¡Habla memoria!

1969. Mario Boyé continúa con la historia…

Boyé se va de Boca para llegar al Genoa. La famosa ¨fuga¨ después de convencer a los carabineros en el aeropuerto de Roma. Su arribo a Racing, la histórica final con Banfield y su gol más impopular.

Por Redacción EG ·

23 de enero de 2020

ITALIA...

El Génova... Dos palabras que a Mario "le duelen"... Porque a raíz de su brusco y prematuro regreso comenzó a circular el comentario malévolo atribuido a su fracaso e incluso a esa "fuga" con ribetes de novela en la que no faltó la insinuación de las montañas le liras subrepticiamente ocultas en la maleta... Por eso mientras ordena los recuerdos se remueve nerviosamente en la silla... "¿Fracaso...? Eso lo dijeron los que me querían mal... ¿Qué iban a inventar...? Y..., Boyé se vuelve porque allá no pasó nada... ¡Claro! Para esos tipos volvía a ser el tronco... Y, además, le agregaban que me había plantado con toda la guita, con no sé cuántos millones... Todo grupo, todo invento... Yo me fui de Italia cuando había ganado, cuando había conseguido adaptarme, cuando ya era el ídolo de la gente, por mi manera de jugar y por los goles que marcaba... Me acuerdo que jugamos un partido contra el Roma, y ese día me pasé, me salió un partido bárbaro... Primera plana en los diarios, en las revistas... "BOYE CONTRA TODO EL ROMA", decían los títulos... "BOYE, FUORA DI SERIE..." Hasta me la rebuscaba en el chamuyo, aunque era vasco... Pero, ¿viste? En la Boca se me había pegado un cacho del genovés y le daba para adelante... Ya me gustaba, me gustaba para todo, para vivir y para ganar guita, porque allí las liras ya corrían grandes..., ¿me entendés? Pero vino la bronca... Mi mujer, la Elsa... Mi vieja aguantaba bien, pero con mi mujer no había caso... La nostalgia, la familia, la hermana, las cosas de aquí... La pobre no se sentía bien y en un caso de ésos, ¿qué te queda por hacer...? Era la de todos los días, ¿comprendes? Hasta que un día me decidí, un poco cabrero, pero me decidí... "Vos y la vieja se van a Roma, sin decir ni medio, sin que nadie se dé cuenta —le dije a mi mujer—. El equipaje lo mando por separado y me esperan allí hasta que llegue yo." Al único que se la conté fue a Avallay, pero ése era de fierro... Y una noche me pianto, sin hablar una sola palabra... Llego a Roma y a la sordina me voy a la embajada argentina a gestionar la visa del pasaporte. Yo, como un otario, pensaba... ¿Cómo se van a enterar en Génova que me voy? ¿Quién se lo va a decir a los dirigentes...? Ya tenía los pasajes, la visa, los bagayos... Tenía todo... En uno de esos días voy una noche a un boliche y me encuentro con Juan Carlos Lamas, ¿te acordás del que cantaba con D'Arienzo en el Chantecler?... Y, heno, se la conté... "Vos sos loco —me díce—. Se te va a armar una bronca bárbara, porque estos tipos del Génova ya la deben saber por la oficina de aviación, por algún tipo de la embajada..." ¿Qué iba a hacer? A la mañana siguiente hay que partir y vamos a la compañía de vuelo... ¿Te imagines cómo estaba? Temblando, mirando para todos los costa-dos, desconfiando de todos los que me miraban... Estábamos en la K. L. M. de Roma, y allí me encuentro con un cura franciscano, argentino, que me conocía de Buenos Aires... Y él me la cuenta..., que ya los del Génova estaban enterados y que de un momento a otro iban a llegar a Fiumicino... ¿Y qué ibas a hacer? ¿Piantar? ¿Adónde? Ya había mandado el equipaje por barco, como quince valijas con todas las cosas que se había comprado mi mujer... Y como a la hora, caen los carabineros... Eran tres y un capo, que para colmo eran hinchas del Génova... "¿Boyé?", me pergunta el tipo. "Sí, Boyé —le hago yo—. ¿Qué pasa?" Todo esto allí en el aeropuerto de Fiumicino, cuando ya faltaba poco para embarcar... "Me tiene que acompañar", me dice el tipo, y los dos carabineros me cazan de los brazos para arrancar... ¡Calculé mi mujer y mi vieja...! ¡Me quería pelear con todo el país...! Un montón de periodistas, fotógrafos, público... "Vamos a la Aduana", ordena el capo. Y le bate a los otros dos: "Hay que bajar las valijas del avión". ¿Qué valijas? —pensaba yo—, si ya estaban en alta mar... "Usted tiene que devolver los soldi que se porta via...", gritaba el tipo. "Vamos a demorar la salida del avión hasta tanto usted no devuelva el dinero..., Y te juro que me llevaba unos pocos mangos, que ya estaban casi ganados... Pero dale a discutir con los dirigentes, con el capo de los carabineros... ¿Qué le iba a decir? Que me iba por mi mujer, pero que iba a volver enseguida... "Ma usted no nos puede hacer eso, ahora que es el matatore del equipo..." Y por ahí, me salvo... En el barullo me tropiezo con un funcionario argentino, un tal Danovan, que regresaba a la Argentina por orden de Perón... Y ese Danovan me soluciona todo... Sabía la ley, que nadie me podía impedir el viaje por un convenio que existía entre los dos países... Y otra vez a discutir... Para eso, el avión de K.L.M. esperando con todo el pasaje arriba... "lo ritornero", le batía yo a los tipos... "lo ritorneró", seguía diciendo, mientras cazaba para el avión... Elsa, me decía en castellano... "¿Que vas a volver le prometiste a esa gente? Estás loco... Únicamente con tu mamá, porque yo no salgo más de Buenos Aires..." Y quiero ser sincero con vos... Yo quería volver para ganar plata y para ganar como jugador... Al final, entre promesas, insultos, fotos, declaraciones, me las tomo... El avión despega y se acabó... Pero se acabó Italia. Después iba a empezar la novela..."

Imagen Mario alineado en el Génova... Esta foto se la envió Roberto Avallay, que había quedado allá después de la fuga— Al dorso se leen una palabras afectuosas... "Mario... Gardel fue un fenómeno, pero vos también... Esto va con un gran abrazo al ´bidones´ de Boyé. "
Mario alineado en el Génova... Esta foto se la envió Roberto Avallay, que había quedado allá después de la fuga— Al dorso se leen una palabras afectuosas... "Mario... Gardel fue un fenómeno, pero vos también... Esto va con un gran abrazo al ´bidones´ de Boyé. "

 

LA LLEGADA A EZEIZA

"¿Sabes quién viajaba en el avión? Monseñor Caggiano, que había ido a Roma con motivo del Año Santo... Nunca me voy a olvidar, porque me preguntó por lo que me había pasado y así charlábamos casi todo el viaje. Pero... ¿sabes por qué te nombro a monseñor Caggiano? Para que te des una idea de la revolución que trajo mi partida de Italia... Porque llega el avión a Río, donde hace escala y bajamos... ¡Qué sé yo la cantidad de periodistas, de fotógrafos, de gente que había... Y sin darle importancia le dije a mi mujer... "Estos cosos están aquí por monseñor..." Algunos lo entrevistaron, pero yo no sabía que el barullo era por mí... Ya habían entrado a caminar los cables... "La fuga de Boyé", batían todos. Meta fotos, meta preguntas... Que yo me había piantado con toda la guita, que en Italia todos los diarios habían publicado la noticia, que en Buenos Aires había un comentario bárbaro... Que ya todos sabían que me iba a Colombia con mi cuñado Pontoni, para jugar en el Santa Fe... Y eran todos grupos... Es cierto que le había mandado una carta a René mangándole laburo, pero no me había contestado nada todavía. , "¡Mira qué programa nos espera en Buenos Aires!", le dije a mi mujer. ¿Sabes lo que era Ezeiza? Más de mil personas esperándome... Algunos de Boca, otros por el asunto de la fuga, por la guita que me había traído... Estoy seguro de que había tipos que estaban esperando que me encanaran en la Aduana, porque hablaban de estafa, de robo... Y me muestran los diarios italianos y algunos argentinos... "Boyé in fuga verso a l'Argentina", con un título a todo trapo... "Italia te a dato da mangiare..." Allí también le gané en popularidad a monseñor Caggiano, porque todo el lío era conmigo... Y después de enterarme de todo eso por Mario Russa, el que dirige la revista Boca, me agarró la bronca. Ahora sí que no vuelvo más a Italia —me dije para mí—. Sólo faltaba que me decreten la captura en mi propio país... Me acordaba de algunas de las cosas que me habían dicho allá en Fiumicino antes de partir y cada vez me embalaba más... "Argentino moda di fame", "Maiale", "Bidone"... ¡Qué sé yo...! Pero no pasa nada en Ezeiza, ¿qué podía pasar? Y cuando lo veo a Mario Russa, me dice que tenía que hablar seriamente conmigo... Vamos a la casa de mi suegro, en Triunvirato y Monroe... Y ahí me entero por Russa... "El ministro Cereijo quiere hablar con vos —me dijo—. A las 7 de la mañana te espera en el Ministerio". ¿A las siete? Se habían hecho ya como las cinco de la madrugada entre la charla y el acomodo de las valijas... ¿Quién se levantaba? Y no fui. Lo dejé para el mediodía. A las doce me mandaron un coche del ministro y fuimos con el vicepresidente de Racing, que entonces era Lira, a la quinta de Cereijo, allá en Ezeiza... Me acuerdo que cuando llegamos se estaba bañando en la pileta... Era verano...

 

Imagen Boye Mario con Pascucci en las calles de Genova.
Boye Mario con Pascucci en las calles de Genova.
 

Me recibió fenómeno y las primeras palabras fueron directas... "Boyé, yo quiero que usted juegue en Racing, por eso lo mandé buscar..." "Macanudo", dije yo. Y además me dice que "el presidente Perón me quería para la selección y que no iba a existir ningún problema con el pase porque él lo iba a solucionar todo con el Génova...". Macanudo —volví a pensar para mí—. Pero..., ¿y la tela? ¿Por cuánta guita voy a firmar...? ¿Sabés cuánto duró el ablande? Un mes chamuyando tres veces por semana... Al final se impuso la mía... ¡Por lo menos que una vez un jugador le gane a un dirigente...! Y arreglamos... Cinco mil pesos por mes —te estoy hablando del año cincuenta— y ciento cincuenta mil de prima... Listo... Todo arreglado. El pase del Génova se arreglaba aprovechando que el plantel de Racing estaba en gira por Francia... Cereijo habla a Europa con Canessa, que era el secretario del club y le indica que haga un partido con el Génova. Se hace el partido en Italia y se recaudan unos 22 millones de liras... Ya tenía todos los asuntos solucionados, hasta el certificado de réditos que Cereijo me otorgó en menos de una semana.

Era jugador de Racing... Y yo conforme. El ministro conforme. Los tanos conformes. Mi mujer más conforme que todos."

 

EL DEBUT EN RACING

"Mirá..., te voy a contar el día que jugué el primer partido con la camiseta de Racing porque es hasta cómico... Después vamos a la final con Banfield... Yo llevaba tres meses parado... y con 86 kilos... ¡Calcula! Ni hablar del debut... Nada menos que se inicia el campeonato contra Boca, en la cancha de Independiente... Y viene D'Amico, que estaba en Racing, y me tantea... Preguntale a don José... "Mire, Mario —dice—, me parece que contra Boca va a tener que entrar usted... Porque se lastimó el "Tucho", Olsen está en la reserva... Además, la gente de Racing quiere que usted juegue..." "¿Que yo voy a entrar en diez días contra Boca...? No, don José —le hago— ni loco entro... Usted sabe que estoy con 86 kilos y me falta fútbol... Además, tengo la obligación de romperla en ese partido, por Racing y por Boca... No, ni lo piense —le dije para dar todo por terminado—..." Y llega el domingo... Voy con el equipo a almorzar y el vicepresidente Lira me tira otra vez la pelota... "Y Boyé..., no se anima?" ¿Y sabés de qué? Tenía que entrar de N° 8, en lugar del "Tucho"... Yo de ocho, ¿te imaginás con 86 kilos y de armador?

Imagen Esto fue en julio de 50... Mario, con la casaca de Racing, en el mismo año del regreso a Italia. La zurda ¨que no era tan de palo¨....
Esto fue en julio de 50... Mario, con la casaca de Racing, en el mismo año del regreso a Italia. La zurda ¨que no era tan de palo¨....

Al final, voy a los vestuarios y veo que Olsen está vestido... Pero viene Stábile y me bate a quemarropa... "Boyé, cámbiese, que juega usted...". Sigo tirando la bronca y más porque me daba pena por el pibe Olsen... Y entonces el mayor Aloé, que estaba en los vestuarios, a quien yo conocía muy poco, me bate como de apuro... Sí, así de última, ¿sabés? "Dígame, Boyé... ¿Usted va a jugar o no...?" Y yo lo miré, como diciendo..., ¿pero quién manda aquí...? ¿Manda éste? Pero, ¿qué iba a hacer? "No se preocupe —me dice Stábile— que Bravo va a bajar un poco para ayudarlo en la media cancha..." ¿Sabe cómo corrí con los 84 u 86 kilos que tenía...? Como un loco... Largaba bilis, pero no iba a aflojar... Y me la rebusqué... No bien, pero me la rebusqué, y por suerte ganamos dos a cero... Fue ese partido que se agarraron Moreno con Rastelli..., ¿te acordás? Después el "Charro" se fue lastimado. ¡Qué jugador José! Para mí, mejor que Pelé... Dicen todos que Antonio Sastre fue el mejor, pero aunque el "Cuila" fue un fenómeno, me quedo con el "Charro"... ¿Vos viste un jugador más grande que ése...? Ese año cincuenta el primer gol lo marqué en la cuarta fecha contra Vélez... Hice dos y ganamos 4 a 3... Y salimos campeones con un equipazo..."

 

LA FINAL CON BANFIELD...

"¿Sabes por qué es lindo recordar esto después de tantos años? Por todas las macanas que entonces se dijeron... Que Banfield iba a menos. Que el partido lo había arreglado Cereijo. Que estaba la orden de arriba... Que era un decreto... Era como el chimento ése de los coches que nos regalaban, de los permisos de cemento que nos daba el ministro... ¿Te acordás? Según la gente, nosotros, los de Racing, éramos los dueños del país... Y yo te voy a decir una cosa... Que del lado de Banfield también se decía un montón de cosas... Que Evita había presionado para que ganara... ¡Miró vos, qué lio!... ¡Qué clima para jugar una final!... Lo único que te puedo asegurar es que Cereijo entró al vestuario y nos prometió la recaudación de los dos partidos si ganábamos... Y eso, ya era un premio bárbaro, como si ahora hablaras de millones... Cancha de San Lorenzo. Primer partido, cero a cero... Porque Banfield tenía un equipo fenomenal, ¿qué te creés? Era chico, por nombre, pero tenía jugadores... Viene el segundo partido... Primer tiempo, cero a cero... Cereijo entra en el vestuario. Aloé, todo el mundo... El ministro está nervioso... Entra a hablar... Que éramos un desastre... Y me dice... "Usted, Boyé, se va a desquitar conmigo si marca un gol, es la única manera en que puede rehabilitarse..." ¿Sabes en qué minuto hice el gol?... En el primero... Cuando volvimos al vestuario, medio enloquecidos, le dije lo primero que me salió de adentro... "¿Vio, señor Cereijo? Me equivoqué... Se me escapó la pierna, ¿sabe? A los malos como yo les pasan estas cosas..." De bronca, porque me había diho que era malo, que no había agarrado una... Fue un golazo. La tocaron Sued, después Simes, después Bravo y después Ameal... Y ahí le pegué el grito... Cuando llegó la pelota, estaba en la punta del área grande en diagonal... Apunté y se la clavé a Graneros... Mira..., aunque te parezca mentira, ese gol que me dio un campeonato, que me dio una de las más grandes, satisfacciones, fue, al cabo, EL GOL MAS IMPOPULAR DE MI VIDA... Sí, ponelo bien grande... EL MÁS IMPOPULAR DE MI VIDA. ¿Vos me preguntás por qué? Porque era el equipo grande que le ganaba al chico, era el equipo oficialista que le había robado un campeonato al más débil... Lo que sí te puedo decir es que a los tres meses de ese partido Cereijo perdía el ministerio. No sé por qué, pero la cuestión es que lo perdió, y por ese entonces se comentaron muchas cosas... El premio que nos tocó a cada uno fue como de 17 mil mangos... Me acuerdo que cuando Sued terminó de hacer los cálculos, le dije... "Ahora «Turco», sí que tenés para comprarte puntillas toda la vida..."

Imagen 5 de diciembre de 1951. Final con Banfield. Después del gol que trajo el tercer campeonato consecutivo a Racing.
5 de diciembre de 1951. Final con Banfield. Después del gol que trajo el tercer campeonato consecutivo a Racing.

 

LA VUELTA A BOCA...

Ese es Mario... Ese que se manifiesta tal cual es, que no podrá controlar sus reacciones, que no omitirá ningún detalle de su relato, aunque algunos puedan trasponer la frontera de la discreción... "Yo te la cuento a vos como fue... No me guardo nada... ¿Para qué voy a deformar las cosas?... No te podés nunca imaginar toda la trascendencia íntima y pública que tuvieron esos dos partidos, todo por los chimentos de la política, de que los resultados se ponían con la mano... Pero te puedo asegurar que, dentro de la cancha, los dos partidos fueron a cara de perro... Uno terminó cero a cero y el otro lo ganamos por un gol... Bueno, seguí en Racing. Fuimos subcampeones en el cincuenta y dos, y segundos con Vélez en el cincuenta y tres... Ya por entonces, el equipo se fue debilitando, las cosas no andaban bien... Yo jugaba, entraba Cupo, después llegó Corbatta, y a mí me dieron en préstamo a Huracán por doscientos mil pesos. Al año siguiente, otra vez vuelvo a Racing... Pero ya la situación era distinta... ¿Viste cómo es? Hay momentos en que tenés que cambiar de lugar... ¡Calcula lo reconocido que le estaba yo a Racing, que me había recibido como un crack al regreso de Italia, que me había dado dos campeonatos, plata, posición!... ¡Pero había que volar! Y ese mismo año, principios del 55, es cuando el "Flaco" Sarlanga me manda a llamar para ir a Boca, otra vez... El "Flaco" era el técnico, después que se había retirado Lazatti... ¡Y el pobre "Piraña", después de tantos años, seguía creyendo en mí...! Ya andaba por los treinta y tres años, pero me sentía bien, fuerte, capaz... Y más con esa camiseta que sentí desde purrete... Me acuerdo que firmé por 18 mil pesos mensuales... Y te la voy a hacer bien corta... Apenas jugué poco más de un año... Anduve bien, mal, regular... Me agarró como un desaliento, ¿viste? Boca había traído a Pentrelli, a veces no me ponían, andaba con problemas... Pero, ¿vos te creés que ese tipo de cosas podían ocurrir conmigo?... ¿Boyé de lástima en un equipo? Ni por toda la guita del mundo... Si yo era capaz de ir a laburar si era necesario. Por eso un día los enfrenté a los dirigentes... "Miren —les dije—, en la guía telefónica hay nada más que seis Boyé, y yo soy uno de ellos... Y Boyé no quiere afanar 18 mil pesos sin jugar... O me ponen o me voy..." Y una tarde de marzo de 1956, tomé la decisión..."

(Continuará)

 

 

Por Osvaldo Ardizzone (1969).