¡Habla memoria!

1969. Mario Boyé finaliza su historia

El regreso a Boca. El retiro definitivo. El paso por la Selección... Wembley... los grandes recuerdos que quedan, los afectos que no se olvidan. La última entrega de la vida de Mario Boyé, por Ardizzone.

Por Redacción EG ·

28 de enero de 2020

"Ya lo tenía decidido" —dice Mario ahora—. Y estoy convencido que ese gesto irritado que ensaya ahora debe ser la copia fiel de aquel que reflejó su contrariedad de entonces... "¿Vos te imaginás lo que significaba Boca para mí? ¿Concluir mi carrera con la primera camiseta que me puse de purrete...? Pero las cosas no andaban bien y las relaciones menos... Ya me estaban buscando reemplazante; trajeron a Pentrelli, no me ponían... ¿Yo iba a aguantar eso...? Ya te lo dije antes... Soy capaz de agarrar una asadera de pizza y vestirme de mozo, pero el orgullo es mío, y ése no me lo toca nadie... Y así fue... Una tarde del mes de marzo del cincuenta y seis me fui a entrenar, corno siempre... Le pegué dos vueltas a la cancha, pero con la cabeza en otra cosa. ¿Viste cuando tenés una preocupación, un balurdo que te trabaja el melón...? Y me paré. Y me dije... Esto se acabó... Volví al vestuario y lo vi al pobre Martín, que había estado tanto tiempo de titilero conmigo... "Martín —le dije entre cabrero y dolorido—. Mira... ahí tenés los botines míos... Dáselos a algún pibe de las inferiores, sí te parece... Por ahí le sirven... Yo no juego más al fútbol..." ¡Pobre Martín...! Se puso más triste que yo... ¡Si habrá empujado goles míos desde atrás del arco del contrario... ¿Te acordás las costumbres que te-nía...? Y ahora, después de tantos años, te puedo asegurar que es fulero largar este juego... Yo tenía treinta y tres años, pero de fierro, fuerte como siempre, sin lesiones, sin problemas de ningún tipo... Pero... ¿podes admitir que te avancen, que te lleven por delante, después que fuiste alguien...? ¿Iba a aguantar por los 18.000 pesos por mes como beneficencia...? Yo quiero jugar, y como no juego, me voy. Y como ésta es la primera vez que estoy de regalo, largo el fútbol... Y se acabó. ¿Si aguan-té bien? Más o menos... Preguntale a Elsa, a mi mujer... Por un tiempo anduve mal... Como ocurre con las costumbres que tenés desde hace tiempo y que de golpe se cortan... La cancha, la gente, la pelota, la vida que de pronto se te cambia, se te hace distinta. Pero poco a poco me fui resignando, conformándome con mirar los recortes, como hacen los viejos... Un día me vinieron a hablar para trabajar de técnico... No sé si vos te acordás... Fue en el año cincuenta y nueve... El club Flandria, de Jáuregui... ¡No sabés cómo le agradecí a esa gente modesta que pensara que yo podía serle útil. I Ahí estuve poco menos de un año... En el 60, cuando el Lucho Sosa entró como técnico en Boca, me mandaron a llamar para trabajar como manager, según el título que me dieron... Formaba parte del cuerpo técnico junto con D'Amico. Viajaba. Iba a ver jugadores... Pero, tampoco era la mía ¿me entendés? Hasta que por algunas cosas, me abrí de Boca otra vez... en el año sesenta y uno... Pero, ¿querés que te diga una cosa...? Que en el fútbol te ocurre lo mismo que a esos viejos marinos que no pueden despegarse de los barcos ni del río... Esos viejos que vi tantas veces pasearse por los muelles de la Boca como si quisieran seguir siendo lo que fueron... El fútbol te tira, al margen de la guita... ¿entendés?... Y como ya no podés jugar, vas a querer seguir ahí cerca para enseñar algo, para dar algo de lo que vos aprendiste... Fíjate, vos, en los equipos en que yo trabajé... Flandria, Temperley, All Boys, Tigre, Deportivo Morón... Por eso te digo, no es sólo la fama o la plata que te pueden pagar... Es vivir otra vez, aun cuando estés encanado en el banco, aunque no podés controlar las ganas de entrar en la cancha... Pero, estás cerca... Estás ahí, como en la de antes... Podés vivir la alegría de ganar, la bronca de perder, el entrenamiento, la charla, el sueño de los pibes, el consejo que les podés tirar, la fuerza que hacés con ellos... Por eso sigo... Por eso estoy ahora en Chicago...

Imagen ¨Ahora me hice bacán¨ -dice Mario-… ¨Le pego a la pelotita, pero no sé ni medio… El que conoce bien de este asunto es René. Pero ese gana a cualquier juego…¨
¨Ahora me hice bacán¨ -dice Mario-… ¨Le pego a la pelotita, pero no sé ni medio… El que conoce bien de este asunto es René. Pero ese gana a cualquier juego…¨

Imagen Boye Mario con Maria Luisa Santes, el goleador también fue galán de cine. Actuó en ¨Con los mismos colores¨.
Boye Mario con Maria Luisa Santes, el goleador también fue galán de cine. Actuó en ¨Con los mismos colores¨.

 

LA CASACA ARGENTINA...

"Mira... Yo tuve la suerte de jugar al lado de tipos fuera de serie... En un gran seleccionado que vos lo formabas a la noche y al otro día era equipazo... Te reconozco que ahora muchos de los países de América, ahora están avivados en fútbol, tal vez porque los hemos avivado nosotros mismos, pero entonces nosotros podíamos formar tres selecciones... ¿Sabés cuáles eran las instrucciones del finado Stábile...? "Muchachos, no hagan chiches... Vamos a jugar en serio..." ¿Qué otra cosa podía decir? Cada uno que la agarraba hacía cualquier cosa... ¿Sabés para qué estaba yo en la punta? Para terminar la linda que hacían ellos... Porque las de ellos eran todas lindas... ¿Quién marcaba a Moreno y a Loustau? ¿Quién lo paraba al Tucho? Me acuerdo de aquel Sudamericano Extra de Guayaquil, en el 47... Gambeta, el marcador uruguayo, ya enloquecido por el baile, le dio al Charro con el palo de la bandera del corner... Esa vez, cuando estaba el coronel o mayor Ducó en la A.F.A. se formó el equipo con un plebiscito popular... ¡Si había jugadores para regalar...! Y el ataque que salió elegido fue Boyé, Méndez, Pontoni, Moreno y Loustau... De suplentes iban Cerviño, que también era wing goleador; Fernández, Di Stéfano, Campana, Sued... ¡y los que quedaban afuera!

Imagen El ataque del 47 en Guayaquil… Ahí está Alfredo Di Stéfano, que se alternaba con Pontoni… Yo estaba para terminar la linda que hacían ellos –dice Boyé- . Ellos son: Méndez, Moreno y Loustau, más Alfredo y más Pontoni.
El ataque del 47 en Guayaquil… Ahí está Alfredo Di Stéfano, que se alternaba con Pontoni… Yo estaba para terminar la linda que hacían ellos –dice Boyé- . Ellos son: Méndez, Moreno y Loustau, más Alfredo y más Pontoni.

En ese Sudamericano hicimos goleadas... a Bolivia 7 goles, a Paraguay le metimos seis y el partido terminó con una bronca bárbara, con los veintidós a trompada limpia... Con Perú, otro lío también... Y la final, que era para decidir, fue contra los uruguayos, que siempre fueron los enemigos... Fue ese el partido del baile a Gambeta. A mí me tocó Tejera, que andaba con varios kilos de más... Ganamos tres a uno con un toque bárbaro... Pero, ya te dije... El toque que daban ellos, —no yo—, sino esos monstruos que la rompían... Yo estaba para terminarla. Y salimos campeones, con toda la tribuna en contra... Fuimos campeones del 46 en el Sudamericano que jugamos en Buenos Aires cuando fui expulsado en Paraguay... Campeones en Chile en el 45, aunque yo no era titular... Campeones por mejores y por otras muchas cosas... Por jugadores y por hombres también... Capaces de jugársela en cualquier parte y bancar la que venga... ¿te das cuenta...? Tipos como el Charro, como Adolfo, como Perucca, como René, como Perico Marante... Y además un amor propio para querer la camiseta... ¿Cómo te puedo explicar...? Eran cracks, consagrados, cargados de fama, pero querían jugar... ¿Vos conocés aquel asunto de Capote De la Mata...? Aquel de Chile, en el 45... Vicente era un fenómeno, pero don Guillermo no lo quería por la gambeta y prefería al Tucho, también fue como suplente... Entonces era como ahora... Lo peor que le podías hacer a Capote era ponerlo de wing... Me acuerdo que en un asado, mientras Adolfo cocinaba —porque Pedernera siempre tuvo esos berretines—, lo cargaba a Vicente...: "Mirá que vas a entrar de wing, Vicente, que ya está el Tucho de 8..." Y Vicente lo quería pelear a Stábile... Llamalo como vos quieras, egoísmo, orgullo, pero lo principal era que nadie quería quedar afuera, que todos se sentían con alma de titulares... En el Sudamericano del 46 me echaron por una plancha que le metí a Villalba, un puntero izquierdo paraguayo... Y te juro lloraba de bronca... Y no te vayas a creer que te ibas a armar con la guita que te daban entonces en la selección... Cuando fuimos a Guayaquil, en reunión de jugadores, pedimos 3.000 pesos de premio si salíamos campeones... ¿Y sabés qué nos dijo Ducó, qué declaró en todas partes...? Que eramos mercaderes del fútbol, que teníamos que agradecer el honor de representar al país, que teníamos la obligación de jugar gratis..." La selección era el sueño de todos, era la distinción más grande a que un jugador podía aspirar..."

Imagen Boyé, Perucca, Pescia, Pontoni, Cozzi, Loustau, Sobrero, Sastre, Yacono, Stábile, Méndez y Colman. Sudamericano 1947.
Boyé, Perucca, Pescia, Pontoni, Cozzi, Loustau, Sobrero, Sastre, Yacono, Stábile, Méndez y Colman. Sudamericano 1947.

 

WEMBLEY

Después... los tiempos fueron cambiando... Y con los tiempos, también el valor de la guita... Cuando ya volví de Italia y entré en Racing, aquellos 3.000 mangos de Ducó por un Sudamericano ya eran chirolas... Por ahí vino lo de Wembley... Perón se entera quién sabe por quién que allá los ingleses eran invictos... y quiere ir a ganarles... ¡Listo! Enseguida se fabrica el clima para ir a jugar allá... ¿Sabés qué decían? Que no sólo le mandaríamos carne si-no también fútbol... Se hablaba de un Cadillac de premio a cada uno si ganábamos, que se haría una colecta popular para recaudar los fondos... ¡Mirá vos, un Cadillac para cada uno...! Pero, ¿vos te creés que los ingleses nos tenían en cuenta?... Ni medio. Para ellos, éramos como pobrecitos... Y hasta Wembley te achicaba con la imponencia... Pero, a pesar de todo, te juro que en un momento llegué a pensar que conseguíamos la hazaña de ganarles... Aun dándome cuenta que estábamos en desventaja, que no teníamos la preparación de ellos, que nos robaban en potencia, en velocidad, anticipo, en pique... Y que, además, jugaban bien... Pero, calculá, nos pusimos uno a cero... Uno a cero allá en el país de ellos... De ése que no me voy a olvidar nunca en la vida... Iban como 17 minutos... Se van por la izquierda Labruna y Loustau..., ¿viste cómo hacían ellos?... Llega Angelito al fondo mientras yo venía entrando a la carrera por la otra punta... Angel saca el centro pasado, fuerte y cuando la vi; le encajé el frentazo con toda la fuerza del melón y del alma... ¡Fue un Bolazo!... Y a partir de ahí, ¡ni te quiero contar!... Fue el aluvión, ¿viste una catarata?... Una cosa impresionante... Entraron a correr los yonis como si el partido empezara recién... Nos pasaban por arriba. Se lastima Colman y entra Allegri... Se desgarra Bravo, y como ya no se podía hacer cambio, paso yo como nueve... Estábamos muertos. Y el Bigote Rugilo entra a hacer de todo... Pero, ¡de todo!... Todos los yonis contra él... Faltan 13 minutos... Trece minutos, ¿te das cuenta? Y estos corrían como si nada... Al final, el gol de ellos... Wembley se te caía encima... El invicto ya lo habían salvado... Hacíamos tiempo. Rugilo la tenía media hora, pero el partido no cambiaba... Y sobre la raya llegó el segundo, para mí en offside... Ahora, ¿vos te crees que el referee, allá, lo iba a anular?... Gol inglés y se acabó... Ese día me di cuenta lo que significaba la desventaja nuestra en la preparación física... Parecían aviones... Cuando un yoni pasaba al lado de Gutiérrez, y eso que el petiso era un fenómeno para jugársela, te daba la sensación de ver a un gigante contra un enano... Ganábamos con habilidad, pero perdíamos en recursos físicos... Era la gran diferencia... Nosotros que esperábamos la pelota y ellos que la iban a bus-car... Te pongo el ejemplo del partido que jugamos en Irlanda, después del de Wembley... Nunca vi a un jugador hacerse un picnic como el de Loustau con el marcador que le tocó ese día... Pistola arrancaba en velocidad y después le metía el freno. Y el grandote se iba detrás de él sin pelota hasta cl alambrado, mientras Labruna se la llevaba... Pero, a pesar de nuestra mayor habilidad, apenas si ganamos por un gol de Benavídez... Es que ya empezaba la otra época del fútbol... Empezaba el progreso de la preparación física, el balurdo de las tácticas... La mejor demostración de eso la tenés cuando en el 52 vamos a España... San Lorenzo, en el 46 gana por goleada y nosotros apenas si pudimos hacer un gol, aquel del Beto Infante, por un error de Ramallets...

Imagen En la concentración de Guayaquil… Las caras que no se olvidan… Loustau, Di Stéfano, Marante, Perucca, el ¨Tucho¨ leyendo ¨Crítica¨, Pescia, Oscas Sastre, Diano, Pontoni, Moron, Sobrero…
En la concentración de Guayaquil… Las caras que no se olvidan… Loustau, Di Stéfano, Marante, Perucca, el ¨Tucho¨ leyendo ¨Crítica¨, Pescia, Oscas Sastre, Diano, Pontoni, Moron, Sobrero…

 

FINAL

Por aquí han pasado los recuerdos de un hombre... De un hombre que llegó a ser famoso hace ya unos cuantos largos años... No hemos pretendido dibujar el arquetipo ni reforzar sus perfiles, ni limarle las impurezas, ni disimular sus imperfecciones.... Todo surgió de su relato, por momentos impulsivo, chispeante, cargado de orgullo, por momentos sentido y tristemente nostálgico... Pasó el chiquilín con sus sueños blancos, pasó el muchacho con sus ambiciones jóvenes, pasó el hombre con su madurez, sus sinsabores, sus alegrías, sus éxitos, sus contrariedades... "No me vayas a poner ante los pibes de ahora como un ejemplo... La vida fue, es y seguirá siendo... Yo hice lo mío, los que están y los que vienen harán lo de ellos" —me recomienda Mario filosóficamente... La Boca... El lomo manso y viscoso del Riachuelo... Han pasado ya casi cuarenta años... Estos cuarenta años que hemos dispersado aquí en un montón de recuerdos y de evocaciones... Ahora ¡chau, Mario! Dicen que el pasado sirve para poco, pero de todos modos, para los que somos de otro tiempo, vale la pena volver a recordar las calles viejas, aunque sea de tanto en tanto... Charlando así, como ahora...

 

 

Por Osvaldo Ardizzone (1969).