¡Habla memoria!

Los viejos muchachos de Ñuls

La historia nació en los patios del colegio anglo argentino Isaac Newell. De allí el nombre de este club que a través de su vida enarboló las banderas de un estilo: la escuela rosarina.

Por Redacción EG ·

07 de octubre de 2019

Los clubes del fútbol criollo nacieron en las riberas del río color de león (como Gimnasia y Esgrima La Plata, River y Boca), junto al ferrocarril (como Rosario Central, Ferro Carril Oeste y Central Córdoba) o en los patios de los colegios ingleses (como los legendarios Alumni, Lomas Athletic Club y el siempre vigente Newell's Old Boys).

Justamente la institución sangre y luto que hoy vive un renovado momento de gloria futbolera lleva por nombre la traducción al inglés de "los viejos muchachos de Newell". Porque su origen fue el instituto de enseñanza anglo-argentino en Rosario durante el siglo pasado, en 1884, por el profesor británico Isaac Newell y quienes dieron vida al nuevo club el 3 de noviembre de 1903 fueron los muchachos que practicaban "el juego de los ingleses locos" en los espacios abiertos del colegio de mister Newell. Con el correr del tiempo, la sangre criolla fue mezclándose y luego predominando sobre la estirpe gringa de sus primeros futbolistas. Y en la segunda ciudad de la República floreció un estilo de juego virtuoso: la escuela rosarina. Newell's fue un abanderado de ese estilo de fútbol a través de notables figuras que ya son parte grande de la historia de este juego.

El de Julio Libonatti es el primer nombre famoso que trascendió el ámbito local del club rojinegro para proyectarse al plano internacional. Había nacido en Rosario dos años antes de la fundación de Newell's, en 1901, y en 1921 su gol le dio el triunfo a la Selección Argentina frente a los uruguayos para conquistar el primer Campeonato Sudamericano. Cuentan que una multitud lo llevó en andas desde la cancha de Sportivo Barracas hasta la Plaza de Mayo, un festejo que elevó su fama.

Cuando llegó el profesionalismo, en 1931, el fútbol rosarino tenía equipos y jugadores para alternar junto a los participantes de la nueva era. Sin embargo, recién en 1939 fueron incorporados Newell's Old Boys y Rosario Central.

Uno de los primeros en destacarse fue el arquero Luis Heredia. Impresionó en tal forma que San Lorenzo adquirió su pase en una suma nunca pagada antes por un guardavallas... Le tocó debutar en el primer partido de 1941 precisamente contra su ex equipo, en el Parque Independencia. Fue una dura presentación porque los rosarinos despacharon al Ciclón con un baile memorable y cinco goles.

Imagen Sobrero, Pontoni, Perucca y Belén festejan un gol del gran René. Escena repetida a principios del '40.
Sobrero, Pontoni, Perucca y Belén festejan un gol del gran René. Escena repetida a principios del '40.

De aquel gran triunfo y de aquel doloroso debut quedaron algunas consecuencias, todas afortunadamente positivas. Heredia demostró su fuerza moral y tuvo muy buenas actuaciones. Ratificó su gran nivel ese formidable centrehalf que fue Angel Perucca y comenzó a edificar su estupenda trayectoria René Alejandro Pontoni.

Perucca era un auténtico caudillo, uno de esos futbolistas que transmiten confianza, temperamento. Su presencia se hizo sentir en el cuadro rosarino y en la Selección Nacional, donde se ganó un bautismo consagratorio: "El Portón de América". Pontoni fue consagrado como el número nueve de todos los tiempos en una encuesta popular que realizó EL GRAFICO en 1975. Nacido en Santa Fe, actuaba para Gimnasia y Esgrima y la gente rojinegra ya le había echado el ojo "al gordito que juega de centreforward para los santafesinos". Cuando René llegó a Rosario en 1940 para hacer el servicio militar, Newell's se lo compró a Gimnasia en doce mil pesos. Cuatro años después, en una época con un bajo índice inflacionario, se lo transfirió a San Lorenzo por cien mil...

Bajó de 80 a 76 kilos y los rojinegros armaron aquel ataque espectacular con Gayol —después Belén—, José Canteli, Pontoni, Morosano y Juan Silvano Ferreyra... Pontoni era completo. Armaba ataques, distribuía juego, rompía defensas con su calidad y clarividencia, metía pases que eran medio gol y entrabaa definir. Al lado de Pontoni, el santafesino Canteli, con su juego simple y directo, fue goleador absoluto de 1941 con 30 impactos y anduvo siempre prendido entre los delanteros más efectivos de cada temp-rada. René, a su vez, siempre se anotó en la red jugando para Newell's: metió 20 en 1941, 23 en 1942, 10 en 1943 y 13 en 1944.

Cuando la década del Cuarenta iba llegando a su fin, Newell's armó una formidable defensa: Julio Elías Musimessi en los tres palos; el Comisario Colman y el Petiso Sobrero en la zaga; dominando el centro del campo, la línea que componían Pancho Lombardo, Ubaldo Faina y Puissegur; en el ataque sobresalía la categoría del centrodelantero Juan Armando Benavídez, un tucumano al que apodaron "El Doctor" por la sapiencia con que trataba a la redonda.

A los costados de Benavídez se fue formando una espléndida dotación ofensiva: Contini, Mardizza, Benavídez, Montaño y Ortigüela... Eran tan buenos esos rojinegros que casi todos fueron adquiridos por los más poderosos: Musimessi, Colman, Lombardo y Montaño pasaron a Boca; Faina y Benavídez a San Lorenzo; Puissegur, a River.

Imagen Vuela Fillol, lo miran Passarella y Valdano. Ganó Newell's 4-1, Jorge hizo dos goles. 1975.
Vuela Fillol, lo miran Passarella y Valdano. Ganó Newell's 4-1, Jorge hizo dos goles. 1975.

Los grandes momentos vividos en el Parque Independencia se prolongaron a los años Cincuenta, pero cuando terminaba la década llegaron las horas tristes. Newell's se fue al descenso y recién volvió a jugar en primera desde 1964.

La fibra del correntino José Orlando Berta en la mitad de la cancha, a la que se sumó luego la de un promisorio pibe cordobés llamado Américo Rubén Gallego, les otorgó a los rojinegros la fortaleza espiritual indispensable para luchar en cualquier terreno. En el ataque, el viejo y siempre vigente estilo rosarino del toque, la gambeta y la llegada limpia... Resultaron muy importantes las incorporaciones de Marito Zanabria, el santafesino de la zurda virtuosa; Martin Pereira Martins y Heraldo Bezerra, dos punteros típicamente brasileños; y el Mono Obberti, un ejecutor mortífero, vivísimo en el área penal. En el club estaba Juan Carlos Montes, un excelente armador de juego, quien más tarde le dejaría su puesto a Picerni para hacerse cargo de la dirección técnica dentro de la línea tradicional de la institución: quien dirige el equipo jugó en Newell's.

Imagen Campeón 1974. Arriba: Carrasco, Capurro, Rebottaro, Berta, Barreiro, Pavoni. Abajo: Santamaría, Picerni, Obberti, Zanabria, Rocha. El técnico fue Juan Carlos Montes, de la casa.
Campeón 1974. Arriba: Carrasco, Capurro, Rebottaro, Berta, Barreiro, Pavoni. Abajo: Santamaría, Picerni, Obberti, Zanabria, Rocha. El técnico fue Juan Carlos Montes, de la casa.

Los rojinegros se habían quedado en el camino de las finales del Nacional 1971, eliminados en semifinales por su eterno enemigo Rosario Central. Pero en la ronda decisiva del Metropolitano 1974 llegó el desquite por partida doble. Porque ganó el título y se consagró en la cancha de los "canallas" con un inolvidable zurdazo de Manto Zanabria que se clavó en el ángulo superior izquierdo de Biasutto. Fue el 2 de junio de 1974. Con el empate ante Central, Newell's era el campeón. Perdía 0-2 cuando ya había pasado más de la mitad del segundo tiempo y los "canallas" festejaban al grito de "¡HIJOS NUESTROS!" Descontó Capurro con un cabezazo y, cuando faltaban nueve minutos para el final, llegó el golazo de Zanabria.

Esa tarde inscribieron sus nombres y apellidos en la historia del club el uruguayo Carrasco; Rebottaro, José Luis Pavoni, Capurro, Barreiro; Picerni, Berta, Zanabria; "Cucurucho" Santamaría, Obberti (reemplazado cerca del final por Ribeca), Juan Ramón Rocha (luego Magán).

Dos coronas más se agregaron a las vitrinas. El campeonato ganado en la temporada 1987-88 llegó como resultado de brillantes exhibiciones y hermosos goles. Fue, realmente, un retorno a las fuentes del fútbol rosarino.

Un caracterizado hincha rojinegro, hombre conocedor del campo y el caballo, lo definió como "un equipo de marca líquida". Así se llama a los animales que son del mismo haras, sin la menor mezcla de sangre. Todos los integrantes del plantel vencedor, su director técnico José Yudica, su preparador físico José Yudica junior y el hombre que maneja el semillero de Newell's, don Jorge Bernardo Griffa, nacieron futbolísticamente en el club. Un caso extraordinario, único en los anales del fútbol profesional argentino, en el que justamente la mano sabia de Griffa tuvo mucho que ver, elevándolo a la categoría de mito por su certeza para descubrir nuevas estrellas.

El equipo base de esa gran campaña estuvo integrado por Scoponi; Basualdo, Theiler, Pautasso, Sensini; Martino, Llop, Rossi, Alfaro; Balbo (inicialmente Dezotti), Almirón. El hombre que regulaba el ritmo del conjunto era el Tata Martino, quien luego de actuar en el fútbol español regresó al club que lo vio hacerse crack para colaborar en la obtención de un nuevo título, en 1992.

Imagen Campeón 1988/89. Arriba, desde la izquierda: Basualdo, Martino, Scoponi. Theiler, Pautasso, Sensini. Abajo: Balbo, Rossi, Llop, Alfaro, Almirón. El técnico era José Yudica, de la casa, para seguir con el hábito religioso de Newell's.
Campeón 1988/89. Arriba, desde la izquierda: Basualdo, Martino, Scoponi. Theiler, Pautasso, Sensini. Abajo: Balbo, Rossi, Llop, Alfaro, Almirón. El técnico era José Yudica, de la casa, para seguir con el hábito religioso de Newell's.

En ese Newell's campeón de 1987-88 jugó 21 partidos el máximo goleador de la historia rojinegra: Víctor Rogelio Ramos, autor de 102 impactos en los dos períodos que fue rojinegro, 1978-84 y 1987-89.

Este repaso de grandes figuras que Newell's le dio al fútbol no estaría completo si omitiéramos a un grandóte de Las Parejas que se fue para España cuando sólo te-nía 18 años. Había sido integrante del plantel de Newell's campeón de 1974, fue figura en una performance memorable de los rojinegros en el Monumental, cuando le quitaron el invicto al River de Labruna en 1975 con un 4-1 de estruendo y Menotti lo llevó a la Selección Nacional que jugó en Montevideo. A partir de ese momento, Jorge Valdano dejó de ser una gran esperanza para seguir su carrera en Europa. Volvimos a tenerlo integrando la Selección Nacional en dos Copas del Mundo, consagrándose en México '86, regando la cancha con inteligencia. Es uno de los supercampeones del fútbol argentino, con ocho títulos conquistados. Casi todos fuera del país. Pero el primero que ganó fue en Rosario, con la sangre y luto sobre el pecho.

 

 

Por JUVENAL (1992).

Fotos: ARCHIVO "EL GRAFICO".