¡Habla memoria!

1929. Ismael Morgada tiene alma de cómico

Por Borocotó. El wing de Gimnasia y Esgrima La Plata, integrante de aquel equipo que quedó en la historia como “El Expreso”, es su faceta de artista, milonguero y cómico. Todo un personaje.

Por Redacción EG ·

24 de enero de 2020

Saco negro, pantalón de fantasía, zapatos de charol y chambergo claro de ala caída sobre los ojos. Un andar compadrón como si tuviera resortes en las rodillas, como si al pisar fuera recogiendo pelotas de sobrepique.

 

Imagen CUANDO MORGADA, el popular winger del Gimnasia y Esgrima de La Plata, llegó al Parque de los Aliados, en Montevideo, acompañado por varios titulares del team que disputaría la copa Newton y por los enviados especiales de nuestra revista, se separó súbitamente del grupo, se peló el saco, agarró una pala y solicitó que lo fotografiáramos. — “Che, sacame una instantánea''. — “¿Y si te saco una pose?..." — "Pose no, porque no sé si aguanto tanto tiempo en el laburo..."
CUANDO MORGADA, el popular winger del Gimnasia y Esgrima de La Plata, llegó al Parque de los Aliados, en Montevideo, acompañado por varios titulares del team que disputaría la copa Newton y por los enviados especiales de nuestra revista, se separó súbitamente del grupo, se peló el saco, agarró una pala y solicitó que lo fotografiáramos. — “Che, sacame una instantánea''. — “¿Y si te saco una pose?..." — "Pose no, porque no sé si aguanto tanto tiempo en el laburo..."
 

Cuerpo bailarín, flexible, que se dobla, pero no se rompe, que cae y rebota. Chamuyo bolichero, sobrador, plagado de dichos, impregnado de recuerdos de parlamentos sainetescos. Tiene pinta de compadrito de utilería y alma de cómico. Quisiera vivir siempre entre telones encarnando los malevos de Vacarezza; quisiera hacer driblings en los camarines y recoger el pase del apuntador para cortarse solo en el escenario y hacer goal en el arco de la platea: Equivocó el camino. El azar lo llevó a ser futboler y a laburarla de oficinista nacional. Pero se resiste contra el destino y de vez en cuando hace lo que quisiera hacer toda la vida, y aparece en las tablas del cine "Progreso", de Beriso, mostrando el mango plateao de un puñal inédito, mandando el bolero a la nuca de un tinguiñazo, y despachándose los parlamentos aprendidos de memoria en los ensayos:

"Era una paica papusa

retrechera y rantifusa

que aguantaba la marruza

sin protestas hasta el fin... "

La barra aplaude, y Morgada, por unos minutos, vive su vida interior; se engrupe a sí mismo y confunde el escenario mistongo y la sala fulera con los del Nacional, field en donde convergieron sus sueños de artistas. ¡Qué le importa que la función sea de esas que se denominan "velada y baile"!

Desde el potrero de sus aficiones piensa en el estadio olímpico en donde quiso actuar y no pudo, pero en el que actúa con la imaginación.

 

Imagen  Ismael Morgada debutó en Independiente pero su nombre se hizo grande en Gimnasia y Esgrima La Plata.
Ismael Morgada debutó en Independiente pero su nombre se hizo grande en Gimnasia y Esgrima La Plata.
 

EL CUADRO PILODRAMATICO

Se denomina "Pablo Podestá" y lo dirige Ernesto Guruciaga, aquel centro forward de Gimnasia y Esgrima que se fracturó una pierna jugando contra Independiente. En ese cuadro, que la va de filo y pico, Ismael Morgada es artista. En su compañía, como en el Nacional, todos son primeras figuras, pero en los repartos el winger siempre liga los compadritos. No sólo por la pinta, sino que también por la disposición, por la manera de "sentir", Morgada se hace acreedor de los galanes de pañuelo al cuello. No tiene que empilcharse distinto para "hacer el tipo". Se pela el yuguillo y se manda la golilla: lo demás forma la vestimenta diaria, y la cara... no precisa caracterización. Para mejor, siempre está haciendo la guiñada. Está condenado a la guiñada eterna. El ojo izquierdo, desde un golpe de aire (confesión suya) sufrido a los catorce años, le ha quedado con el párpado a media asta. Después, ya de grande, le dieron una patada en la nariz que se la torcieron para el lugar del ojo tumbado, como si el que aplicó el biabazo quisiera haber acercado la pernacha al ojo entornado para que éste no la perdiera de vista. Pero esta falla de la cara le favorece al artista en sus papeles predilectos, porque el gesto se torna más sobrador, más insinuante y define más el tipo...

¡ES UNA PAPA LA VIDA DE ARTISTA!

—Yo quisiera que todas mis hijos fueran artistas — me confesó hace algunos días—. Me embromarían si les diera por jugar al fútbol. La vida de artista es una papa. De pronto sos rico y te quedás en la vía. Agarrás un contrato bueno y morfás seguido todos los días, y cuando te crees que las milanesas las vas a tener siempre a mano, ¡zás!, la temporada está mal y te tenés que venir a Buenos Aires patinando por la vía del tren. ¡Es una papa la vida de artista! Te acostumbras a todos los goles. Por eso me gustaría que mis hijos fueran cómicos

— ¿Y cuántos pibes tenés?  

—Ninguno.

—Entonces, ¿por qué hablas de hijos y más hijos?...

— ¿Qué querés? Yo la voy hinchando desde ahora pa' cuando los tenga.

Siguió charlando de teatro. Comenzó a largarme parlamentos de los personajes que había interpretado y a cada momento interrumpía sus relatos con la misma expresión. "Es una papa la vida de artista". En ella encerraba sus anhelos no cumplidos y ella sigue encerrando las esperanzas que se desvanecen en el correr del tiempo sin llegar a desaparecer.

 

Imagen Morgada: "A veces estoy laburando de artista y cuando me dispongo a mandarme una versada, me gritan: "¡Tripero patadura!" Calculate vos: me cortan el hilo y ya ni oigo al apunte. Todo eso es fulero."
Morgada: "A veces estoy laburando de artista y cuando me dispongo a mandarme una versada, me gritan: "¡Tripero patadura!" Calculate vos: me cortan el hilo y ya ni oigo al apunte. Todo eso es fulero."
 

¡…Y QUE FAMILIA!

Toda gente buena; todos con alma gaucha. Abiertos como campo ajuera, derechos como palo d'escoba, cordiales como un abrazo y más tangueros que ortofónica de boliche. Son nueve hermanos. Ismael es el segundo de los mayores y tiene un hermanito al que le lleva veinte años porque éste tiene seis. Todos son milongueros. Hasta el viejo se manda de vez en cuando sus alfajores y medialunas, tanto como para desentumecer las tabas. Pero quien hace el tren a la familia es un pibe de diez y seis años que es el tango hecho carne y a quien Ismael presenta con orgullo, como si mostrara a una visita el escudo nobiliario.

El tango es lo que va más hondo en el corazón de los Morgada. Para Ismael es su segundo berretín. Recién, en tercer orden, viene el fútbol. Primero el teatro y después la milonga. Es el único futboler de la familia. Los demás no le han llevado el apunte al zapallo inquieto; no le han dado beligerancia a los driblings sobre el pasto.

NO HABÍA MAS REMEDIO

Ismael es derecho, no sólo sos intenciones, sino que en sus habilidades. Nunca había jugado de izquierda y menos de winger. Su puesto no estaba entre los zurdos, y aunque patea con facilidad de izquierda, lo puede hacer mejor de derecha. Pero la suerte siempre lo llevó por la otra pata. Cuando tenía catorce años recibió ese golpe de aire de izquierda que le dejó con la guillada; más tarde la patada recibida en la nariz le tumbó el naso para el mismo lado, y cuando llegó a los veinte años, el zurdo del pecho comenzó a inquietarse y Morgada se largó un parlamento amoroso que cinco años más tarde fue epilogado con su casamiento. Estaba escrito. Su vida tenía algo de ese letrerito que dice: "Conserve en izquierda". Y un día en que el winger izquierdo de Gimnasia y Esgrima no se desempeñaba bien, Morgalla fue corrido al puesto que hoy ocupa. "¡Qué le vas a hacer! — me dijo.—La suerte me inclinó siempre para ese lado para que no fuera de contramano".

 

Imagen Ismael Morgada fotografiado por la publicación en 1934
Ismael Morgada fotografiado por la publicación en 1934
 

PINCHARRATAS Y TRIPEROS

"Yo no les tengo bronca a los pincharratas. Los muchachos de Estudiantes de La Plata son buenos amigos míos. Los que arman líos son los hinchas. Mejor sería que se suspendieran esos partidos. Originan muchas broncas. A veces estoy laburando de artista y cuando me dispongo a mandarme una versada, me gritan: "¡Tripero patadura!" Calculate vos: me cortan el hilo y ya ni oigo al apunte. Todo eso es fulero.