na, con­mi­go se por­tó bien, cuan­do es­tu­vi­mos con el Maes­tro tu­vi­mos el apo­yo en to­do pa­ra que un téc­ni­co tra­ba­je tran­qui­lo.

Imagen A Menotti lo conoció de grande en Boca y fue seducción a primera vista.
A Menotti lo conoció de grande en Boca y fue seducción a primera vista.

58 ¿Quién te lim­pió de Bo­ca co­mo ju­ga­dor: Bi­lar­do o Ma­cri? Los dos.

59 ¿Quién te­nía más ga­nas? Me pa­re­ce que Bi­lar­do. Pe­ro, ojo: yo tam­bién que­ría ir­me. Cuan­do me en­te­ré de que ve­nía Bi­lar­do, no qui­se se­guir por­que no me gus­ta­ba có­mo tra­ba­ja. Yo ha­bía es­ta­do con él en la Se­lec­ción y no tu­ve pro­ble­mas pe­ro tam­po­co te­nía una gran re­la­ción. No me gus­ta­ba por­que era me­dio ma­niá­ti­co pa­ra la­bu­rar, rom­pía mu­cho los hue­vos.

60 ¿Gri­guol no era tan ob­se­si­vo co­mo Bi­lar­do? Pa­ra na­da, es otra co­sa.

61 ¿Te pe­leas­te con Bi­lar­do? No, ni si­quie­ra ha­blé con él ni con Pum­pi­do ni Brown, sus ayu­dan­tes, a los que co­no­cía de la Se­lec­ción. Ja­más tu­vi­mos un ca­ra a ca­ra, no sé por qué. Me se­pa­ra­ron del plan­tel a mí y a va­rios más y nos man­da­ron a en­tre­narnos al Par­que Sar­mien­to. Un día, con ese equi­po de “col­ga­dos” fui­mos a ju­gar un par­ti­do con­tra Gim­na­sia y ahí me vio el Vie­jo Ti­mo­teo. “Quie­ro que ven­gas, pe­ro te­nés que ba­jar 6 ki­los por lo me­nos”, me di­jo. Y ahí fui.

62 ¿El 6-0 a Bo­ca, en la rei­nau­gu­ra­ción de la Bom­bo­ne­ra, lo go­zas­te o lo su­fris­te? Es­ta­ba fe­liz por­que ha­bía­mos que­da­do pun­te­ros, na­da en es­pe­cial. “Gor­do, de­be ser el día más fe­liz de tu vi­da”, me di­jo Cú­per por te­lé­fo­no. Pe­ro na­da que ver. Yo no soy ren­co­ro­so, por lo me­nos en esas co­sas. Lo soy si me ca­ga un ami­go, pe­ro, bue­no, tam­bién es cier­to que yo tam­bién me qui­se ir de Bo­ca cuan­do lle­gó Bi­lar­do, sa­bía que si me que­da­ba no iba a ju­gar.

63 Una di­fí­cil: ¿Gri­guol o Me­not­ti? El pa­pá mío es Ti­mo­teo, pe­ro lo que co­no­cí con el Fla­co Me­not­ti a los 34 años me se­du­jo te­rri­ble­men­te. La­men­to mu­chí­si­mo no ha­ber­lo co­no­ci­do an­tes. Apar­te, Ti­mo­teo y Me­not­ti te­nían co­sas muy pa­re­ci­das.

64 Sin em­bar­go, uno aso­cia a Gri­guol más con Bi­lar­do que con Me­not­ti. Na­da que ver. Ni a Gri­guol ni a Me­not­ti les gus­ta ha­cer tiem­po: con Ti­mo­teo fal­ta­ban cin­co mi­nu­tos, ga­na­bas 1-0 y si no sa­ca­bas rá­pi­do el la­te­ral, se eno­ja­ba. A los dos tam­bién les gus­ta la pe­lo­ta al pi­so.

65 ¿Qué le pa­sa a Gim­na­sia que es­tá cer­ca de ga­nar un tí­tu­lo y se cae al fi­nal? Es­ta vez lo ma­tó el pre­si­den­te, la ca­ga­da que se man­dó con Gi­mé­nez, eso fue un ma­za­zo y ahí em­pe­zó el to­bo­gán. Gim­na­sia es un sen­ti­mien­to, ya se le va a dar.

Imagen Foto: Alejandro Del Bosco.
Foto: Alejandro Del Bosco.

66 ¿Con Ma­tu­ra­na? Ha­bría que en­con­trar un reem­pla­zan­te, por­que Ma­tu­ra­na es muy buen téc­ni­co, pe­ro co­no­ce po­co del fút­bol ar­gen­ti­no.

67 ¿Có­mo es el fút­bol fran­cés? Ra­pi­dí­si­mo, muy pa­re­ci­do al in­glés, se jue­ga mu­cho por aba­jo y en 3 o 4 to­ques es­tán en el ar­co. Es frío, pe­ro muy lin­do pa­ra ju­gar. Y me gus­tó mu­cho por­que es el ver­da­de­ro fút­bol: ga­nás o per­dés, pe­ro si de­jas­te to­do en la can­cha, el hin­cha no se po­ne lo­co, y te aplau­de, así te va­yas al des­cen­so.

68 Tu día más fe­liz en el fút­bol. Cuan­do ga­né los cam­peo­na­tos, tan­to en Fe­rro y en Bo­ca, y cuan­do la Bom­bo­ne­ra me can­tó el fe­liz cum­plea­ños con los en­cen­de­do­res pren­di­dos, un vier­nes a la no­che.

69 El más tris­te. Cuan­do me fui de Bo­ca.

70 ¿Es­ta­bas pa­ra ju­gar al­gún mun­dial? Sí, pa­ra el 86 y el 90 es­ta­ba en ni­vel pa­ra ju­gar. Yo par­ti­ci­pé de las eli­mi­na­to­rias 86 y de ese gru­po que­da­mos 11 ju­ga­do­res afue­ra. Ju­gué en Ve­ne­zue­la el pri­mer par­ti­do, aque­lla vez que ba­ja­mos del mi­cro pa­ra en­trar al ho­tel y de atrás de unas va­llas un ti­po le ti­ró una pa­ta­da a Ma­ra­do­na y le de­jó una pe­lo­ta en la ro­di­lla.

71 ¿Y en el 90 que pa­só? Bi­lar­do man­dó a En­zo Tros­se­ro una se­ma­na pa­ra que me vie­ra, pe­ro se ve que su in­for­me no de­be ha­ber si­do muy bue­no que digamos.

72 ¿No le fal­tó más Se­lec­ción a tu ca­rre­ra? Sí, pe­ro caí en una épo­ca en que es­ta­ban Bi­lar­do en el ban­co y Ma­ra­do­na aden­tro de la can­cha. Si el téc­ni­co hu­bie­se si­do Gri­guol, creo que ha­bría si­do di­fe­ren­te.

Imagen En la seleccion jugó poco, con Bilardo y Basile. Se quedó con ganas de un Mundial. En la foto con Burruchaga adelante y Trossero detrás.
En la seleccion jugó poco, con Bilardo y Basile. Se quedó con ganas de un Mundial. En la foto con Burruchaga adelante y Trossero detrás.

73 Tu Se­lec­ción ar­gen­ti­na hoy.  Ab­bon­dan­zie­ri; Iba­rra, Aya­la, Mi­li­to, Hein­ze; Lu­cho Gon­zá­lez, Ve­rón, Mas­che­ra­no, Ri­quel­me; Te­vez y Mes­si.

74 ¿Por qué no te fue bien co­mo DT? En Chi­ca­go co­me­ti­mos un error: con­fiar en 2 o 3 di­ri­gen­tes en los que no ten­dría­mos que ha­ber con­fia­do. Pe­día­mos un ju­ga­dor y nos traían otro, que en­ci­ma era más ca­ro y no lo que­ría­mos. En su mo­men­to lo acep­ta­mos, pe­ro fue un error. Des­pués uno de los di­ri­gen­tes tu­vo un jui­cio pe­nal por­que aga­rró mu­cha gui­ta por afue­ra...

75 Cuán­do un téc­ni­co tam­ba­lea, ¿son va­rios los que es­tán con el se­rru­cho lis­to? Sí, vie­jo, acá se per­die­ron to­do ti­po de có­di­gos. Son muy po­cas las ex­cep­cio­nes...

76 ¿Se pue­de cam­biar? No, las co­sas van pa­ra peor. Acá hay que edu­car a la gen­te, ne­ce­si­tás más es­cue­las y que el maes­tro sea más im­por­tan­te que el alum­no, por­que acá se creen que el alum­no es más im­por­tan­te que el maes­tro. Por­que si el alum­no se sa­ca ma­la no­ta no te­nés que en­ten­der al alum­no. No lo te­nés que en­ten­der pa­ra na­da: te­nés que po­ner­le un uno y an­dá a es­tu­diar, va­go de mier­da, de­ja­te de rom­per las pe­lo­tas. Esos que to­man los co­le­gios por­que no les gus­ta el rec­tor, ¿dón­de la vis­te? ¿Es­ta­mos to­dos lo­cos?

77¿Des­pués de esa ma­la ex­pe­rien­cia en Chi­ca­go, ¿DT nun­ca más? Tu­ve po­si­bi­li­da­des, me ha­bla­ron, pe­ro no me atraía. Igual no ce­rré de­fi­ni­ti­va­men­te nin­gu­na puer­ta... No, por­que si me vie­ne a bus­car Bo­ca, ¿có­mo la voy a ce­rrar?

78 ¿Te fal­ta ha­cer un po­qui­to más de lobby en la te­le­vi­sión? Me lla­ma­ron 50 mil ve­ces pa­ra tra­ba­jar en tevé co­mo pa­ne­lis­ta, pe­ro no me in­te­re­sa. No me gus­ta por­que de­pen­dés mu­cho del pe­rio­dis­ta que ma­ne­ja el pro­gra­ma y te lle­va a de­cir lo que él quie­re. Esas co­sas me dan pe­na.

79 ¿Por qué a Giun­ta, que le va muy bien en el as­cen­so, le cues­ta lle­gar a Pri­me­ra? ¿Es un cír­cu­lo muy ce­rra­do el de Pri­me­ra? El Lo­co ya va a lle­gar a Pri­me­ra. Es un ti­po muy que­ri­do en el am­bien­te, muy que­ri­do por los ju­ga­do­res.

80 El me­jor ami­go que te dio el fút­bol. Giun­ta y Sa­tur­no. Blas Ar­man­do es un ami­ga­zo, lo co­no­cí de gran­de, ya en Bo­ca y se dio una re­la­ción di­fí­cil de ex­pli­car: ter­mi­ná­ba­mos el en­tre­na­mien­to y nos íba­mos a co­mer a un res­tau­rante to­dos los días.

81 ¿Es cier­to que en tu épo­ca de Bo­ca te­nías un BMW ne­gro en el que guar­da­bas de to­do? Sí, es­ta­ba lle­no de ro­pa y de cham­pag­ne. A Bo­ca ve­nía un gor­do a ven­der co­sas y yo siem­pre le com­pra­ba: tres ca­mi­sas, dos pan­ta­lo­nes, y los guar­da­ba en el baúl, así que mi au­to ter­mi­nó sien­do un ro­pe­ro. Le pres­ta­ba al que me pe­día. Tam­bién guar­da­ba cham­pag­ne en una he­la­de­ri­ta y to­má­ba­mos de ahí.

82 ¿Te sor­pren­dió que Ra­món Díaz ga­na­ra el tí­tu­lo en San Lo­ren­zo? No, yo no pen­sa­ba que era un bu­rro, era de los que creían que tu­vo su cuo­ta de res­pon­sa­bi­li­dad en los éxi­tos de Ri­ver. Nun­ca du­dé de su per­so­na­li­dad. La de­mos­tró ju­gan­do, uno de los me­jo­res go­lea­do­res que vi.

83 ¿Y te sor­pren­de que a Pas­sa­re­lla le va­ya tan mal des­de que se se­pa­ró de Ga­lle­go? Pa­ra mí, Pas­sa­re­lla fue siem­pre el Ma­ra­do­na de los de­fen­so­res y es un ti­po que tie­ne mu­chí­si­ma per­so­na­li­dad y co­no­ce mu­cho de fút­bol. La ver­dad que sí, me lla­ma mu­cho la aten­ción que no pue­da te­ner un ren­di­mien­to acor­de a lo que él sa­be y pue­de.

Imagen Los dos Betos: Alonso y Márcico.
Los dos Betos: Alonso y Márcico.

84 Un pe­rio­dis­ta. Víc­tor Hu­go, Ho­ra­cio Pa­ga­ni, Ale­jan­dro Fab­bri, Ale Fantino y Fer­nan­do Pa­si­ni.

85 Hay ju­ga­do­res que le ha­cen la ca­ma a un téc­ni­co. ¿Ver­da­de­ro o fal­so? Ver­da­de­ro, se la pue­den ha­cer.

86 ¿En Bo­ca pa­só eso con La Vol­pe? No creo, los que más que­rían ser cam­peo­nes eran los ju­ga­do­res.

87 ¿Y cuán­do se la ha­cen? Cuan­do te pe­leas con el téc­ni­co.

88 ¿Los ju­ga­do­res no ven bien que el DT ha­ble mu­cho con la pren­sa? No gus­ta mu­cho.

89 El in­sul­to más di­ver­ti­do que es­cu­chas­te en una can­cha. Yo ju­ga­ba pa­ra Bo­ca, te­nía la ca­mi­se­ta blan­ca, y des­de los pal­cos vie­jos me gri­ta­ron: “Már­ci­co, pa­re­cés un ter­mo­tan­que”. Y le con­tes­té: “Sa­bés que te­nés ra­zón”.

90 ¿Qué se hi­zo mal en el úl­ti­mo Mun­dial? Mes­si de­bió ha­ber te­ni­do más mi­nu­tos en can­cha, so­bre to­do con los ale­ma­nes, que te­nían dos cen­tra­les muy pe­sa­dos. Ese pi­be va pa­ra ser un fe­nó­me­no de ver­dad. No co­mo Die­go, pe­ro ahí, bas­tan­te cer­ca. De to­dos los que pa­sa­ron has­ta aho­ra, es el que es­tá más cer­ca de Die­go. Y des­pués fal­tó ese plus. De­cir: es­te es el mo­men­to de sa­car las tri­pas. Y no se sa­ca­ron las tri­pas con­tra Ale­ma­nia.

91 Los 5 me­jo­res ju­ga­do­res que vis­te. Ma­ra­do­na, Pla­ti­ni, Cruyff, Ro­nal­do y Van Bas­ten.

Imagen En Gimnasia sufrió dos serias lesiones en el final pero igual dejó su huella.
En Gimnasia sufrió dos serias lesiones en el final pero igual dejó su huella.

92 ¿Hay mu­cha co­me­ta en el mun­do del fút­bol? Sí, es­to se mue­ve to­do por co­me­ta. Y no hay ma­ne­ra de erra­di­car­la, to­do va pa­ra peor. Si aho­ra se ne­go­cian pi­bi­tos de 13 años.

93 ¿Por qué na­die lo de­nun­cia? Por­que es­tán to­dos en la mor­di­da, no les con­vie­ne.

94 ¿Te aga­rras­te a pi­ñas al­gu­na vez con un com­pa­ñe­ro? Con Fe­rra­che, en el Tou­lou­se. Me ha­cía ges­tos y le co­men­té a Ta­ran­ti­ni: de­ci­le que no me ha­ga más ges­tos por­que lo voy a ca­gar a trom­pa­das. No me dio pe­lo­ta, así que lle­gué al ves­tua­rio y lo ca­gué a trom­pa­das, pe­ro lo ca­gué bien a trom­pa­das.

95 ¿Por qué per­die­ron el Aper­tu­ra 95 con Mar­zo­li­ni, iban pri­me­ros có­mo­dos con 6 pun­tos de ven­ta­ja? Por­que nos fal­tó hu­mil­dad y con­duc­ta, ha­bía un po­co de des­con­trol.

96 Si no hu­bie­ras si­do fut­bo­lis­ta... Hu­bie­se si­do pro­fe­sor de gim­na­sia de co­le­gio, eso que­ría ser yo. Una vez sa­lió en El Grá­fi­co que ha­bría si­do cho­rro, pe­ro era en jo­da...

97 ¿Caís­te mu­chas ve­ces en ca­na? Un par. Una vez, es­tá­ba­mos ju­gan­do al bi­llar con mis ami­gos, y hu­bo una raz­zia. Fue en el 78, es­ta­ban los mi­li­ta­res, y nos me­tie­ron por ave­ri­gua­ción de an­te­ce­den­tes. Nos aga­rra­ron un vier­nes y nos lar­ga­ron el do­min­go, en la Co­mi­sa­ría 1ª. Cla­ro, la má­qui­na de an­te­ce­den­tes tar­da­ba 48 ho­ras en dar la in­for­ma­ción.

98 ¿Qué son los có­di­gos del fút­bol?No hay có­di­gos de fút­bol, hay có­di­gos de la vi­da. Los có­di­gos de la vi­da son ser bue­na gen­te, no man­dar en ca­na al otro, ser res­pe­tuo­so, no afa­nar, esos son có­di­gos. La­men­ta­ble­men­te, en el fút­bol y en la so­cie­dad se per­die­ron: hoy te ca­gan a trom­pa­das a un vie­ji­to de 80 años pa­ra afa­nar­le al­go.

99 ¿Por qué se per­die­ron? Por la fa­lo­pa, que arrui­nó to­do. Con el al­co­hol an­tes te em­bo­rra­cha­bas, te do­lía la ca­be­za y te que­rías ir a dor­mir. Si te que­rías pe­lear, te ca­ga­ban a trom­pa­das. La fa­lo­pa, en cam­bio, te ex­ci­ta y te pi­de más. Con la fa­lo­pa te ha­cés el ma­lo y te ca­gan a ti­ros. La fa­lo­pa ma­tó a to­dos. Y lle­ga tan fá­cil... se com­pra en cual­quier es­qui­na.

100 Sos un co­rren­ti­no, con có­di­gos de Ba­rra­cas y un to­que fran­cés. ¿Qué pre­va­le­ce? ¡Una mez­cla ex­tra­ña, no! Pe­ro yo ten­go más de Ba­rra­cas, sin du­das...

 

Diego Borinsky (2007)