¡Habla memoria!

1937. Los gorditos y barrigones del Básquet

Un repaso, con divertidas anécdotas, de aquellos jugadores de los diferentes equipos del basquetbol que jugaban dando pelea a sus rivales y a los varios platos por comida.

Por Redacción EG ·

12 de marzo de 2019

Pobre Bocha. Corre y corre en la cancha de Olimpia. Suda y suda que parece va a derretirse. La barriga se sacude como maturrango mal montado, y García no se entrega. Quiere estar en línea. Después de la sesión de entrenamiento, se pesa. Macanudo: bajó doscientos gramos. Llega a la casa, ve aterrizado un plato de tallarines. Bocha siente que la cabeza le anda como farol de comparsa. Se zambulle entre los tallarines. No hace pie. Come un rato y ya hace pie. "Dame un cachito más", dice. Se va a baraja con otro plato. Al día siguiente se pesa. Aumentó. "Feliz de vos que podés comer", le dice al británico López.

Imagen ¡Oh!, qué tiempos aquellos en que Orlando se agachaba fácilmente. Las pizzas fueron aterrizando, y ahora, cuando hay que atarse los zapatos, ¡cómo se queja la barriga!
¡Oh!, qué tiempos aquellos en que Orlando se agachaba fácilmente. Las pizzas fueron aterrizando, y ahora, cuando hay que atarse los zapatos, ¡cómo se queja la barriga!

¡Ah, señor, señor!... Dios le da pan a quien no tiene dientes y barriga al que no la quiere. ¡Qué mundo este, señor! Va a ser preciso arreglarlo. ¿No es cierto, Cardezza? Vos también tenés tu barriguita. Y eras un muchacho de línea, un bello ragazzo. Pero, ¡qué macana no poder comer a gusto! Sin embargo, los kilos tienen una ventaja: sofrenan el temperamento. Por eso Cardezza es capaz de ir con un plantel de cronómetros en una prueba automovilística de regularidad, una de esas que parecen creadas por los fabricantes de las hojitas de afeitar, porque hacen crecer la barba...

Imagen Peuvrei, compañero de Alzúa. Cuando un back toma un rebote, tiene que aguantar el choque de uno de estos forwards, y en cuanto se va a tomar un resuello, ¡púmbate!, cae el otro.
Peuvrei, compañero de Alzúa. Cuando un back toma un rebote, tiene que aguantar el choque de uno de estos forwards, y en cuanto se va a tomar un resuello, ¡púmbate!, cae el otro.

También los backs de Sporting vieron venir los kilos en patota. ¡Ah, el casamiento, el casamiento! Hay que ver cómo le queda chico el pantalón a Alonso. Dan ganas de decirle: "¡No te agachés que se ruempe!" Y Taboada tiene una de esas barriguitas burguesas que obligan a que uno lo trate de señor. Es una lástima que así ocurra, pero hay dos cosas que traen el engorde a los de propensión para ello: el morfi y los años. Corren los días, se les caen las hojas a los almanaques y se llega al último engorde.

Un back de Estudiantes de La Plata llegaba a Constitución, marchaba a una pizzería y allí se iba a pique con una de a peso. Claro, por lógica relación, aumentó de peso y entones dijo como aquel amiga Iván Diez: "Antes levantaba pesas; ahora levanto pizzas", Por eso, cuando Orlando cachaba un rebote y algún forward atropellaba, le decía: "¡Araca la pizza!..."

Varela fue un centro de Racing. Era un gran muchacho. Güeno como las armas de la patria. Alto, de piernas finas, tenía una popa que, cuando agarraba la pelota y mandaba el caderazo, dejaba a tuitos tendios. Eran unos desparramos como los que hacía el congo Seoane en el área. (Estoy hablando de jurgol).

También Ángel Garré tuvo su barriga. Un día quiso eliminarla y se vino tan flaco que cuando le picaba la espalda se rascaba el pecho. No tuvo más remedio que hacer el más grande de los esfuerzos para recuperar la barriga perdida. Su compañero Isusi era de los que bufaba, sudaba, se derretía... y seguía acumulando kilos. A veces me cae a tiro una foto de cuando el vasco era arquero del primer team de los rojos, la comparó con las posteriores y me pregunto: "¿Usará faja?" No sé si la usó cuando jugaba al básquet, pero lo cierto es que fajaba...

Imagen IZQ. Era Jovencito Tono Zolezzi y ya tenía tendencias a las curvas pronunciadas. "¡Plum!... ¡Plum!... hacía el piso de "la piecita" cuando el buen back arriesgaba una salida a campo afuera… CENTRO. No era gordo, Varela. Era alto y ancho de contorno, como dicen las mujeres. Cuando agarraba una pelota bajo el aro y mandaba el formidable caderazo, hacía unos desparramos terribles. DER. El Bocha Garete de Olimpia ni con diez gripes seguirlas: llegaría a jockey. No es el único en su club. Está Ghiso, el lampiño Smoris, que semeja el reclame del Michelín…, y otros más, como Bufa.
IZQ. Era Jovencito Tono Zolezzi y ya tenía tendencias a las curvas pronunciadas. "¡Plum!... ¡Plum!... hacía el piso de "la piecita" cuando el buen back arriesgaba una salida a campo afuera… CENTRO. No era gordo, Varela. Era alto y ancho de contorno, como dicen las mujeres. Cuando agarraba una pelota bajo el aro y mandaba el formidable caderazo, hacía unos desparramos terribles. DER. El Bocha Garete de Olimpia ni con diez gripes seguirlas: llegaría a jockey. No es el único en su club. Está Ghiso, el lampiño Smoris, que semeja el reclame del Michelín…, y otros más, como Bufa.

Tono Zolezzi también era y es grandote Y pesadote. Tenía sus nerviecitos que la grasa no alcanzaba a cubrir. Me gustaba mucho cuando después de hacer un quite en sus buenos tiempos en que defendía el aro con tesón y eficacia, se iba hacia adelante tirándose un lancecito. ¡Plum!... ¡Plum! ¡plum!... hacía el piso de "la piecita". Los que estaban abajo, en la piscina, veían que el techo se movía. Y después que Tono ensayaba puntería, tenía que volverse hacia su zona, y otra vez ¡Plum!... ¡plum ! ¡plúm!..., el piso que cimbraba y "la piecita" que parecía hundirse. (¿Está exagerado, Tono? Paciencia: vos no sabes lo que es ser periodista).

Pero nada comparable a los dos gorditos de Sportivo Barracas que tenía en la zaga, como catapulta que los empujaba, al grandote Penna. Lo tenían y lo conservan, así como Alada y Peuvrel conservan sus respectivas y armoniosas curvas. Nada comparable a estos petisos atropelladores que Gabín un día anduvo buscando en el Luna Park sin encontrarlos por ningún lado. Se le escurrían, le llegaban al aro, le mandaban los dobles y se iban levantándose el pantalón que no quería quedarse en la cintura. Cuando un back agarra un rebote, ¡cataplún!: recibe el choque de uno de los petisos. Y en cuanto quiere tomar resuello, ¡zacate!: aparece el otro. Los gorditos juegan a la americana, como los equipos ciclísticos. En la atropellada al back "hacen el cambio".

Al que hubo que ensancharle el pantalón fue a Pedro Aizcorbe; pero de estos de Boca no quiero dar la lata porque ya hablé hace poco de los kilos que se vinieron en tropilla. Pero ustedes miren el pantalón de Pedro y verán que se nota la parte que estuvo entrecostura y que ahora salió a flote.

Imagen Alzúa, uno de los dos petisos y gorditos de Sportivo Barracas que juegan en equipo a la americana, como los ciclistas. Cuando tienen que atropellar "hacen el cambio".
Alzúa, uno de los dos petisos y gorditos de Sportivo Barracas que juegan en equipo a la americana, como los ciclistas. Cuando tienen que atropellar "hacen el cambio".

De Dirección de Alumbrado el más gordito es Oscar Rivet, que no siempre actúa. Es aquel que se agachaba como Isusi, sacaba la pelota del sótano, mandaba el saque y dejaba al aro haciendo guiñadas. Pesadote de ese equipo es Marcelo Kedinger, aunque no gordo. Sin embargo, tiene una manera de correr, a cuerpo muerto, que hacía tirar botellazos contra el techo de El Tala.

Hay más gorditos para ir citando, pero la lista se haría muy larga. Como dato final, les voy a pasar éste: vayan a Olimpia cuando juegue Befa en la tercera. Es petiso, gordito, con un cuerpo que parece llevar polisón. Van a ver qué plato. A uno se le ocurre preguntar: "¿Vos sos así o estás caracterizado?"

D. Gancho.