¡Habla memoria!

El día que Estudiantes aplaudió a su rival

San Lorenzo le ganó una final peleadísima al Pincha en el Metro del 68. Fue en tiempo suplementario y los de Zubeldía sorprendieron a todos cuando se pararon en mitad de la cancha y aplaudieron al campeón. Pero no todo lo que reluce es oro.

Por Redacción EG ·

13 de noviembre de 2019

Ar­día el Mo­nu­men­tal de Nú­ñez aquel do­min­ga­zo 4 de agos­to. Se de­fi­nía el Me­tro 68 y los ti­ta­nes del fút­bol eran San Lo­ren­zo y Es­tu­dian­tes. Co­me­sa­ña, se­cun­da­do por Goi­coe­chea y Ni­mo, im­par­tía la jus­ti­cia. Por lo me­nos así lo cuen­tan las re­se­ñas.

¡Qué ju­ga­do­res! Ca­lics siem­pre arri­ba, co­mo la es­pu­mi­ta. Ve­glio pe­lean­do to­das, has­ta las utó­pi­cas. Rosl, con gui­ta­rra, cha­ran­go y bom­bo, mar­can­do el rit­mo de la de­fen­sa y can­tan­do “No pa­sa­rán”. Vi­llar, due­ño del mo­nu­men­to a la mar­ca per­so­nal. Fis­cher gru­ñen­do co­mo lo­bo ham­brien­to. Del otro la­do Po­let­ti ta­pan­do me­dio­go­les. Mal­ber­nat pi­so­tean­do con arro­gan­cia la ban­de­ra de la ren­di­ción. Pa­cha­mé  sa­can­do dos pul­mo­nes ex­tra, de 500 cen­tí­me­tros cú­bi­cos. Co­ni­glia­ro echan­do es­pu­ma y con la lan­za en la ma­no. Ma­de­ro cor­tan­do una por una, has­ta que no que­da­ra nin­gu­na.

 

Imagen La gran “te felicito, nos robaste el campeonato”.
La gran “te felicito, nos robaste el campeonato”.
 

Pri­me­ro, el zur­da­zo de la Bru­ja Ve­rón de­jó a Bu­tic­ce tan con­ven­ci­do de la exis­ten­cia de los ov­nis co­mo a Fa­bio Zer­pa. Pe­ro al ini­ciar­se el se­gun­do tiem­po, Ve­glio apli­có la ley del ta­lión y em­par­dó la fi­nal. Re­cién en el su­ple­men­ta­rio Fis­cher au­lló el cam­peo­na­to, tam­bién de zur­da y des­de 40 me­tros. Ga­nó San Lo­ren­zo y fes­te­jó a lo lo­co. Pa­li­to Or­te­ga –sí el fa­na de Ri­ver– en­tró a la can­cha y se abra­zó con Al­brecht: co­sa de tu­cu­ma­nos. Y pa­só al­go de otra ga­la­xia. Es­tu­dian­tes se jun­tó en el cír­cu­lo cen­tral y aplau­dió al cam­peón. Ahí es­ta­ban los chi­cos ma­los, los ven­ta­je­ros, trans­pi­ra­dos, muer­tos de pe­na, pe­ro dan­do doc­to­ra­do en fair play. Eran hie­nas y pi­to­nes con­ver­ti­dos en Las­sies e Hi­ji­tus. La pren­sa ha­bló de la dig­ni­dad de los pin­cha­rra­tas, aplau­dió la ca­ba­lle­ro­si­dad de­por­ti­va.

¿Aca­so los maes­tros en ar­ti­ma­ñas de­ci­die­ron cam­biar el li­bre­to? “¡No! Ja, ja, ja. No fue así”, ase­gu­ra hoy Ca­cho Mal­ber­nat. “Lo que pa­só fue que Rosl, el 3 de San Lo­ren­zo y tri­pe­ro de co­ra­zón, te­nía aba­jo la ca­mi­se­ta de Gim­na­sia de La Pla­ta. Y pa­ra que no la mues­tre, lo pri­me­rea­mos. La gen­te aplau­dió nues­tro ges­to y no da­ba pa­ra car­gar­nos.”

Un ejem­plo de vi­ve­za pla­ten­se. Nun­ca, nun­ca su­bes­ti­men a los mu­cha­chos de Zu­bel­día.

 

 

Texto de Daniel Balmaceda (2001).