¡Habla memoria!

Morir por ser hincha, el génesis del mal

Héctor Souto, primo de Roberto Perfumo, fue asesinado el 9 de abril de 1967. Tenía 15 años y era estudiante de tercer año del colegio Industrial Otto Krause. Fue la presentación en sociedad de la violencia de los violentos.

Por Panqui Molina ·

09 de abril de 2022

¿Desde cuándo el fútbol argentino convive con episodios de violencia en las tribunas? ¿En qué momento los violentos empezaron a ser legimitados por los propios clubes? ¿Desde cuándo existen las barras bravas en Argentina?

El crimen de Héctor Souto, hincha de Racing asesinado por la barra de Huracán, viene a responder todas estas incógnitas. Si bien fue la muerte número 20 por la violencia en el fútbol(*), su homicidio se convirtió en el primero por parte de una barrabrava en un estadio. 

Sucedió el 9 de abril de 1967, en el partido que jugaron el Globo y la Academia en el Tomás Adolfo Ducó por la fecha 6 del Torneo Metropolitano. 

Eran tiempos de Juan Carlos Onganía, que, a través de su Golpe de Estado, y con la implementación de la autodenominada Revolución Argentina, pretendía reestructurar el fútbol argentino, a partir de la baja en las entradas vendidas y la falta de competitividad.

Con Valentín Suárez como interventor de AFA surgieron el torneo Metropolitano, con los directamente afiliados, y el Nacional, con los del interior, creando así un campeonato para lograr la unificación que el gobierno necesitaba para atraer el público.

Si la reestructuración tenía como novedad que la gente asista a las canchas, poco se tuvo en cuenta el operativo policial y la seguridad para las hinchadas. Así fue como en la mayoría de los estadios todos el público ingresaba por el mismo acceso. 

En el caso puntual de Héctor Souto, la muerte fue como consecuencia de una emboscada por parte de los hinchas de Huracán, que se infiltraron en el acceso de los visitantes con carnets de jugadores de las divisiones inferiores, tras el robo de una sombrilla de la parcialidad de Racing.

En medio de la gresca, Souto recibió dos golpazos por parte de "Pinky", reconocido barra de Huracán, uno en la nuca y otro en la sien. Tras el impacto, cayó desmayado y ahí intervino "Cinco Dedos", otro referente de los violentos del Globo, que con sus 80 kilos le apoyó un pie sobre el pecho y otro en el abdomen para darle la estocada final al crimen organizado. 

En primera instancia intentaron diluir las responsabilidades con la versión de una avalancha y que la víctima llevaba una sombrilla con los colores de Racing. "Un muerto y un herido en una avalancha”, fue el titular utilizado por los diarios de la época. "Síncope cardíaco”, fue el primer diagnóstico que dio Roberto Paladino, médico de Huracán, desde la enfermería del club reforzando dicha teoría. 

Más allá de las distintas versiones y elucubraciones de aquel entonces, el final terminó siendo el mismo. Souto tenía 15 años y era estudiante de tercer año del colegio Industrial Otto Krause. Murió por ser hincha.

 

Imagen Editorial de El Gráfico, 1967
Editorial de El Gráfico, 1967
 

El legendario Roberto Perfumo, primo de Héctor Souto, jugó aquel día en el partido que "El Equipo de José" goleó 4-1 sin saber lo que pasaba en las tribunas.

"No quiero exagerar pero era un chico que tenía grandes virtudes, todas las que podía tener un chico de esa edad", expresó el Mariscal al dictarse la sentencia, tiempo después. Y agregó: "Hay cosas motivadas por la pasión, pero no se debe llegar a ese extremo. Le hacen mal al espectáculo".

 

ROBERTO PERFUMO, SOBRE EL ASESINATO DE SU PRIMO HÉCTOR SOUTO

 

Carlos Babington, presente aquel día en el Ducó, dio detalles de lo sucedido en el 100x100 con El Gráfico: "Los vi­si­tan­tes pa­sa­ban por de­ba­jo de la hin­cha­da de Hu­ra­cán e iban pa­ra el otro la­do. Pa­re­ce que es­te chico de Ra­cing car­gó, le die­ron una pa­ta­da en la bo­ca del es­tó­ma­go y mu­rió as­fi­xia­do. El úni­co que ca­yó fue un com­pa­ñe­ro de mi di­vi­sión, que no ha­bía ido a ju­gar y aca­ba­ba de cum­plir 18 años. Se co­mió tres años en De­vo­to". Eso y decir "algo habrá hecho" es más o menos lo mismo

El Tribunal sancionó a Huracán con cinco fechas de suspensión, aunque luego le redujeron la pena a dos fechas. El parte médico fue contundente y no dejó lugar a las dudas: "Asfixia traumática por compresión y edema pulmonar". 

Tiempo después, el juez de menores Jorge Moras Mom definió a los violentos como una "manifestación de delincuencia organizada" y sin saberlo institucionalizó a las barras. Su rigurosa investigación terminó con condenas para tres de los implicados. 

"Fue el hecho más conmocionante. Sin intermediaciones mediáticas, sin una sociedad sumergida por demás de la mitad debajo de la línea de la pobreza, sin el promocionado flagelo de la inseguridad, el caso Souto puso a prueba a toda la sociedad argentina. La administración de justicia, en un tándem casi perfecto de hombres de Tribunales y de la Policía Federal desguasó a una barra brava completa y sus ramificaciones en 72 horas, condenó a los culpables, por primera vez incorporó al legajo de qué se trataba el fenómeno, lo calificó de manifestación de delincuencia social organizada sin necesidad de legislaciones especiales, advirtió sobre los alcances, pero nadie escuchó", describió Amilcar Romero en "El chico de la sombrilla", publicado en 2003. 

En las páginas más oscuras de la historia del fútbol argentino, el capítulo 1 es el de Héctor Souto, el hincha asesinado por ser tal. 

 

Imagen La muerte de Héctor Souto
La muerte de Héctor Souto
 

 

* INFORME DE LA ONG SALVEMOS AL FÚTBOL CON EL DETALLE DE LAS MUERTES 

ARCHIVO Y FOTOGRAFÍA: JULIÁN MARCEL