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Vettel: todo a ganador

La fórmula es ciento por ciento efectiva: un piloto insaciable, implacable y talentoso, y una escudería precisa, estratégica y visionaria. Red Bull Racing, que la próxima temporada cumplirá su primera década en el Gran Circo, vive un presente soñado, en el que el auto está en sintonía con la habilidad del corredor.

Por Redacción EG ·

25 de noviembre de 2013
  Nota publicada en la edición de noviembre de 2013 de El Gráfico

Imagen CON SOLO 26 años, Vettel se proyecta como el único capaz de igualar y hasta superar la fantástica marca de siete títulos de Schumacher.
CON SOLO 26 años, Vettel se proyecta como el único capaz de igualar y hasta superar la fantástica marca de siete títulos de Schumacher.
Por su contundencia, la competitividad a flor de piel y unas infinitas ganas de disfrutar de la victoria, el presente de Sebastian Vettel se parece a aquel tremendo Mike Tyson en el que la incertidumbre sólo se concentraba en saber cuánto le demoraría concretar el knock out. Y también se visualiza en él un amor propio (por no decir fuerte ego) a lo Rafael Nadal, que no cede ni resigna un centímetro en la búsqueda del triunfo, comportamiento que en pista lo sufrió hasta su mismo compañero de equipo, Mark Webber, cuando en Australia, a comienzos de esta temporada, lo desbancó de manera peligrosa y de casualidad las consecuencias no resultaron bochornosas.

Vettel está hecho para ganar. Y desde su incipiente arribo a los karts, a los 8 años, dejó en claro que su único objetivo era llegar primero. Así, ante un dominio abrumador en ese peldaño inicial de su campaña, no quedó otra que permitirle rápidamente saltar a los monoplazas y en la Fórmula BMW alemana, en 2004, registró la avasallante marca de 18 triunfos en 20 competencias. Al año siguiente fue considerado el mejor novato de la Fórmula 3 Euroseries, que tuvo como campeón a uno de sus encumbrados rivales, Lewis Hamilton.

Con méritos suficientes lo convocaron a probar un Williams de F-1 y en el 2006 se convirtió en tester de BMW Sauber. Sólo faltaba que lo sentaran en una butaca en plena competencia para que no se bajara más. Y así sucedió, cuando reemplazó a Robert Kubica por su recordado accidente en el Gran Premio de Canadá 2007 y, a partir de la siguiente carrera en los Estados Unidos, comenzó a sorprender a todos con su ímpetu. Este se tradujo en ser el primero en darle la victoria a Toro Rosso en 2008 bajo la lluvia en Monza y a Red Bull en 2009 en China. Además, al año siguiente, se convirtió en el campeón más joven de la historia del Mundial de Pilotos, con 23 años, 4 meses y 11 días, en una temporada que lo vio cinco veces ganador (Malasia, Europa en Valencia, Japón, Brasil y Abu Dhabi), con 10 sábados sobre 19 en los que logró la pole position.

Pero ese primer título lejos estuvo de adormecerlo, al contrario, su figura se agigantó tanto que al mejor estilo Pacman devorador se fue adueñando de récords de toda clase y magnitud. Con su cuarta corona, inminente al cierre de esta edición, ya dejaba atrás por un campeonato a legendarios como Ayrton Senna, Nelson Piquet, Niki Lauda, Jackie Stewart y Jack Brabham para quedar a la par que Alain Prost y con sólo nuestro Juan Manuel Fangio (5) y Michael Schumacher (7) por delante. Vale resaltar que Vettel, a los 26 años, se abraza a su cuarta conquista, mientras que Schumi llegó a esa marca a los 32 años, 7 meses y 16 días. Es más, Vettel llegó a su tercer título 6 meses más joven que Schumi cuando logró su primera conquista.

Imagen LA VIGENCIA de la fiabilidad del RB 9 que conduce Vettel, le permitió sumar puntos en 14 de las 15 carreras iniciales, con 9 victorias y 12 podios.
LA VIGENCIA de la fiabilidad del RB 9 que conduce Vettel, le permitió sumar puntos en 14 de las 15 carreras iniciales, con 9 victorias y 12 podios.
En su meteórica campaña, con su interminable serie de buenos rendimientos, Vettel se ubicó en un lugar preferencial en las estadísticas, al sumar, una vez concluido el Gran Premio de Japón en Suzuka, su victoria 35 en 116 carreras. Subió 58 veces al podio, consiguió 42 pole position y registró 21 vueltas rápidas. Y en 21 oportunidades se resignó al abandono.

Precisamente en Japón, Vettel hilvanó cinco triunfos consecutivos, al igual que Schumi en el 2004, Nigel Mansell en el 92, Jim Clark en el 65 y Brabham en el 60. Así, sólo lo aventajan con 7 éxitos seguidos Alberto Ascari (de Bélgica 52 a Argentina 53) y, cuando no, Schumi (Europa a Hungría en el 2004).
Las estadísticas son reveladoras y se transforman en una obsesión o, mejor dicho, en una meta deportiva que un corredor como Vettel suele capitalizar para justificar su esmero por intentar cada día un poquito más. Desde sus comienzos, él descartó su interés por batir récords y no entró en el juego mediático de las comparaciones con su compatriota Schumacher.

Ahora bien, cuando los números resultan tan favorables, es difícil abstraerse de la tentación de querer extender la serie positiva. Por ejemplo, con esos cinco triunfos al hilo, Vettel pasó a sumar 9 en el año y con cuatro competencias por disputarse (se incluye India, del 27 de octubre, que coincide con el cierre de esta edición y en noviembre Abu Dhabi el 3, Estados Unidos el 17 y Brasil el 24) la especulación pasó a ver si alcanzaría las 11 suyas del 2011 y de Schumi en el 2002 o yendo a una apuesta aún más fuerte, las 13 que increíblemente cosechó el mismo Schumi en el 2004.

Vettel heredó el disfrute de la velocidad de los autos de su papá Norbert, quien era un ferviente admirador de Senna. Por eso, no hubo ninguna queja a pesar de la lluvia cuando su padre lo llevó a los 7 años a tomar el primer contacto in situ en los entrenamientos del Gran Premio de Alemania, en el antiguo circuito de Hockenheim que se metía en el bosque. Allí sus ojos seguramente intentaban registrar tantas imágenes nuevas y posarse en el paso deslumbrante de un joven alemán llamado Michael al volante de un Benetton-Ford que iba camino a su bautismo como campeón.

Imagen DE DIA O DE NOCHE, bajo la lluvia o a pleno sol, el heredero de Schumi en el automovilismo alemán se las ingenia para gozar por un nuevo triunfo.
DE DIA O DE NOCHE, bajo la lluvia o a pleno sol, el heredero de Schumi en el automovilismo alemán se las ingenia para gozar por un nuevo triunfo.
Padre e hijo habían quedado enamorados del singular ruido de esos autos pasando a una velocidad asombrosa. Por eso, no extrañó que al año siguiente el pequeño Seb se trepara a un karting. En su hogar en la ciudad de Heppenheim, un pueblo de 25.000 habitantes del estado alemán de Hesse, ya no era todo fútbol con los colores del Eintracht Frankfurt, su club en la Bundesliga. El póster de un sonriente y ganador Schumacher se había ganado su corazón. Aunque el apodo “Baby Schumi” nunca fue demasiado de su agrado, hasta inclusive siempre intentó frenar la reiterativa pregunta de sí alcanzará o superará los 7 títulos con un “me parece ridículo responder a algo que no sucederá en los próximos dos años. Prefiero hablar del presente o del futuro inmediato, no de qué va a pasar cuando tenga 30 años”.

Y tiene razón, porque en la danza de rumores de cambio de equipo, Vettel siempre está en el medio. Que lo quiere Ferrari, que se suma a sus compatriotas de Mercedes, que Red Bull sueña con retenerlo, pero sin cortarles las alas a sus deseos. Alguna vez el campeón reflexionó sobre dónde iba a estar mejor que en la escudería de origen austríaco, en cuanto a que todos lo conocen a la perfección y trabajan para que él se sienta lo más cómodo posible. Red Bull Racing tiene una estructura más chica que sus encumbrados rivales, pero, justamente, eso favorece la unión a la hora de las decisiones en los más de 6000 componentes que tiene su bólido, y está a la vista que todas y cada una de las piezas cumplen absolutamente los estándares requeridos por Christian Horner y Adrian Newey, máximos responsables de esta millonaria aventura, que en su caso está teniendo un desarrollo feliz, pero en la mayoría de los ejemplos conduce a la frustración, porque hay tantas variables que el naufragio supera ampliamente a las posibilidades de éxito.

Y su capacidad lúdica, por supuesto antes más inocente, Vettel siempre la mantuvo, más allá de que no sea uno de los corredores visiblemente carismáticos del Gran Circo. La tradición de llamar a sus autos con un nombre de mujer y un adjetivo picante le ha dado cierto rédito para descontracturar el muy profesional y sumamente exigente ambiente en el que se mueve. Su actual “Hungry Heidi”, la hambrienta Heidi, no es más que el implacable RB9 ensamblado en los talleres de la ciudad inglesa de Milton Keynes. Aparentemente, la mención hacía alusión a la modelo Heidi Klum, ex novia de Flavio Briatore en los tiempos que era jefe de la estructura de F-1 de Renault. Y el nombre vio la luz en una cena del equipo Red Bull en un restaurante de Melbourne, con el objetivo de dejar en claro que los tres títulos conquistados no mermaban en lo más mínimo las ansias por seguir siendo los mejores. Sus antecesoras “La lujuriosa Lucy” (RB6), “Kinky Lylie” (RB7) y “Abbey” (RB8) también se coronaron campeonas, y en las dos temporadas iniciales en la F-1 se habían llamado “Kate” en el 2008 y “La hermana sucia de Kate” en 2009.

En cuanto a los ecos del apabullante momento de Vettel, bien vale la descriptiva explicación de Lewis Hamilton: “Los aficionados a la Fórmula 1 se despiertan para ver la salida y luego se vuelven a dormir. A mí eso me pasaba en la época de Schumacher, que, una vez que arrancaba la carrera, después ya sabía lo que iba a suceder”. Y en el otro rincón mediático del cuadrilátero imaginario para interpretar los porqués de la ventaja que saca Red Bull, Nico Rosberg le respondió al campeón: “Vettel debería preocuparse menos de mis huevos y fijarse más en sí mismo. Se equivocó con ese comentario”. El enojo del piloto de Mercedes surgió porque el N° 1 lanzó esta frase contundente: “Mientras otros se tocan los huevos en la piscina los viernes por la mañana, nosotros, con todo el equipo, seguimos trabajando para hacer la mejor carrera”.
En fin, el ejemplo que eligió Vettel pudo ser poco feliz, pero en su defensa el campeón expresó con su habitual sinceridad que “no buscaba decir algo en contra de alguien en particular, sino aclarar que los triunfos no son fruto de la casualidad”. Y su máximo adversario Fernando Alonso, sin entrar en la batalla de las declaraciones, seguramente porque ya tiene bastante para batallar en pista, reconoció: “Red Bull logra en sus autos algo diferente, y ya el sonido que produce en las sesiones de entrenamientos se oye distinto. Pero reconozco que lo que hacen está dentro del reglamento, porque han pasado con éxito todas las verificaciones. El desafío de los demás equipos debería ser trabajar igual o mejor que ellos”.

Por Walter Napoli. Fotos: AFP