¡Habla memoria!

Alí, bufón y rey

En en 2000, Muhammad Alí fue nombrado deportista del siglo. Razones no le faltan: Cassius Clay combinó histrionismo y talento, coraje y rebeldía. Y pensar que todo empezó porque le robaron su bicicleta...

Por Redacción EG ·

21 de enero de 2020

En los Juegos de Atlanta 1996 fue la estrella de la noche. Se inauguraban los Juegos. Y él, tembloroso por el Mal de Parkinson que lo aqueja, encendió la llama olímpica. Y el mundo lo aplaudió, sabiendo de sus luchas civiles, reconociendo su terquedad, alabando su bravura y rindiéndose a su encanto.

Muhammad Alí vino al mundo como Cassius Marcellus Clay en la pequeña ciudad de Louisville, Kentucky, el 17 de enero de 1942.

Su padre era aficionado al alcohol. Su madre, Odessa, hacía lo que podía. No eran pobres. Habitantes de clase media en un barrio exclusivo para negros: estamos hablando de los tiempos en que aún no había concluido la Segunda Guerra Mundial y nadie sabía aún que existía una bomba que podía ser atómica: el mundo se enteró en 1945.

El chico se desarrolló sabiendo que tenía límites, que era negro, que jamás podría pasar ciertos confines.

Todo eso ocurrió hasta que un día le robaron la bicicleta. Una bicicleta de 60 dólares.

Y entonces, deseando encontrar al culpable y vengarse, se metió en un gimnasio en donde Joe Martin, un ex policía, daba clases de boxeo. “Si quieres vengarte, primero deberías aprender a tirar golpes, o sea a boxear”, le dijo el hombre.

Y así fue como Cassius Marcellus Clay se metió a boxeador sin suponer siquiera que estaba enfrentando y encontrando su destino. El que lo llevaría a ser, para prestigiosos medios como la revista Sports Illustrated, el Deportista del Siglo. Ni más ni menos.

“Desde chico andaba en puntas de pies”, evocó un día su madre. “Y todo lo que podía decir en media lengua era Chump, o sea que así le quedó”. De “Chump” a “Champ” (champion) sólo hay una letra, así que el chico dijo que iba a ser campeón aun antes de saber que era un par de guantes.

Un día confesó que, viajando en su bicicleta, escuchó por radio cómo Rocky Marciano se consagraba campeón mundial de todos los pesos. Y entonces supo que él también quería serlo. ¿Verdad o leyenda? Poco importa tratándose de él pues todos sabemos que se trata de una leyenda que camina, que gusta de tirar pistas falsas y de recuerdos forzados pues se divierte haciendo las tramas que él mismo recrea con las manos mezclando cartas y haciendo magia de la misma forma que en el ring era un repertorio de trucos, falsedades y también crudas realidades.

Imagen EL GRÁFICO le dedicó su tapa el día que obtuvo su primer título. Fue en 1965.
EL GRÁFICO le dedicó su tapa el día que obtuvo su primer título. Fue en 1965.

Cuando volvió de Roma abandonó a Martin y firmó con un grupo de empresarios de la ciudad: 11 hombres de negocios acordaron una prima anual de 10.000 dólares. Ofrecieron que una parte de sus ganancias quedaran guardadas hasta que cumpliera los 35, “para evitar un nuevo caso Joe Louis”.

No aceptó. En cambio se separó del grupo cuando ganó la corona mundial y se hizo musulmán. Cuenta la leyenda que finalmente se repitió el caso Joe Louis porque gran parte de su dinero se lo llevaron los musulmanes.

Tras buscar diversos entrenadores halló al italonorteamericano Angelo Dundee, quien ya era un viejo zorro: por 125 dólares a la semana empezó a ayudarlo a trepar a la fama, aunque habría que agregar que ha sido difícil enseñarle a un hombre que parecía ya desde niño saberlo todo.

Enamorado del boxeo y del gimnasio –con un entrenamiento perfecto y un físico digno de una estatua– Clay jamás faltaba a su trabajo. Con 1,90 m y su promedio de 90 kilos, fue definido por su médico, el doctor Ferdie Pacheco, como “un espécimen perfecto de la raza humana”.

Imagen Entrevistando a Sandro en Puerto Rico. Fuera del ring, Alí también era un espectáculo digno de disfrutar.
Entrevistando a Sandro en Puerto Rico. Fuera del ring, Alí también era un espectáculo digno de disfrutar.

Profesional desde el 29 de octubre de 1960, poseedor de unas piernas fantásticamente veloces (las más gráciles de todo el boxeo peso pesado) y con la extraordinaria capacidad de pegar retrocediendo, sumó otro elemento. Era un parlanchín incansable, que provocó odios y amores. Finalmente le llegó la hora. El 25 de febrero de 1964 en Miami Beach se las vio con Sonny Liston, un boxeador patibulario, de generoso pasado carcelario y protegido de la mafia, un auténtico asesino con guantes. El día del pesaje Clay estaba tan histérico que todos coincidieron: “Está muerto de miedo”. Había dicho tantas cosas que ya no podía retroceder. Esa noche Liston terminó quedándose sentado en su banco, con una lesión en el hombro. Era el séptimo capítulo y Alí, que estaba 7-1 abajo en las apuestas, se consagraba campeón mundial.

 

Imagen Un icono. La foto del nocaut ante Sonny Liston, en la revancha.
Un icono. La foto del nocaut ante Sonny Liston, en la revancha.
 

Faltaban tantas cosas... Se cambió el nombre, fue amigo de Malcolm X y, para completarla, se negó ir a la Guerra de Vietnam.

Lo persiguieron y tuvo menos suerte que Jack Johnson, pues finalmente lo condenaron a la cárcel y le sacaron el campeonato mundial.

Estuvo inactivo entre los años 1967 y 1970. Cuando logró volver, a los 28, era otro. Ya no poseía aquel prodigioso juego de piernas. Tenía que pararse a pelear, aunque seguía pegando en retroceso.

 

Imagen El combate de Alí con Ringo Bonavena en 1970.
El combate de Alí con Ringo Bonavena en 1970.
 

Ringo Bonavena le hizo un gran combate el 7 de diciembre de 1970 en el Madison de Nueva York, aunque perdió por tres caídas en el último round. A Muhammad lo estaba esperando Joe Frazier, con quien se mediría tres veces en total. La primera fue el 8 de marzo de 1971, ante 20.455 espectadores, la única que ganó Joe, tras tenerlo por el suelo. La más dramática fue la última, la tercera, el 1º de octubre de 1975, en Manila cuando, extenuados, ambos estuvieron dispuestos a no salir a pelear en el último round. Dundee ganó aquella pelea pues cuando se dio cuenta de la situación le ordenó a Alí que, por lo menos, se pusiera de pie. Alí lo hizo y ganó, para caer extenuado un segundo más tarde.

Casi no sabe leer, pero dio conferencias en universidades. No tiene ningún título, pero le confirieron varios en todas partes del mundo. No es predicador, pero ha esparcido la verdad de Alá más que muchos de sus acompañantes. Vendedor, boxeador, campeón, adalid de su raza, Alí ha sido un genio único. Pero sería muy injusto que su extraordinaria personalidad nos haga olvidar la esencia: como boxeador fue un fenómeno de inteligencia, guapeza, aguante y clase.

Imagen Su obra maestra. En 1974 noqueó a Foreman con un derechazo espectacular. Ocurrió en Kinshasa, Zaire, ante una multitud.
Su obra maestra. En 1974 noqueó a Foreman con un derechazo espectacular. Ocurrió en Kinshasa, Zaire, ante una multitud.

Fue el primero en lograr tres veces el campeonato mundial de los pesados. Y, cuando le tocó recuperarlo por primera vez, consumó lo que aún hoy es considerada una obra maestra. Fue cuando en Kinshasa, Zaire, el 30 de octubre de 1974 venció a George Foreman en un nocaut espectacular. Tras dejarse pegar –o algo así– hasta desgastar totalmente al gigante, Alí, con un sólido derechazo, lo puso en el suelo mientras el estadio (65.000 personas) se encendía en un grito que él mismo había inventado: “Ali, bumayé” (Alí, mátalo). Tenía 32 años.

De allí salió el libro El combate de Mailer y esa película inspiró Cuando éramos campeones, un documental que logró el Oscar en 1996. No es todo, pues por ese tiempo se dio el lujo de filmar su propia vida, El más grande en donde –no podía ser de otra forma– se interpretaba a sí mismo, mientras aparecía también el libro autobiográfico.

Alí sólo una vez perdió su corona en el ring, cuando le ganó Leon Spinks en febrero de 1978 en Las Vegas. Fue un préstamo, pues la recuperó el 15 de septiembre de ese mismo año, por puntos, en Nueva Orleáns, ante 63.350 espectadores con una recaudación de 4.806.675 dólares, quebrando el récord de Tunney-Dempsey de 2.658.660, que  databa de 1927. Su bolsa fue de 3.500.000 dólares. ¿Cuánto hubiera recibido hoy con los actuales sistemas de televisión?

 

Imagen Manila, 1975. La pelea histórica con Frazier.
Manila, 1975. La pelea histórica con Frazier.
 

En total hizo 25 peleas de campeonato mundial. Su última pelea fue el 11 de diciembre de 1981 cuando perdió (en realidad perdió su cáscara, pues debería haberse ido antes, como lo hizo cuando derrotó a Spinks) con Trevor Berbick, por puntos. Total de peleas: 61. Se impuso en 56, de las cuales definió 37 antes del límite, ganando las 19 restantes por puntos. Perdió 5 (Frazier, Norton, Spinks, Holmes y Berbick) y no empató ninguna. Sólo Holmes le ganó antes del límite.

De él podríamos decir muchas cosas, pero preferimos una obviedad: fue el Más Grande. Ni más ni menos.

 

 

Por CARLOS IRUSTA (2000).