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"Bilardo, el doctor del fútbol", una obra maestra de un personaje icónico

Apuntes desorganizados de la docuserie que retrata la vida y obra del Doctor, que hoy está cumpliendo 84 años.

Por Panqui Molina ·

16 de marzo de 2022

 

SUGERENCIA DEL AUTOR I: DARLE PLAY DURANTE LA LECTURA

ALERTA SPOILER

Entre lo brillante, lo obsesivo y la locura. Loco, competitivo, divertido. Un gran misterio. Un adelantado. Un tipo simple, de barrio. Mejor persona que técnico. Nos dejó enseñanzas de vida.

Son algunas de las tantas definiciones que dan los protagonistas a lo largo de los cuatro capítulos de "Bilardo, el doctor del fútbol", la docuserie de HBO Max que se acaba de estrenar. 

Somos lo que las personas que nos conocen dicen que somos. Entre tantos testimonios recogidos, hablan sus familiares, sus amigos y los héroes del 86, que podrían ser parte de la misma categoría porque en definitiva Bilardo era eso. Cantidad y calidad (de archivo, de personas que hablan) conviven a la perfección para retratar de manera maravillosa a uno de los personajes más influyentes de nuestro fútbol, en la difícil misión de acotarlo a cuatro episodios. 

“Del llanto a la risa hay un paso”, dice el Doctor en una de sus tantas intervenciones de archivo. Y "Bilardo, el doctor del fútbol" lo demuestra. 

Está el Bilardo nunca visto, de los tantos Bilardos que hubo con el paso de los años. El que no tiene horarios para irse de vacaciones, viaja a Mar del Plata, pero decide volverse en Chascomús. El que fue a probar suerte a Libia. El de la escuela en Japón, porque además de enseñar fútbol había que enseñar sobre la vida. El bailarín, que con sus movimientos poco ortodoxos descomprimió su figura ante los héroes del 86. El candidato autogestionado a presidente, con una brillante estrategia de marketing, lanzando su carrera el 1 del 1 del 2001 a la 1 de la mañana porque quería ser "el candidato del siglo". También está el Bilardo actor, el personaje más puro, que se lucía en "Lo de Bilardo". "Había que llenar los espacios", resume Daniela, en un testimonio que enternece y estremece de manera permanente. 

La vuelta a su Estudiantes, donde todo comenzó, para cerrar el círculo. “Trajo a dos chicas a entrenar y nos pidió que juguemos normal”, explica Israel Damonte, advertido por generar faltas en la previa a un partido contra un rival que se hacía fuerte en la pelota parada. Hablaba de fútbol femenino en 2003. Todo era enseñanza. Fue Gatorei, fue un show televisivo, fue un momento único. 

Bilardo es en la voz de los protagonistas. Es el que fue a ver a Batista recién lesionado al hospital en donde quedó internado, es el que hizo ir a jugar a Goycochea después de su casamiento, es el que mandó de espía al Profe Echeverría a la la luna de miel de Ruggeri, es el legado al Cholo Simeone, a quien moldeó en sus inicios y tuvo que dejarlo afuera del Mundial 90, a pesar de sus lágrimas a escondidas. 

Hay alfileres, hay bidón, hay “pisalo, pisalo”, que se termino convirtiendo en cántico y peña en Sevilla. Hay devoción en Colombia. Hay enojo con la prensa en general y con el El Gráfico en particular por la crítica despiadada, aunque los mismos protagonistas asumen que el juego no era el mejor. La antinomia con Menotti. El gol de Panchito Guerrero en el Apertura 96 de pelota parada es una provocación del destino. El archivo lo expone al Flaco hablando de la idea y de arriesgar. El presente lo ubica conciliador, con la necesidad de sanar una rivalidad absurda que lastimó a ambos y perjudicó a nuestro fútbol. El villano Signorini explica. “El bilardismo es tener el control de las cosas”, agregan desde España. 

 

Imagen Abrazo de campeón, la gloria en 1986
Abrazo de campeón, la gloria en 1986
 

Amor y odio, como su relación con Maradona. La gloria en 1986, las lágrimas en el 90, las piñas en Sevilla, la desconfianza hasta la angustiosa clasificación a Sudáfrica, el desesperado y descontrolado "que la chupen" de Diego y el "que hablen giladas" de Bilardo en ese desahogo interminable en el Centenario, La acusación de traición post 2010. “Era un hijo para él”, dice Daniela. “Fue un maestro”, agrega Claudia Villafañe. Hubo último abrazo. Y todo es dolor con su muerte. 

Las lágrimas son incontenibles en diversos pasajes. En la reversión de Una estate italiana, desde ese desentonadísimo canto de los mismos protagonistas al esfuerzo, con puchero incluido, de Burruchaga para tragar saliva y no explotar delante de cámara. En Lemme, el autor intelectual de ese abrazo épico con Maradona en el Centenario para ir a Sudáfrica 2010. 

Julio Iglesias compuso "Me olvidé de vivir" en 1978, el éxito que le da contexto a todo el capítulo 4. "Me olvidé que la vida se vive un momento", dice y repite que se olvidó de vivir 15 veces a lo largo de los 4.50 minutos que dura la canción. “No soy millonario, es momento de parar un poquito”, dice Bilardo. El fútbol le dio todo pero le quitó vida, aunque el fútbol muchas veces se parece a la vida. Daniela desdramatiza:"La única que puede decir si fue buen padre soy yo".

Somos los recuerdos que dejamos, a pesar del dolor de ya no ser. 

"BILARDO, EL DOCTOR DEL FÚTBOL": EL TRAILER

 

Sugerencia del autor II: La de Bilardo es una voz perfectamente imitable. Todos creen que la hacen bien. Era para que todos los entrevistados tengan su propia versión.