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Maxi Urruti: Remedio casero

Newell’s necesitaba liderazgo y goles para no sufrir con los promedios en 2013 y encontró soluciones rosarinas. El líderazgo lo aporta el Tata Martino. Los goles, un talentoso delantero de 21 años que, antes de llegar al club, había entrenado en Córdoba, Bolivia, Francia, Suiza, Quilmes, Boca e Independiente.

Por Redacción EG ·

29 de junio de 2012
 Nota publicada en la edición de mayo de 2012 de El Gráfico

Dos aros, no uno, como estaba de moda hace algunos años. Un collar con un pequeño colgante. Una pulsera. A los jóvenes ya no les causa pudor usar accesorios. Corte de pelo ingenioso: corto en los costados y más largo y voluminoso en el medio. La descripción corresponde a Maximiliano Urruti, la nueva sensación de Newell’s Old Boys.

Su aparición en la delantera rojinegra fue como un viento refrescante tras un pesado día de verano. Un cambio de aire que renovó el ambiente. Mediocampista durante su etapa en las divisiones Inferiores, Maxi es diestro, dúctil y rápido, dueño de una gran técnica para definir en el área. Se confiesa hincha de Independiente gracias a un tío, aunque su sentimiento leproso crece día a día: “Ya vivo como un hincha de Newell’s, quiero dejar todo por la camiseta. Es un club importante que me abrió las puertas y tengo que aportar todo mi esfuerzo para que le vaya bien”.

Hijo del exjugador de Rosario Central, Juan José Urruti, el número 37 vivió sus primeros años de un lado a otro. “Nací acá en Rosario. Después me fui a Bolivia porque mi viejo jugaba a la pelota allá. Me llevaba a la cancha de Jorge Wilstermann, donde yo jugaba con los hijos de otros futbolistas, y además pasé por las Inferiores de Sol de América, un equipo de camiseta amarilla. Me tocó andar por todos lados. Estuve también en Río Tercero, jugando para 9 de Julio, y después pasé por equipos de la liga de Alta Gracia”, comenta Maximiliano.

-Es decir que la primaria y la secundaria las hiciste en distintos lugares.
-Sí. De primero a cuarto la hice en Buenos Aires, después en Alta Gracia y terminé la secundaria en Río Tercero.

-¿Por cuántos clubes pasaste hasta llegar al debut en Newell’s?
-Estuve en Alta Gracia, en una escuelita de fútbol que era de mi papá. Después pasé a 9 de Julio, en Río Tercero. Estuve también en Francia, hice una prueba en el Mónaco. Viví dos meses ahí y volví porque extrañaba un montón; tenía 15 años. Después pasé de nuevo al club Sagrado Corazón, acá en Rosario. Estuve seis meses y me buscaron desde Suiza.
-¿Te probaste en otros equipos antes de Newell's?
-Sí, estuve tres meses en Buenos Aires y me probé en Independiente, en Boca y en Quilmes. En Independiente hice cuatro goles en dos prácticas, pero el coordinador me explicó que ya tenían jugadores como yo. Y en Boca me dijeron que iba a ser el noveno delantero de la categoría. Igual, creo que todavía no estaba capacitado para irme lejos de mi familia. Ellos vivían en Córdoba, yo era muy chico, tenía 14 años. Prefería venir a Rosario, donde tenía el apoyo de mi representante; y volver a probar suerte a los 16, 17 años.
En el medio del periplo juvenil de Urruti hijo por distintos clubes y ciudades, Newell’s obtuvo su último título frente a una masa de gente que llenó hasta la bandera la cancha de Independiente a fines de 2004. Era el conjunto dirigido por Américo Gallego. “Ese equipo tenía jugadores muy importantes, me gustaba cómo jugaban. Estaba el Burrito Ortega, al que siempre me encantó mirar”, recuerda.
El club Sagrado Corazón, en 2008, fue la escala previa a la entidad del Parque Independencia. “Jugué dos años ahí y después me fui para Suiza –explica-. Estuve dos meses entrenándome en el Grasshopper, pero no arreglamos lo económico y tampoco pude sacar el pasaporte europeo. Suiza era todo nieve, tenía que venir una máquina a sacar la nieve de la cancha para poder entrenar. Cuando volví a Rosario, Sergio Giovagnoli me preguntó si quería hacer una prueba en Newell’s, y vine. Por suerte quedé y empecé a pisar Primera”.

-¿Qué recuerdos tenés de tus años en las Inferiores?
-Lindos, y también algunos malos, como cuando no jugaba y me bajoneaba. Fueron momentos en los que no la pasé tan bien. Vine a Newell’s y estuve los primeros seis meses en Quinta, donde hice 16 goles. Después me subió Ricardo Johansen a Reserva. Fue un año en el que a veces jugaba y a veces no, no tuve mucha continuidad. Al final, Roberto Sensini me convocó para estar con la Primera, y me hizo debutar Javier Torrente contra Racing.

-¿Qué técnico de los que tuviste en Inferiores te marcaron más en tu carrera?
-Todos los técnicos fueron buenos. Sergio Giovagnoli fue el que más hizo hincapié en mi puesto. El sabía que yo era un 9 de área y me puso en ese lugar. Siempre les voy a agradecer a él y a Johansen, porque lo que me aportaron terminó sirviéndome mucho.

-¿También jugaste como 10 en Inferiores?
-Sí, hubo un momento en el que Giovagnoli me probó de enganche. Jugué un par de partidos y no me sentí tan incómodo, porque me gusta la pelota y arrancar desde más atrás, pero me siento mejor de 9. Por eso en Primera estoy jugando adelante.

Sábado 14 de mayo de 2011. Día triste y olvidable para los leprosos. Día histórico e inolvidable para Maxi. El hijo de Juan José debutó en la Primera rojinegra, y como titular. ¿El resultado? Contundente derrota 3-0 frente al Racing de Miguel Angel Russo en el Cilindro de Avellaneda. “Días antes había jugado en Reserva contra Godoy Cruz. Hice dos goles y ganamos 5-1. Entonces Torrente me dijo que en la semana siguiente iba a arrancar de titular. Los nervios siempre los tuve, la adrenalina, porque lo más lindo para un jugador es llegar a Primera y poder mantenerse. Lo mejor es el primer partido. Justo me tocó contra un equipo grande como Racing, allá en Buenos Aires, y aunque el resultado no fue bueno, porque perdimos, lo positivo fue que el técnico me tuvo en cuenta”, rememora.

Para Urruti, este 2012 comenzó con un buen partido frente a un rival siempre complicado: Estudiantes, en el estadio Unico. “Pude convertir y logramos empatarle a uno de los equipos más grandes de la Argentina. Arranqué el campeonato de la mejor manera”, asegura. En la segunda fecha, los leprosos superaron a Argentinos Juniors con un gol muy raro de Maxi: una segunda jugada tras un remate suyo en el poste. “Hubiese sido lindo si era gol en la primera jugada, la que pegó en el palo. Después me quedé lamentándome y pensando: ‘Uh, no va a entrar ninguna’. Y justo viene el centro de Pablo Pérez. Tenía la mano en la cabeza, la saqué y pude cabecear. Fue un desahogo importante porque era un triunfo que la gente necesitaba. Hacía mucho que no ganábamos de locales”. El tercero de su cuenta en el Clausura 2012 fue exquisito: una definición con clase por arriba de Diego Pozo para cerrar un 3-0 en cancha de Colón. Corría la quinta fecha. El cuarto (fecha 8) fue una revancha de su debut en Primera. Ante Racing, con una certera definición de derecha. Y el quinto lo consiguió en la 9o jornada, en el estadio Malvinas Argentinas, frente a Godoy Cruz. Con ese gol, Newell’s salvó un punto sobre la hora.

Maxi quiere dejar una huella en su paso por el club del Parque. Luego, como a la gran mayoría de los futbolistas, le gustaría seguir su carrera en algún club del Viejo Continente. ¿La casaca albiceleste del seleccionado nacional? Otro anhelo. “El sueño de todos es jugar en Primera, consolidarse en el equipo donde se debuta –dice, y se esperanza-. Después sí emigrar al fútbol europeo y tener una chance en la Selección”.

En febrero de este año, El Gráfico publicó una edición especial homenajeando a los ídolos de Newell’s. ¿Ya se imagina Urruti en una próxima edición, junto a los héroes del siglo XXI? “Vi la revista y la verdad es que los que aparecen son todos unos monstruos –reconoce–. Ojalá me toque vivir un momento histórico en Newell’s. Me gustaría que algún día digan ‘Urruti, ¡qué jugador!’ o ‘aportó mucho
para el equipo’. Ojalá me vaya por la puerta grande”

Por Hernán Alvarez