¡Habla memoria!

La Copa se mira y se roba

El mítico trofeo Jules Rimet fue el primero que se entregaba a cada campeón del mundo de fútbol. En 1970, en México, Brasil se lo quedó por haberlo ganado en tres oportunidades. Años después fue robado del edificio de la Confederación brasileña.

Por Pablo Bomarito ·

15 de noviembre de 2022

Tesoro Nacional

El dato era preciso. La ubicación, exacta. Era un trabajo fácil: entrar, reducir al guardia que estaba de turno y llegar a ella. José Luiz Vieira, alias Bigote, y Francisco Rocha, Barba, salieron de la Avenida Alvorada -hoy rebautizada Ayrton Senna- para llegar a la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol, la casa madre del fútbol brasileño, lindera al Hospital Municipal Lourenço Jorge.

Los delincuentes entraron sigilosamente al edificio, redujeron sin problemas al guardia de seguridad que custodiaba el lugar y lo llevaron con ellos para chequear el sector donde se encontraba el objetivo. Barba y Bigote fueron directo a buscar el botín por el que habían ideado el plan delictivo: la sagrada Copa del Mundo Jules Rimet.

El trofeo estaba exhibido en una inexpugnable caja de plexiglás antibalas. Pero tenía un defecto: la parte posterior había sido fabricada con madera y pegada con cinta a la pared. Los ladrones retiraron la cinta, tomaron la copa y salieron lo más campantes por el mismo lugar por el que habían ingresado. Tomaron la Avenida Alvorada hacia el mar, doblaron a la izquierda en la Avenida Lucio Costa y escaparon con el preciado botín, con la vista en Barra de Tijuca.

Imagen Futuro y pasado, la actual Copa del Mundo y la Jules Rimet
Futuro y pasado, la actual Copa del Mundo y la Jules Rimet

De dueños y protectores

Imagen Jules Rimet entregando la copa al presidente de la AUF Raúl Jude
Jules Rimet entregando la copa al presidente de la AUF Raúl Jude

La Copa Jules Rimet fue levantada la primera vez por Uruguay, en el Mundial de 1930, en el territorio del campeón. Italia, vencedor de las siguientes dos ediciones (1934 y 1938), tenía el trofeo en su poder cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Ottorino Barassi, vicepresidente de la Federación Italiana de Fútbol, conocía el hambre voraz de los nazis por el arte y tomó una decisión intrépida y acertada: sin que nadie supiera la retiró de la caja de seguridad en la que se guardaba en Roma y la escondió en una caja de zapatos debajo de su cama.

En 1941 los alemanes llegaron a la puerta de su domicilio. Preguntaron por la Jules Rimet pero Barassi salió ileso del interrogatorio de la gestapo, gracias a su convincente actuación para afirmar su desconocimiento sobre el paradero del trofeo.

Tras dos años con el secreto a cuestas coordinó con los otros integrantes de la federación para cambiarla de lugar y, de esa manera, fue a parar a la casa de campo de Aldo Cevenini, ex jugador de Inter y Milan. En 1947, finalizada la guerra, la copa salió de su escondite y pasó a manos de la FIFA, a la espera del Mundial 1950 en Brasil.

Inglaterra 1966

Desde la reanudación de los certamenes ecuménicos Uruguay la ganó por segunda vez en 1950, con el Maracanazo. Luego lo hizo Alemania en 1954 y Brasil la conquistó de forma consecutiva en Suecia 1958 y Chile 1962. Previo a la siguiete cita, en 1966, Inglaterra tenía la Jules RImet en exposición, como un objeto de deseo para el pueblo británico. De alzarse con el título podría disfrutarlo por los siguientes cuatro años.

Una noche, sin embargo, desapareció y encendió las alarmas de Scotland Yard, que se lanzó a pleno en una desesperada búsqueda. En su propia tierra no podían sufrir tamaña humillación. Tras descartar un par de sospechosos y oportunistas que exigían una recompensa, apareció en escena un personaje inesperado: el perro Pickles.

El 27 de marzo de ese mismo año David Corbett sacó a pasear a su perro como todas las mañanas, pero notó un compartamiento raro en el animal: "Puso la atención en un paquete medio enterrado, cubierto de periódicos, detrás de un árbol. Lo descubrí y vi a una mujer que sujetaba un plato sobre su cabeza, y una placa con las palabras Alemania, Uruguay, Brasil". Sin quererlo Pickles había salvado el honor inglés: recuperó la copa que cien agentes de la polícia británica no habían podido recuperar.

Imagen Pickles, el héroe inesperado que recuperó la Copa Jules Rimet
Pickles, el héroe inesperado que recuperó la Copa Jules Rimet


David Corbett tuvo una recompensa de 6000 libras y comida gratis por un año para el heróico perro. Además ambos fueron invitados a la cena post conquista del título de la Selección de Inglaterra, junto al plantel y a la reina Isabel II.

Pickles era toda una celebridad. Había sido invitado para la apertura de México 1970, pero un accidente doméstico le impidió asistir. Mientras corría a un gato su correa se enganchó y murió ahorcado: un final con escasez de épica para el perro que salvó la corona.

En medio del escándalo muchas voces se alzaron para denostar a los organizadores, especialmente por parte de Abrainn Tebel, directivo de la Confederación de Brasil: "Eso en Brasil nunca hubiera ocurrido. Incluso los ladrones en nuestro país consideran la copa sagrada y robársela hubiera sido un sacrilegio".  Habría que esperar unos años para que el karma hiciera su trabajo.

Imagen Juvenal en Londres siguiendo la historia del robo de la Jules Rimet. Finalmente, se descubrió que el acusado no tenía la copa, fue todo un ardid para pedir un rescate.
Juvenal en Londres siguiendo la historia del robo de la Jules Rimet. Finalmente, se descubrió que el acusado no tenía la copa, fue todo un ardid para pedir un rescate.


Brasil se quedó con el Mundial 1970 y la Copa Jules Rimet se fue de manera definitiva a manos del Scratch. La FIFA cambió el trofeo por la actual Copa del Mundo que, desde 1974, es el objeto de deseo y el sueño de todo futbolista.

¿Dónde estará la copa?

Imagen Pele, con la replica de la copa Jules Rimet, que subastó en 2016 para ayudar a un Hospital en Curitibavendio
Pele, con la replica de la copa Jules Rimet, que subastó en 2016 para ayudar a un Hospital en Curitibavendio


El teléfono sonó en la casa de Murillo Bernardes Miguel, asesor legal en el sector de Angra dos Reis, cerca de Río de Janeiro. Sus superiores le pidieron discreción y le dieron una dirección que le parecía conocida: Av. Luis Carlos Prestes 130, Barra da Tijuca, la casa de la Confederación Brasileña de Fútbol.

Al llegar se dio cuenta del nivel de importancia de la misión: liderar la investigación para recuperar el objeto preciado. Los policías no tenían muchas pistas, así que recurrieron a Antonio Setta, un reconocido ladrón de caja fuertes en Rio de Janeiro.

Este delicuente negó toda participación o responsabilidad en el robo durante el interrogotario por un motivo sentimental: su hermano había muerto de un infarto el día de la final de 1970. Pero entregó un dato clave: dijo que había sido contactado para realizar el trabajo para un tal Antonio Pereira Alves.

Pereira Alves era gerente de un banco y había imaginado el golpe. Ante la negativa de Setta entró en juego un argentino, Juan Hernandez, quien había llegado a Brasil a mediados de la década del '70 y se dedicaba al negocio de las joyas.

Incluso se decía que era el principal reductor de oro en Rio de Janeiro. A la par cayeron en una redada los autores materiales: José Luiz "Bigote" Vieira y Francisco "Barba" Rocha, quienes ratificaron la implicancia del argentino.

Todo por una sonrisa

Murillo Miguel contó, en un reportaje con la BBC, cómo fue el detalle del interrogatorio a Hernández: “Lo interrogué por varias horas. Se notaba que era alguien muy astuto, muy hábil para este tipo de procedimientos. Fingía que no sabía nada”. 

El detective pergeñó la estrategia que le diera una pista y le tocó el corazón de hincha: “Le dije que para los brasileños era una bofetada que un argentino haya convertido la copa en lingotes de oro. Entonces vi que en su rostro se dibujaba una sonrisa. Ese momento fue la prueba de que lo había hecho". El cerebro de la operación fue condenado en 1984, aunque jamás se declaró culpable del delito.

Mucho se habló de la Copa Jules Rimet. El único protagonista de la historia que sigue con vida es Juan Hernández, quien cumplió su condena y se marchó a Francia, donde también estuvo detenido por un caso de drogas. Tiempo después regresó a la Argentina. El resto de los implicados murió en la pobreza y en el olvido.

Un mundial del dudas

Todo se puso en duda. Algunos dicen que la Jules Rimet no era sólo de oro, sino que tenía distintas aleaciones y que no pudo ser fundida tan rápido. Otros aseguran que fue sacada del país y vendida a un coleccionista italiano que la tiene en su poder.

Lo cierto es que el primer trofeo que se levantó en un Mundial, que sobrevivió al nazismo y a un intento de robo en Inglaterra, no pudo ante el macabro ingenio de un grupo de personas, que sólo tuvieron por objetivo convertirla en dinero.

Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio