¡Habla memoria!

1984. Trobbiani: ¨Bochini era un buen pibe, ahora habla demasiado¨

Trobbiani le ponía picante a uno de los grandes clásicos que tuvo el fútbol argentino en la década del 80 entre Estudiantes e Independiente, le molestaba que el Bocha haya hecho algunas comparaciones.

Por Redacción EG ·

25 de octubre de 2019

La gambeta sigue siendo su razón de  ser, su fundamento, su carta ganadora. Pero, reconoce, ahora también le da valor a las posiciones defensivas y ofensivas en los córners, en los tiros libres, y a los movimientos para salir jugando desde el fondo. Es tan futbolera esta historia que va a contar Marcelo Antonio Trobbiani, que uno lo imagina con la pelota bajo la suela, cerca de su arco, y en ese trance se puede cometer una osadía, decirle: "Dale, Marcelo, empeza a gambetear, hasta el área chica de los contrarios".

"EL GRAFICO dijo que el mío era un caso curioso, y la verdad, ni yo mismo lo podía creer: tenía 18 años y salté de la quinta de Boca a la Selección Nacional. Me convocaron para ese equipo fantasma que entrenó un mes en la altura para jugar contra Bolivia las eliminatorias del Mundial de 1974. Ese mismo año (1973) había integrado un equipo juvenil que salió tercero en Cannes, con la dirección técnica de Miguel Ignomiriello. Algunos de esos pibes se quedaron en el camino, otros llegamos algo más lejos: Bochini, Kempes, Rocha (el que está en Grecia), Bertoni, yo... No esperaba llegar tan rápido a la Selección mayor: fue Ignomiriello el que me recomendó a Sívori. Nos fuimos un mes a Tilcara, para mí era todo un sueño. Me tocó compartir la habitación con el Hueso Glaría, un tipo sensacional, que te marca para toda la vida. Me inculcó la conveniencia de las concentraciones, me enseñó lo que era un horario para acostarse y otro para levantarse, cómo tenía que cuidarme. Eso es suerte, cruzarse a los 18 años con gente sana, que ayuda, por eso siempre lo recuerdo. Yo creía que estaba de relleno, ni soñaba con entrar, y fui al banco de suplentes con Fillol, Guerini, Bochini y Pancho Sá. Sívori me puso faltando 14 minutos, cuando estábamos ganando con el gol de Fornari. Creo que habré tocado seis pelotas, y las reventé para cualquier lado, no quería fallar. Hoy las hubiera puesto todas bajo el zapato pero esa tarde ni siquiera sabía cómo me llamaba."

Imagen Los Trobbiani: papá Marcelo, mamá María Cristina y este hincha de Estudiantes de La Plata, Pablo Marcelo.
Los Trobbiani: papá Marcelo, mamá María Cristina y este hincha de Estudiantes de La Plata, Pablo Marcelo.

Dos meses después, la primera de  Boca. Era otro Boca. Había terminado el ciclo de Marzolini, Roma, Rattín, Gonzalito. Incluso era un recuerdo el cuadro de Alfredo Di Stéfano, el campeón de 1969.

"Todos los técnicos que tuve en las inferiores de Boca, Gandulla, Damiano, Campos, el Pelado Grillo, me decían lo mismo: "Pibe, largala, no la podés tener todo el tiempo'. Era como hablarle a la pared. Un día, antes de empezar un partido de quinta, Grillo estaba haciendo la charla técnica. Habló con todos los pibes, uno por uno, menos conmigo. Me miró, y con cara de impotencia me dijo: 'Vos hace lo que quieras.' El que me puso en primera fue Rogelio Domínguez. Ese Boca era un show. En la media cancha estaba el Chino Benítez por la izquierda, y yo como cinco del lado derecho. Pobre Chino, el único que marcaba —y no mucho— era él. Arriba jugaban Mané Ponce, García Cambón, Potente y Ferrero. Ese cuadro daba espectáculo en todas partes, pero nunca salió campeón. Claro, le faltaba equilibrio. El Tano Pernía se volvía loco. De mí dijo una cosa muy fuerte, incluso en el elogio: 'Este pibe perjudica al equipo, quiere gambetear a todo el mundo; eso sí, la pide siempre, lo tengo que reconocer, y esto en fútbol vale mucho.' Domínguez se tuvo que ir y vino el Toto Lorenzo. Una tarde, antes de empezar un partido en Banfield, le dijo al masajista que me pusiera cinta adhesiva en un dedo de la mano derecha, para que no me olvidara de patear al arco. A los cinco minutos me expulsaron, me fui a bañar, miré la cinta y la tiré para siempre: con esas cosas no iba a cambiar.

Esta gambeta de Trobbiani, que ya  pasó la mitad de la cancha, va tomando vértigo: es hora de ir definiendo una personalidad.

"Estuve poco con Lorenzo. Vino una oferta de España y Boca me vendió al Elche. No andaba bien con Armando, estaba jugando por el veinte, como Tarantini. El Puma decía que yo quería ganar mucha plata: 'Si te doy lo que pedís, ahora que tenés 20 años, dentro de poco tiempo no te banca nadie.' Me fui y en España encontré dos personas muy importantes por los consejos que me dieron. Primero el técnico, Felipe Mesones, que era argentino. Me abrió los ojos del fútbol español: 'Largala porque aquí te cortan las piernas.' Allá se jugaba distinto, los defensores encimaban en toda la cancha. Yo me había criado en un fútbol que le daba veinte metros de ventaja al que agarraba la pelota, y por eso la transportaba tanto. El otro fue el Gorl Dominichi, que me habló como una vez lo había hecho el Hueso Glaría. Cuando llegué a Elche, a Dominichi lo miraba de reojo, porque él era ex jugador de River y yo ex de Boca. Lo digo ahora y parece una antigüedad, pero entonces era así: poca bolilla entre los de Boca y River. Me fue bien en España. Mi señora traía la plata y aquí la invertía mi suegro, que tenía una inmobiliaria. No me puedo quejar aunque me equivoqué cuando decidí pegar la vuelta. En 1980 se ganaba más plata en la Argentina que en España, era la época de la plata dulce. Volví a Boca pero prácticamente no pude jugar: me tumbó una hepatitis. Sólo conseguí la plenitud física cuando fuimos de gira a Japón, en enero de 1982. Ahí lo pude sintonizar bien a Diego, el mejor jugador del mundo por lejos. Él se fue para la Selección y el Polaco Cap me dio la No 10. De Boca me fui presionado, tenía un contrato en dólares, pero la plata dulce ya no existía. Me compró Estudiantes y en Boca quedaron mi amor por los colores y unos amigos de fierro: Cacho Córdoba, el Flaco Gareca..."

La gambeta de Marcelo se mudó a La Plata. La pidió Carlos Bilardo. Este Trobbiani de hoy es eternamente boquense pero al mismo tiempo un hombre feliz por haber llegado a Estudiantes. Algo ya le dio, además de su habilidad: un hincha fanático, Pablo Marcelo, 7 años ("Lo quise llevar para el lado de Boca pero me salió pincha"). Hay también un reconocimiento. Alejandro Sabella afirmaba hace pocos días que la ausencia de Trobbiani en fa Copa Libertadores había sido una ventaja muy grande para todos los rivales.

Imagen "Tengo dos casas en Castelar, otra en Mar del Plata, terrenos en Paso del Rey y otras inversiones. El fútbol me dio y me ayudaron buenos administradores: mi suegro primero y mi mujer ahora."
"Tengo dos casas en Castelar, otra en Mar del Plata, terrenos en Paso del Rey y otras inversiones. El fútbol me dio y me ayudaron buenos administradores: mi suegro primero y mi mujer ahora."

"Bilardo siempre decía, en broma, que Sabella y yo fabricábamos todos los partidos cuatro contraataques para los rivales. Es la única observación que le hizo a mi juego. Por eso me da bronca que lo pongan a él de un lado y al Flaco Menotti en otro. Bilardo me enriqueció futbolísticamente, me enseñó el valor de las posiciones en jugadas de pelota parada, cómo trabajar la salida desde nuestro arco, pero jamás le puso un límite a lo que yo hago en la cancha, a lo que hice toda mi vida. Es el mejor técnico que conocí en mi vida. El segundo es Menotti. Y en un tercer puesto nombraría a Mesones y Manera. No hay grandes diferencias entre Bilardo y Menotti, como tampoco existen entre Independiente y Estudiantes. Por eso me da mucha bronca lo que dijeron Bochini y Trossero. Ellos hablan de un fútbol lírico y resulta que fueron a La Plata a sacar un resultado: en lugar de jugar hacían tiempo. Nosotros, en Estudiantes, teníamos una forma de ser, no contestar los ataques verbales. Ahora decidimos cambiar, no callarnos nada. Esto puede provocar un clima especial para la revancha en Avellaneda, pero no me importa. Me molesta mucho que pregonen un fútbol de boquilla y después la realidad diga otra cosa. También estoy molesto con Bochini por otro motivo. Antes era un buen pibe, ahora habla demasiado. Se metió a hacer comparaciones, que siempre son odiosas y después resulta que Gareca, que al lado de Kempes no tiene nada que hacer, como dijo, le gana el partido en Mar del Plata. También se la agarró con Ponce, que recién es un pibe en formación, y lo compara con futbolistas que ya hicieron su carrera. Sería mejor que Bochini se calle, que vuelva a ser el pibe humilde que conocí hace once años."

Venía trayendo recuerdos. De pronto se puso serio y dijo eso de Bochini. Se puede compartir o no su opinión. Lo que no se le puede negar es su derecho a polemizar. Se lo ganó con una trayectoria, jugando a lo grande. Porque el día que nació Marcelo Antonio Trobbiani, el horóscopo apenas dictaba tres palabras: "Tendrás que gambetear".

 

 

Por NATALIO GORIN (1984).

Fotos: GERARDO PREGO y ARCHIVO ¨EL GRÁFICO¨