¡Habla memoria!

La historia del primer jugador negro de la NBA

En 1950 Earl Lloyd debutó en la liga de básquet estadounidense, hasta ese momento exclusiva para blancos. Soportó insultos, concentrar en un hotel apartado y la segregación reinante, pero el esfuerzo tuvo su premio.

Por Redacción EG ·

09 de marzo de 2015
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Earl Lloyd tuvo una infancia como la de cualquier otro afroamericano de Estados Unidos a comienzos del siglo XX. Nació en 1928 y se crió en el Estado de Virginia Occidental. Escuchaba jazz y fue al colegio únicamente con compañeros negros dado que la segregación racial estaba en su época más álgida. “Había como un muro en la ciudad”, reconoció mucho después. Eran años en los que un tal Martin Luther King se animaba a luchar por la igualdad.

Lloyd nunca se había propuesto defender los derechos de los negros. Estaba acostumbrado a esa división y no pretendía modificar su perfil bajo. Sin embargo, su habilidad para jugar al básquet le modificó los planes y lo llevó a romper con aquel muro infranqueable.

Imagen Con la 11 de Syracuse, disputa una pelota fiel a su estilo. Medía 1,96 y jugaba de alero.
Con la 11 de Syracuse, disputa una pelota fiel a su estilo. Medía 1,96 y jugaba de alero.
Se inició en el West Virginia State University, donde por primera vez compartió cancha con blancos. No le fue fácil. Quienes siempre lo descartaban y lo consideraban como “el otro” pasaron a ser sus compañeros. El statu-quo era salvaje. Tanto se lo habían marcado, que al principio se sintió inferior. Al principio se la pasaba pensando si pertenecía de la misma manera que los demás. Cuando los partidos empezaban, Earl Lloyd hacía un paréntesis mental y se olvidaba de todo.

Rápidamente se destacó en defensa y se volvió en un jugador fundamental para el equipo universitario. Jugó tres años entre 1948 y 1950. En el primero, West Virginia fue el único campeón invicto de Estados Unidos. Repitió el título al año siguiente y además obtuvo varios galardones individuales. En los tres años fue elegido como uno de los mejores jugadores de la conferencia y además recibió dos All-American, preciado premio para los deportistas más destacados de la competencia universitaria.

El salto a la NBA significó un nuevo quiebre. Washington Capitols lo tomó del draft en la novena ronda y apostó fuerte para que el primer negro debutara en un torneo que hasta ese momento sólo aceptaba blancos. Algo similar ya había sucedido en el béisbol tres años antes con el debut de Jackie Robinson en Brooklyn Dodgers. En cuanto a la relevancia de la historia de Estados Unidos, algunos hasta compararon al beisbolista con Thomas Jefferson.

Finalmente el 31 de octubre de 1950, apareció la primera joya de raza negra en la NBA. Earl tenía 22 años y tuvo que dormir en un hotel separado del resto de sus compañeros. Debutó en New York y en su primera presentación hizo 6 puntos y tomó 10 rebotes contra Rochester Royals. No lo trataron mal desde las tribunas, según él, porque era tanto el frío en Rochester que la gente no se preocupaba de la segregación. También, entre risas,  usó al frío clima para justificar por qué el Ku Klux Klan no había organizado ningún atentado aquel día.     

“Salí a la cancha y el mundo siguió girando. No recuerdo ninguna mención en la prensa”, dijo. Su intención no era armar una rebelión sino poder dedicarse al básquet, juego que lo desvelaba. Lejos de polemizar con quienes lo insultaban desde las tribunas decidió ignorar cualquier insulto. Según el Estado en el que le tocaba jugar, la recepción era distinta. “Volvete a África” era un de los insultos más habituales. En esa misma temporada y unos días más tarde, Chuck Cooper y Nathaniel Clifton, también afroamericanos, tuvieron acción en la NBA. Hoy, el porcentaje es notoriamente opuesto con aproximadamente un 70% de negros.

Jugó solo 7 partidos en Washington Capitols y en 1952 pasó al Syracuse Nationals (actual Filadelfia Sixers) donde vivió su mejor época. Estuvo seis años y en 1955 junto a Jim Tucker se convirtieron en los primeros negros en ganar un anillo de NBA. Áspero y de gran despliegue, lo apodaron “The Big Cat”. Entre el 58 y el 60 representó a Detroit Pistons y se retiró con 560 partidos en 9 temporadas. Su revolución silenciosa ya estaba finalizada.

Pasaron varios años para que Earl Lloyd ingrese al Hall de la Fama. Fue en 2003 cuando tenía 74. El reconocimiento público en general, cobró mayor relevancia en el último período de su vida. En 2010, un chico de raza negra que recién se iniciaba en el deporte, le agradeció su preponderancia y le dijo: “te debo mucho”. Lloyd, de perfil bajo como siempre, le respondió que no: “Vos a mí no me debes nada. Te debés a los que van a venir atrás tuyo, haciendo lo posible para dejarle un mejor lugar”.

Aquella moraleja que dio, él mismo ya la había cumplido. A comienzos de 2015, falleció a los 86 años. 

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Por Pedro Molina