¡Habla memoria!

1981. Mastrángelo: el hombre de las anécdotas

Lo que sigue es apenas una pequeña parte de lo que pudo registrar nuestra memoria después de dos o tres tardes de playa en Carrasco junto al delantero. Tan certero contando historias como con el gol.

Por Redacción EG ·

08 de noviembre de 2019

Compartir con Ernesto Mastrángelo una temporada de vacaciones, tal como nos ocurrió durante la disputa de la Copa de Oro en Montevideo, resulta un regalo. El fenomenal anecdotario del rufinense es capaz de agotar cuantos paquetes de cigarrillos y pocillos de café se quieran. Lo que sigue es apenas una pequeña parte de lo que pudo registrar nuestra memoria después de dos o tres tardes de playa en Carrasco.

 

Imagen Jugo de Basurto - por Carlos Basurto
Jugo de Basurto - por Carlos Basurto
 

• DIEZ CONTRA DIEZ

"El Toto Lorenzo —cuenta Mastrángelo— es un personaje único. A veces dan ganas de matarlo, pero siempre, al recordar episodios suyos, uno termina riéndose con ganas. En 1975 era mi técnico en Unión. Comenzaba la semana previa a un partido con Rosario Central y Lorenzo lo agarró a Alcides Merlo, que marcando era una fiera, para trabajarle el mate desde temprano: 'Vea, Merlo —le decía el Toto—, usted me lo va a marcar a Kempes. Usted no juega, pero él tampoco. Usted no toca la pelota, porque si la toca va a hacer macanas. Lo persigue, no lo deja mover, él no la huele, usted tampoco, pero jugamos diez contra diez y ahí ganamos nosotros. ¿Entendió? Estaba clarito, pero Merlo tuvo que repetir el verso de memoria.

 

Imagen Alcides Merlo en Unión
Alcides Merlo en Unión
 

Después, bastaba que Lorenzo lo nombrara para que Alcides se largara como un disco: 'Ya sé, maestro: yo no juego, él tampoco, yo no toco la pelota pero Kempes menos; diez contra diez, ganamos nosotros”. Una madrugada, el Toto fue hasta la habitación de Merlo, lo zamarreó y le preguntó qué tenía que hacer contra Central. El pobre, ni completamente dormido se olvidó la letra. Con la voz ronca, sin entender nada, repitió: “Marco a Kempes, yo no la toco ni él tampoco; no jugamos ninguno de los dos; diez contra diez, ganamos nosotros”. Y así pasó. Kempes no tocó una hasta que faltando veinte minutos, se lesionó. Merlo, muy obediente, lo siguió hasta un costado de la cancha y se quedó parado en la raya esperando que lo curaran. Pero Kempes no pudo volver y se fue al vestuario. Alcides lo siguió hasta la boca del túnel para estar bien seguro de que no volvería. Y cuando se convenció, empezó el otro drama. Mirando al banco, le gritaba a Lorenzo: “¡Se fue, Juan Carlos, y ahora qué hago!”. Lorenzo le gritó que marcara al 16, que acababa de entrar. Y Merlo salió corriendo al medio de la cancha buscando el número. Nos moríamos de risa porque agarraba uno por uno a los de Central y los daba vuelta para descubrir quién era el 16. Mastrángelo terminó la historia contando que faltando un minuto, Central tiró un penal que atajó Gatti. El arquero sacó rápido para él, en aquellos contraataques típicos del Unión lorenzista: "Corrí unos metros, le pegué fuerte y la pelota se metió después de hacer poste, travesaño, poste, su ruta. . . Les ganamos 1 a O".

 

Imagen Ernesto Enrique Mastrángelo, conocido también como Héber Mastrángelo, tiene una capacidad única para contar anécdotas con mucho humor.
Ernesto Enrique Mastrángelo, conocido también como Héber Mastrángelo, tiene una capacidad única para contar anécdotas con mucho humor.
 

• RODRÍGUEZ POR GARCÍA Esta vez la anécdota es con un árbitro, y también tiene como protagonista a Lorenzo. Jugaba Boca con un rival que Mastrángelo no recuerda y, según la visión del técnico, el juez —Sergio García— estaba perjudicando notoriamente a los boquenses. A los pocos minutos de juego, observando que el árbitro no cambiaría su postura, Lorenzo empezó a gritar: "¡Rodríguez. . . Caradura, sinvergüenza!, ¡Rodríguez. . . Bombero, estafador, vendido!" Así pasó la primera etapa y buena parte de la segunda. Hasta que el profesor Jorge Castelli se percató del error del Toto e intervino desde la otra punta del banco de suplentes: "Juan Carlos, el árbitro se llama García, no Rodríguez". Y la respuesta fue inmediata: "¿Y qué querés? Si lo llego a llamar por su nombre verdadero no sólo me expulsa de la cancha, sino que me hace echar del país. Así, por lo menos, me puedo descargar sin que pase nada..."