¡Habla memoria!

Passarella - Batistuta, un encuentro con historia

Un ida y vuelta de amores y odios, Daniel Passarella y Gabriel Batistuta se habían conocido en River cuando el Kaiser no lo tuvo en cuenta para esa temporada. Luego se reencontraron en la Selección.

Por Redacción EG ·

15 de septiembre de 2022

-Tano, ¿no me la estarás vendiendo cambiada, no? Lo llevás a Newell's y no a otro equipo, ¿quedamos de acuerdo?

-¡Ma´no Daniel! Te podés quedare tranquilo. El Loco Bielsa lo quiere sí o sí al Bati y la plata que nos ofrecen es mucha. Nos vamos de acá a Rosario, tenemos todo listo para firmare...

El diálogo, situado en la semipenumbra del anillo interior que rodea al estadio Monumental, tiene más de cuatro años de antigüedad. Era agosto de 1990 y Daniel Alberto Passarella, tras ocho meses como técnico de River Plate, conversaba así, en confianza, con el empresario top de la época, Settimio Aloisio.

Inculpado de tantas cosas -cabe reconocer que nunca probadas-, el Rey de la Cumbia fue en aquella ocasión completamente inocente. El Kaiser del fútbol argentino le había bajado el pulgar a Gabriel Omar Batistuta, descartándolo del plantel profesional riverplatense, pero quería tener un reaseguro sobre el futuro del muchacho de Reconquista.

En su pensamiento íntimo, el sexto sentido del entrenador millonario funcionaba a pleno: Daniel Alberto temía que la pólvora mojada del Bati se secara en algún equipo grande y que las culpas por haber prescindido del goleador recayeran sobre sus espaldas. Pero Aloisio lo tranquilizó transitoriamente, con su sinceridad teñida de giros italianos.

La historia discurrió por carriles disímiles a los previstos. Una vez rescindido el contrato con River Plate -que era dueño de la mitad de su pase, en sociedad con don Settimio-, Boca Juniors realizó una oferta por el potente delantero.

Imagen Gabriel Omar Batistuta y Daniel Alberto Passarella se conocieron en River en 1990.
Gabriel Omar Batistuta y Daniel Alberto Passarella se conocieron en River en 1990.

El Bati se encandiló. Era xeneize desde pibe y priorizó su ambición de pasar de un grande a otro sin paradas intermedias, dejando de lado la palabra empeñada. Quedó ofendido con él Marcelo Alberto Bielsa, su descubridor futbolístico. Y muy descolocado el Rey de la Cumbia, quien aún hoy es persona no grata en el barrio de Núñez.

Batistuta, más allá de no bajar de status, se fue bajoneado de River. Hizo declaraciones tajantes en aquel momento, apuntándole directamente a Passarella: "Me quedan recuerdos buenos y malos. Lo lindo pasó en la primera etapa del campeonato, dirigido por Merlo. Y anduve bien, como que le metí el gol decisivo a San Lorenzo para ganar la Liguilla y clasificar a River para la Copa Libertadores. Pero cuando llegó Passarella, se terminó mi ciclo. No tuve posibilidades, no tuve nada... La tranquilidad que me queda es que yo no fracasé, en todo caso no me dejaron triunfar. Las veces que entré a jugar, Passarella me puso por diez minutos y porque faltaban otros jugadores. Era como estar de relleno y yo no estoy para eso a los 21 años".

Passarella siempre fue puntilloso en la explicación de la salida: "Es mentira que yo lo haya echado a Batistuta. Sucedió que surgió una buena posibilidad económica para River, que estaba muy apremiado en aquel entonces, y como yo tenía como titulares, en alto nivel de rendimiento, a Medina Bello y el Polillita Da Silva, di el okey para que lo negociaran. Pero nunca lo descalifiqué como futbolista".

Inmediatamente, Daniel Alberto pareció no tener de qué arrepentirse. Bati era una máquina de perderse goles en el último y desafortunado período de Carlos Daniel Aimar como DT del club de la Ribera. Simultáneamente, River, campeón reinante del fútbol nacional, se mostraba como el mejor equipo del momento. Con Sergio Ariel Berti, como una de sus grandes figuras. Los hinchas de la banda idolatraban a su Kaiser: "iDaniel es un fenómeno! Les enchufó al clavo de Batistuta y le robó a Boca a La Bruja, que vino gratis y la rompe..."

Pero Gabriel Omar Batistuta revirtió totalmente la tendencia, jugando un excepcional primer semestre en 1991. El Maestro Tabárez le encontró la posición ideal (bien de punta) y toda su potencia comenzó a estallar en las redes rivales.

 

Imagen Versión 1994. Ya en la Selección.
Versión 1994. Ya en la Selección.
 

En plena cresta de la ola, Alfio Basile lo convocó para la Selección Nacional, que debía afrontar la Copa América a disputarse en Chile: Argentina conquistó el trofeo tras 32 años de espera, con Bati como goleador y máxima estrella.

Tanto brilló su luz en los campos trasandinos, que la Fiorentina, que ya había comprado el pase de Latorre, desistió de llevárselo inmediatamente para poder contar en la temporada '91/'92 con el impactante Batistuta, quien ocuparía el lugar de Oscar Alberto Dertycia (había fracasado estruendosamente en la ciudad de los Médicis).

Con el pase concretado, "La Gazzetta dello Sport" le pidió opinión sobre la contratación al propio Passarella, de notable paso por el club violeta. El Kaiser -con quien también coincidió nada menos que Enrique Omar Sívori- no se anduvo con muchas vueltas: "La Florentina se equivocó. Batistuta es un Dertycia con pelo, un bidone (tronco, en traducción de la jerga futbolera italiana). El hombre indicado era Caniggia..."

El Bati, con su fe inquebrantable, se metió en el alma de la afición de la Fiorentina. Soportó el descenso de su equipo a la Serie "B" y emergió con más fuerza que nunca, indemne en su prestigio pese a la temprana eliminación argentina en el Mundial USA '94. Arrancó la presente estación con una convicción inusitada, que lo llevó a batir el record de goles conseguidos en forma consecutiva desde el arranque de un torneo (convirtió por lo menos uno por partido en las primeras 13 jornadas).

Simultáneamente a su formidable suceso en el calcio, Passarella era designado como nuevo director técnico de la Selección Nacional. Apenas asumido, se iniciaron los mensajes de ida y vuelta entre los hombres que no habían coincidido en absoluto, en un tramo no demasiado remoto de sus trayectorias.

Imagen El potente delantero recibe las indicaciones de su director técnico.
El potente delantero recibe las indicaciones de su director técnico.

Dijo Daniel Alberto: "Las puertas de la Selección están abiertas para todos. ¿Si incluyo a Batistuta? Por supuesto que sí". Declaró Gabriel Omar, en un indisimulable guiño conciliador: "Si para jugar por Argentina me tengo que cortar el pelo, me lo corto; no soy orgulloso ni estúpido".

A pesar de la línea diplomática e inteligente elegida ante EL GRAFICO, el Bati había desahogado antes la última gota de su vieja bronca en declaraciones al "Corriere dello Sport": "¿Pero yo no era un 'bidone'? Cuando llegué a Italia, PassareIla me definió como un Dertycia con pelo y ahora me elogia. Me alegra haberlo hecho cambiar de opinión, pero en River me bochó".

El técnico de la AFA cerró su paréntesis de desencuentros con Bati al convocarlo para representar a Argentina en la segunda Copa Intercontinental de Campeones, a jugarse en Arabia Saudita. Fue después la reunión que mantuvieron en Florencia, durante el viaje que hizo Passarella a Europa hacia fines de noviembre.

Después de ese momento, cordial pero frío -no podía aguardarse razonablemente que naciera un gran amor- se vieron nuevamente en el complejo de la AFA, en Ezeiza, el lunes 26 de diciembre de 1994. Luego de cuatro años y cuatro meses, el Bati volvía a estar a las órdenes del Kaiser. Con la camiseta celeste y blanca uniéndolos, cara a cara otra vez. Passarella y Batistuta, segunda oportunidad.

Por el bien del fútbol argentino, dos tipos tan necesarios no podían estar separados. Demostraron que, por encima de todo, son inteligentes.

 

 

Por ALFREDO ALEGRE (1995).

Fotos: FABIAN MAURI.