¡Habla memoria!

1952. Ocurrencia de un gringo

Los Campeonatos Sudamericanos de Atletismo, cuya primera disputa data del año 1907, tuvieron un origen curioso.

Por Redacción EG ·

05 de febrero de 2020

Existía en ese entonces — en el año 1907 — un divorcio perfectamente definido entre los dos grupos que practicaban el sport del atletismo. Aquel regenteado por los ingleses que se agrupaban en la Association Athletic Amateur of the River Plate, que venía a ser algo así como una federación de carácter rioplatense en la que se contaba también el club Peñarol de Montevideo y el otro formado por bohemias instituciones criollas que a falta de local y campos deportivos solucionaban sus problemas usando como cosa propia las calles y paseos de la ciudad para pista de entrenamiento y competencias.

La diferencia en la estructura institucional de estos dos grupos se notaba también evidente en el producido de sus atletas. Mientras aquéllos — el grupo de los "gringos" — practicaban pruebas técnicas de saltos y lanzamientos y competencias de pista que no iban más allá de la milla, el que agrupaba a los criollos se despachaba con una generosidad alarmante carreras de marathon o de kilometrajes más o menos perecidos, con alguna que otra incursión en 800 metros, pero sin intervenir para nada en las pruebas de campo o de barreras, como se denominaban entonces a las vallas.

Las relaciones no eran del todo cordiales sin alcanzar empero a 18 tirantez, pero lo cierto es que cada uno seguía trayectorias completamente distintas. La A. A. A. of the River Plate tenía como base de sus actividades unos campeonatos nacionales perfectamente organizados y los concursos ferroviarios, que fueron las primeras manifestaciones con proceso de continuidad realizadas en nuestro historial atlético. A más de ello Prestaba su concurso en los campeonatos universitarios, con lo que sí formaba una programación anua, que se entendía entonces por bien aceptable. El otro sector, cuyos puntales eran los clubs Velocidad y Resistencia y Sempre Avanti, organizaba carreras, Pero 11° torneos completos.

Imagen Noemi Simonetto, el más destacado valor femenino que produjo nuestro atletismo, es a la vez la atleta que más victorias conquistó en la historia de estos compromisos internacionales.
Noemi Simonetto, el más destacado valor femenino que produjo nuestro atletismo, es a la vez la atleta que más victorias conquistó en la historia de estos compromisos internacionales.

Las necesidades de la confrontación internacional todavía no habían entrado en las inquietudes de aquellos dirigentes, cuando de buenas a primeras un señor Towers, presidente del directorio de las Aguas Corrientes de Montevideo, interesa a otros miembros de la colectividad británica residentes en ésa y resuelve organizar el primer concurso internacional a realizarse en Sudamérica. Para ello encomienda a la A.A.A. of the River Plate y es la filial de la Y.M.C.A. en Buenos Aires que invite a todo aquel atleta que quiera concurrir, costeándose los gastos de pasaje y permanencia. Otro tanto hace con la filial de Río de Janeiro, y como no es posible conseguir el concurso del atletismo chileno, que formado por la colectividad germana es el único real-mente fuerte en la América del Sur, se resuelve que puedan intervenir los europeos en representación de su país de origen, con lo que estos titulados "Primeros Juegos Olímpicos Sudamericanos" tuvieron un concepto algo más isla que el que se desprende del título.

El concurso se realizó en la ciudad de Montevideo en el mes de marzo del año 1907 y significó el primer triunfo internacional de nuestro atletismo, pues alcanzamos a totalizar 37 puntos contra 32 del Uruguay y 7 del Brasil. A Inglaterra se le anotó la victoria lograda por A. Gunn en el lanzamiento del martillo, donde el nombrado asumió sin otro mandato que el de su propia voluntad la representación del deporte de su patria. El equipo argentino estuvo formado por valores de la A.A.A. con exclusión del otro grupo, que no tuvo en la programación ninguna competencia ajustada a sus inclinaciones, pues la distancia mayor fue la de 1.500 metros. Anotamos como originalidad que sobre esta misma distancia se disputó una posta de seis integrantes.

Al año siguiente la A.A.A. suspende sus actividades rectoras y quedamos huérfanos de institución directiva de nuestro deporte, pero sin embargo se pudo organizar con comisiones designadas al efecto la Olimpíada del Centenario, que bien puede entenderse como el segundo campeonato sudamericano, ya que estuvieren presentes los valores más representativos de Chile y Uruguay, invitados especialmente en conmemoración de nuestra fecha patria.

En esta oportunidad el triunfo lo compartimos con Chile, ambos con 50 puntos, pero bueno es destacar que el atletismo trasandino nos mostró una figura de relieves extraordinarios en R. Hamersley, padre del que fuera hasta hace pocos años primerísimo valor del tenis chileno. Hamersley intervino en ocho competencias, triunfando en seis de eles. Se impuso en los 100 metros, saltos en alto con y sin impulso, garrocha y las pruebas de largo. Además se clasificó segundo en 110 metros con vallas y cuarto en lanzamiento de la bala.

Imagen Valerio Vallania y Luis Angel Brunetto fueron durante muchos campeonatos nuestros más sólidos argumentes de victoria conjunta.
Valerio Vallania y Luis Angel Brunetto fueron durante muchos campeonatos nuestros más sólidos argumentes de victoria conjunta.

Con el correr del tiempo se constituyó una Federación Pedestre, que tuvo poca vida por lo limitado de sus actividades, y en el año 1919, al formarse la Confederación Sud-Americana de Sports Atléticos, fuimos invitados a ingresar en ella siempre que nuestros clubs se reuniesen en Federación. No fue posible hacerlo y por ello perdimos el derecho de participar en el primer campeonato organizado por esa novel institución. Recién fuimos parte de ella al año siguiente y concurrimos entonces al certamen realizado en Santiago de Chile, donde bien pobre fue nuestra intervención frente al sólido y aguerrido equipo local.

En el tercero de estos campeonatos tuvimos la responsabilidad del dueño de casa, y en ese certamen, realizado en San Isidro en 1924, mostramos una sorprendente evolución en todos los aspectos técnicos que nos facilitó una victoria clara y convincente de que las improvisaciones no pueden ser argumento de satisfacciones colectivas. Desde entonces supimos de triunfos y derrotas. Muchas veces se rompió el equilibrio de nuestros conjuntos, pero entendemos beberlo recuperado en el Campeonato realizado en Río de Janeiro hace cinco años. Y con esa ilusión vamos a la lucha que se iniciará mañana en la pista de River Plate.

 

 

Por Alberto Salotto (1952).